El Espectador

“Espero que Colombia pueda retomar la vía del diálogo”: embajadora de Francia

Antes de asumir su cargo como directora para las Américas de la Cancillerí­a en París, Michèle Ramis reconoce los avances de Colombia en los últimos 40 años, aboga por el diálogo para superar el conflicto social y se muestra confiada para que la campaña el

- GLORIA CASTRILLÓN gcastrillo­n@elespectad­or.com @glocastri

Michèle Ramis estuvo apenas nueve meses como embajadora de Francia en Colombia. Llegó a finales de 2020, en plena pandemia, y aunque planeaba una estancia más larga, tiene que dejar su misión esta semana. La razón: asume el cargo de directora para las Américas en la Cancillerí­a francesa, un lugar desde el que promete que trabajará para hacer realidad el sueño de fortalecer el intercambi­o cultural de Colombia con su país y desde el que seguirá con atención la implementa­ción del Acuerdo de Paz y la campaña electoral, dos temas que siguen siendo de su interés. Se va algo frustrada porque tuvo que cancelar cerca de la mitad de los viajes que planeó durante estos meses. El COVID-19 limitó su agenda a visitar Medellín, Cali, Cartagena, Pereira, Bucaramang­a, Puerto Carreño y Arauquita, pero asegura que volverá al país acompañand­o visitas de alto nivel de su gobierno.

¿Qué impresión se lleva de Colombia?

Al comienzo de mi carrera pasé dos años y medio en Colombia, y conocí bien el país de los años ochenta. Eso me da una perspectiv­a y un elemento de comparació­n interesant­e. Puedo decir que descubrí un país diferente, con avances, con progresos; un país que ha ganado un peso económico importante, que ha ganado credibilid­ad; Colombia es un gran actor en América Latina. Redescubrí un país con un Acuerdo de Paz (a mí me tocó vivir con cuatro guerrillas, casi no podíamos salir) y ese es un salto enorme. El país se liberó de algunos de sus demonios y tiene un gran potencial para explotar.

Por haber conocido al país hace 40 años puedo ver el avance. Trabajé en Guatemala y sabemos que los procesos de paz son difíciles. Si hubo una guerra es porque había razones, profundas fracturas que eran motivo de insatisfac­ción, y esas no se corrigen de un día para otro. En apenas cinco años se ha hecho mucho. El Acuerdo toca temas muy profundos y delicados de la sociedad colombiana que no son fáciles de resolver. Soy bastante optimista, porque comparo la Colombia de los ochenta y la de hoy, y este otro país. Creo que los jóvenes no son consciente­s de en qué país viven, de dónde vienen.

Hay descontent­o por los incumplimi­entos, ¿cómo analiza esa situación?

Es cierto que algunos capítulos del Acuerdo de Paz se están implementa­ndo de manera diferente, pero debemos reconocer que la justicia transicion­al, un tema tan sensible, tiene enormes avances, como la imputación de los ex-Farc por secuestro y el reconocimi­ento de responsabi­lidades de los excombatie­ntes, los dos autos en casos de falsos positivos y la extensión del mandato de la Misión de Verificaci­ón de la ONU para las sanciones propias. Esta justicia es la condición para lograr la reconcilia­ción y la sanación de las heridas. Claro, siempre habrá una parte de la sociedad que dirá que esas sanciones no son suficiente­s para castigar los delitos de lesa humanidad y los crímenes de guerra, pero hay que escoger entre esta paz, que es imperfecta, y la continuaci­ón de la guerra. Entre las dos no se debe vacilar, la guerra afecta el potencial de un país, su economía, no existe un acuerdo de paz perfecto en ningún lugar. Este Acuerdo de Paz es una joya, puede ser modelo para otros países. Y sí, es un tema que divide, que polariza, entiendo muy bien las frustracio­nes de personas indignadas porque los excombatie­ntes están en el Congreso, pero hay un precio a pagar por la paz; mejor tener paz con algunas concesione­s, que no tener paz. En América Latina tener un país que no está en paz es anacrónico.

La reforma rural está atrasada, igual que la sustitució­n de cultivos de uso ilícito y la reforma política. El problema mayor es la seguridad en los territorio­s, la seguridad de los excombatie­ntes. Esa es una real amenaza para el proceso, la seguridad es condición sine qua non para su implementa­ción. Hay mecanismos en el Acuerdo que deben ser activados para mejorar esta situación. El tema de las mujeres y de los indígenas debe tenerse en cuenta; el Acuerdo marca esos cambios que son históricos, societales, por eso genera resistenci­as y eso es normal, hay que acompañarl­o positivame­nte, no agregar críticas, sino ayudar a que el proceso siga.

Y el tema de líderes sociales…

Participam­os en la campaña Defendamos la vida, acompañamo­s a cinco defensores de derechos humanos: Abid Manuel Romaña, coordinado­r del Foro Interétnic­o del Chocó; Yanette Bautista, de la Fundación Nydia Erika Bautista; Hernando Chindoy Chindoy, líder del pueblo inga; Mayerlis Angarita, del colectivo Narrar para Vivir de los Montes de María, y Ludirlena Pérez, representa­nte de mujeres víctimas. No entiendo por qué se amenaza a personas por defender la naturaleza, las hormigas, las flores, no veo el peligro que representa­n estas personas. Por eso estamos apoyando a estas personas, sus causas, diciendo que no representa­n una amenaza, seguro obstruyen algunos intereses, pero en una sociedad moderna es una barbaridad ser asesinado por defender la naturaleza. Estamos hablando con el Gobierno sobre estos temas, para la imagen de Colombia es importante tener en cuenta estos aspectos.

¿Qué lecciones aprendidas se lleva de Colombia?

Lo que me sorprende de Colombia es su

‘‘Los

jóvenes están preocupado­s por su futuro y esperando respuestas. Espero que no vuelva la confrontac­ión, que no haya más muertes, el balance hasta ahora ha sido terrible”.

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/ Mauricio Alvarado Michèle Ramis ejerció como embajadora de Francia en Colombia desde finales de 2020 hasta julio de 2021, cuando fue nombrada directora para las Américas en la Cancillerí­a francesa.

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