Transitar hacia una verdadera reforma tributaria
Pocas veces nos preguntamos por qué es tan importante y qué incidencia social, económica, ambiental tiene para el país contar con un sistema tributario progresivo —es decir, que los que más ganen paguen más— y eficiente, lo que implica que el recaudo sea suficiente para cubrir las necesidades del Estado.
Pues bien, para eso primero hay que analizar el contexto y la relación con las variables socioeconómicas.
Los principales problemas de Colombia son la concentración del ingreso y la riqueza, como se demuestra con el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad (valores de cero son de un país con una equidad perfecta y con 1 son de un país muy desigual), así como la rápida desaparición del sector productivo.
Estos aspectos explican la situación actual, agravada por la pandemia: una alta concentración del ingreso y la riqueza (de las más altas del mundo) y la imposibilidad de que gran parte de las utilidades que genera la economía anualmente se reviertan en ella, por cuanto las personas más ricas que las reciben no demandan bienes y servicios en el país.
Los impuestos en el mundo son una válvula reguladora de la distribución del ingreso y la riqueza, como se ve en los países capitalistas (Japón, Estados Unidos y los países europeos, por ejemplo). Ellos cuentan con sistemas tributarios progresivos, no tienen exceso de beneficios tributarios, tienen reglamentado el lobby, altas tasas para los ingresos más altos, hasta del 59 %.
La importancia distributiva de los impuestos es tan evidente en los países desarrollados que el coeficiente de Gini disminuye cerca de veinte puntos porcentuales después de impuestos, lo cual se ve reflejado en mejores sistemas de salud, educación, vías, infraestructura e investigación. En el caso colombiano sigue siendo prácticamente igual.
¿Qué se debe hacer para tener un sistema tributario justo, de largo plazo y con un recaudo adecuado? En esencia, es preciso copiar lo que hacen los sistemas tributarios progresivos del mundo.
No es necesario subir la tasa nominal a las empresas al 35 %, incluso se puede bajar hasta el 22%.
Eliminando los beneficios tributarios se genera un recaudo adicional cercano a los $6 billones, de acuerdo con los cálculos realizados. Estas gabelas no se deben asignar sin estudio que demuestre que el beneficio social es mayor que el recaudo dejado de percibir.
Se deben eliminar las rentas cedulares y, mejor, trabajar con una sola tabla para descartar la inequidad horizontal. Es decir, que una renta por dividendos pague el mismo impuesto que una renta laboral.
No se concibe que los dividendos, que son de las personas más ricas del país, hoy en día tienen muchas formas de no pagar un peso de impuestos. Por ejemplo, si no se decretan, si se decretan en acciones, si se pagan a una empresa que los mismos dueños han creado o si se reciben en el exterior por una compañía holding creada en Panamá.
Se debe hacer un análisis con los altos ingresos o rentas para incrementar los rangos mínimos hasta un 50 % (sin ser el más alto globalmente) como lo manejan los países que tienen sistemas tributarios progresivos.
Debe implementarse el impuesto al patrimonio líquido, no desde $5.000 millones, sino desde $1.600 millones, con tarifas progresivas desde 0,5 %, hasta 2 %.
Se deben implementar tablas progresivas para el impuesto al patrimonio, empezando desde $1.200 millones, excluyendo la vivienda por $400 millones.
Hay que hacer la actualización catastral, que puede implicar varios billones para las arcas territoriales, ya que grandes extensiones rurales —muchas de políticos— están avaluadas en el catastro por solo el 5 % del valor comercial.
Debe hacerse un análisis profundo sobre la gran inequidad en los costos de la seguridad social. No es posible que una enfermera que se contrata por prestación de servicios por un monto similar al mínimo tenga que pagar cerca del 30 % por este concepto, mientras el dueño de un banco que reciba cerca de $1 billón solo deba pagar el 0,0007 %.
Todos estos cambios no afectan a más del 0,5 % de la población y según cálculos implican un recaudo anual estimado en $50 billones adicionales.
“En esencia, es preciso copiar lo que hacen los sistemas tributarios progresivos del mundo”.