“La presencia de las mujeres en altos cargos no puede ser simbólica”
Lo leí en los documentos de su caso y todavía no salgo de mi asombro: el entonces magistrado Mauricio Fajardo, refiriéndose a usted dijo: “Yo no creo que una corporación [Consejo de Estado] que todo lo que ha hecho por usted, doctora Stella... una corporación que la llevó a ocupar el puesto que hoy ocupa para que sea igual a todos nosotros... merezca una respuesta [como la suya]”. O esta otra frase del magistrado Luis Rafael Vergara Quintero: “Tanto problema... tan huevón aquí...”. En esas afirmaciones hay, desde luego, machismo y misoginia, pero también ¿odio?
Prefiero contestarle así: no se trata solo de la discriminación de género sino de hacer gala de ello; de sentar precedentes, de hacer advertencias para que las mujeres no se atrevan a incomodar; esto es, a ir más allá de las fronteras invisibles, previamente impuestas. Y, del otro lado, tampoco basta con designar mujeres en los altos cargos de decisión. El asunto es de mayor alcance y la presencia de las mujeres no puede ser simbólica. Demanda una interlocución dialógica y de interrelación. Si no advertimos lo que sucede en el día a día, si no reconocemos la fuerza que tienen las creencias y costumbres sobre la supuesta sumisión e inferioridad de las mujeres, no será posible avanzar y corregir.
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