La tributaria que proponen desde las universidades
La propuesta fiscal del Gobierno, si bien puede significar un respiro en la coyuntura actual, apunta poco en lograr mayor suficiencia y progresividad. Dos académicos reflexionan sobre qué se puede hacer con la reforma durante su trámite legislativo.
Los reconocidos economistas César Ferrari, de la Javeriana, y Jairo Villabona, de la Nacional, plantean sus argumentos ahora que el Congreso estudia el proyecto del Gobierno.
Los aumentos tributarios que habrá en 2021
Tal vez por las circunstancias económicas, sociales o sanitarias, o simplemente porque fue inadecuada, la reforma tributaria que se presentó hace algunos meses fue rechazada. La consecuencia es que, en 2021, probablemente, solo se aprobará un incremento de tres impuestos a las empresas para financiar los subsidios a las personas.
Los nuevos impuestos
La propuesta radicada el 20 de julio incluye un aumento al 35 % de la tasa del impuesto a la renta para todas las empresas, una disminución del 50 % de la deducción que hacen estas por el impuesto ICA pagado a los gobiernos municipales, y en forma transitoria, desde el 2022 hasta el 2025, una sobretasa del 3 % en el impuesto de renta para las empresas financieras. El resto del proyecto considera una reducción en los gastos del Estado, medidas contra la evasión fiscal y una normalización tributaria para regularizar los capitales de colombianos en el exterior.
Con los impuestos permanentes, en 2022 se espera recaudar $10,6 billones (0,9 % del PIB), y con las otras medidas $4,6 billones (0,4 % del PIB); es decir, un total de $15,2 billones (1,3 % del PIB). Con la sobretasa financiera, a partir del 2023, se espera un adicional de $415.000 millones (0,03 % del PIB), y con la regularización $300.000 y $360.000 millones (0,03 % del PIB), en el segundo semestre del 2021 y en el 2022, respectivamente; apenas para cubrir los gastos y subsidios derivados de la pandemia. El monto de los ingresos corrientes del Presupuesto General de la Nación ajustado para el 2021 es de $151,8 billones y el total del presupuesto es de $343,4 billones.
La tributación óptima
Según la literatura económica, una estructura tributaria óptima debe ser suficiente para cubrir las necesidades del Estado; es decir, para garantizar los derechos fundamentales de la población y la construcción de la infraestructura que el desarrollo del país demanda. Debe ser también equitativa para que aquellas personas con más ingresos y patrimonios contribuyan en mayor medida a la recaudación tributaria; es decir, la mayor parte de la recaudación debe provenir de los impuestos a los ingresos y patrimonios de las personas naturales, no de los impuestos sobre las rentas de las empresas ni, menos, de los indirectos como el impuesto al valor agregado (IVA).
La estructura será eficiente si los impuestos que la componen no generan distorsiones en los mercados, como el actual gravamen financiero del 4 x 1.000, que reduce los depósitos de las personas en los bancos con la finalidad de evitarse el pago de impuesto. Será eficaz cuando las normas que regulan la tributación sean claras y no farragosas para no dar pie a elusiones o evasiones por vía de interpretaciones interesadas.
La recaudación en un año “normal”
Según la OCDE, en 2019 la recaudación tributaria promedio en los países pertenecientes a dicha organización fue equivalente al 33,8 % del PIB, con valores tan altos como el de Dinamarca, del 46,3 % del PIB. Mientras tanto, la recaudación en Colombia equivalía al 19,6 % del PIB, una de las más bajas de la organización junto a las de Chile (20,7 %) y México (16,5 %).
En ese año, en Colombia, según la OCDE, el 42,9 % del total de la recaudación provenía de los impuestos sobre los bienes y servicios, el 24,5 % de los impuestos sobre los ingresos, utilidades y rentas de capital de las empresas, y el 6,2 % de los impuestos sobre los ingresos, utilidades y ganancias de capital de los individuos. La recaudación de impuestos a las personas naturales en el promedio de los países de la OCDE es alrededor del 24 % de la recaudación total.
Lo que faltaría
Mejor dicho, la propuesta, si bien puede significar un respiro en la coyuntura actual, apunta poco a lograr mayor suficiencia y progresividad. Y como mantiene impuestos como el gravamen financiero y sigue modificando y adicionando medidas al actual Estatuto Tributario, tampoco apunta a lograr mayor eficiencia y eficacia.
Contribuir a la suficiencia y a la equidad se puede lograr con un aumento de la tasa del impuesto sobre los dividendos y la imposición de un impuesto a los patrimonios elevados de las personas naturales.
La tasa actual sobre los dividendos es del 10 %. Fue reducida desde 15 % en la reforma de 2018, y es mucho menor a la de los países desarrollados. Debería ser, por lo menos, superior a la tasa que se paga por las remuneraciones del trabajo.
Hay una razón económica, además, para elevar la tasa sobre los dividendos: cuando es elevada, las empresas tienden a distribuir entre sus accionistas una proporción menor de sus utilidades después de impuestos, reteniendo así más recursos para destinarlos a la inversión por parte de la misma empresa. Por lo tanto, una tasa alta sobre los dividendos incentiva un mayor crecimiento de la inversión, de la capacidad de producción y, así, de la economía.
Hay también una razón económica, y no solo de equidad, a favor del impuesto al patrimonio personal. El impuesto obliga al propietario del activo a trabajarlo; de otra manera, por vía del impuesto, acaba por perderlo. Tiene todo el sentido del mundo que en países en vías de desarrollo, en donde se supone que el stock de capital es escaso, se induzca a aprovecharlo económicamente.
“La propuesta, si bien puede significar un respiro en la coyuntura actual, apunta poco a lograr mayor suficiencia y progresividad”.