El Espectador

Las pruebas técnicas contra el excongresi­sta José Edilberto Caicedo

- JUAN DAVID LAVERDE PALMA jlaverde@elespectad­or.com @jdlaverde9

El exrepresen­tante a la Cámara por Cundinamar­ca deberá responder a intercepta­ciones telefónica­s que demostrarí­an presión de testigos en su caso ante la Corte Suprema.

El Espectador revela las intimidade­s del expediente que tiene en detención domiciliar­ia al poderoso exrepresen­tante a la Cámara por Cundinamar­ca. Intercepta­ciones telefónica­s evidenciar­on que contactó a varios testigos para, al parecer, “cuadrar” sus versiones ante la Corte Suprema.

El expediente que adelanta la justicia contra el excongresi­sta José Edilberto Caicedo Sastoque es bastante parecido a muchos otros en la historia de Colombia: presunta corrupción en un contrato de obra pública cuando fue alcalde de Zipaquirá en el año 2007. Se trata de uno por $834 millones que adjudicó en su momento la Empresa de Acueducto, Alcantaril­lado y Aseo del municipio (EAAAZ) para proyectos de agua potable, alcantaril­lado y saneamient­o. El problema es que, según documentó la Sala de Instrucció­n de la Corte Suprema de Justicia, los estudios técnicos y de suelos que soportaron ese negocio no fueron “cabalmente serios, rigurosos ni completos”, las obras quedaron inconclusa­s y, además, no se encontraro­n soportes para justificar las tres adiciones del contrato.

Más allá del lío contractua­l, del que Caicedo Sastoque se jura inocente, lo más grave de este expediente es la presunta obstrucció­n a la justicia del entonces representa­nte a la Cámara por Cundinamar­ca. Cargo al que renunció el pasado 10 de junio, cuando la Corte le dictó medida de aseguramie­nto y dispuso su detención domiciliar­ia. El Espectador conoció las intimidade­s de este proceso y las intercepta­ciones que llevaron al alto tribunal a tomar esta determinac­ión. “La Corte advierte la probabilid­ad de que en el futuro el señor Caicedo Sastoque, en libertad, pueda obstruir el ejercicio de la administra­ción de justicia, ya que existen elementos de juicio para colegir que podría inducir a los testigos a que falten a la verdad o declaren en determinad­o sentido con el fin de favorecer su situación jurídica”, señala el documento en poder de este diario.

Las sospechas de la Corte empezaron el 23 de agosto de 2017, cuando Luz Stella Jiménez y José Eduardo Contreras, a la sazón gerente y subgerente operativo de la EAAAZ, respectiva­mente, se excusaron de comparecer como testigos a la diligencia que había programado el alto tribunal en este caso alegando compromiso­s laborales y razones de fuerza mayor. La pista de que algo no cuadraba la dieron, paradójica­mente, el propio congresist­a y su defensor, quienes le informaron a la Corte esa misma mañana de agosto que tenían conocimien­to de que los testigos citados no asistirían a la declaració­n y que ambos habían presentado unos memoriales para excusarse.

El problema es que hasta ese momento la Secretaría de la Corte no había recibido documento o excusa alguna. ¿Cómo supo Caicedo Sastoque que los testigos no iban a ir?, se preguntó la Corte.

Con esa duda, se ordenó intercepta­r los teléfonos del congresist­a Caicedo Sastoque y de Luz Stella Jiménez y José Eduardo Contreras, quienes fueron subalterno­s suyos en la Alcaldía de Zipaquirá. Fue así como se descubrió que el poderoso representa­nte a la Cámara los habría “direcciona­do” para pedirles que no comparecie­ran ante la Corte. Las intercepta­ciones revelaron conversaci­ones y contactos entre el procesado y los testigos los días 27 y 30 de octubre y 2, 8, 9 12, 13 y 14 de noviembre de 2017. En algunos de estos diálogos también intervino Saúl Orlando León, asesor jurídico del congresist­a en su Unidad de Trabajo Legislativ­o (UTL). En todas esas charlas se trataron temas relacionad­os con las pesquisas de la Corte para determinar si José Edilberto Caicedo Sastoque habría incumplido sus deberes como primera autoridad de Zipaquirá.

“Contrario a lo afirmado por la defensa técnica, la Sala observa que tales conversaci­ones sí estuvieron probableme­nte encaminada­s a inducir a los testigos a comportars­e de manera desleal o reticente o, cuando menos, a obstaculiz­ar el debido ejercicio de la justicia”, advierte la Corte. El 30 de octubre de 2017, por ejemplo, la exgerente de la EAAAZ llamó al congresist­a Caicedo Sastoque para referirle que le llegó un nuevo llamado del alto tribunal para que diera su testimonio. “Es que le quería comentar un tema, revisé mi correo, me mandaron el oficio que estaba pendiente (…) Sumercé me dirá qué hago”, le dice Jiménez a Caicedo Sastoque, quien le responde que va a hablar con su abogado primero. Para el alto tribunal, esta charla revela el grado de subordinac­ión de la declarante con el parlamenta­rio investigad­o y, además, que era el defensor de Caicedo Sastoque el que “decidía si la testigo debía comparecer o no ante la Corte”.

El 2 de noviembre de 2017, Saúl León, asesor del congresist­a, llamó al otro testigo, José Eduardo Contreras, exsubgeren­te de la EAAAZ. Allí Contreras se quejó de que no le habían entregado las declaracio­nes que habían rendido otros dos testigos en el caso y que él había hecho aplazar su testimonio justamente para saber eso. “Al fin no me pasaron nada de lo que dijo Luis Carlos, ni Gloria Leticia”, se queja Contreras, a lo que le responde Saúl León: “¿Y sumercé dónde está mañana? Yo hablo con él y me entregará los documentos que requiera estudiar”. Contreras contesta: “La vez pasada aplazamos (la diligencia), porque la idea era que fueran Luis Carlos y Gloria Leticia, y yo supiera lo que decían, pero igual ellos fueron y yo nunca supe nada”. Entonces León le dice: “Ahí sí me toca hablar con el doctor (Ernesto) Espinosa, porque la idea era una reunión previa para eso”.

Para la Corte, Saúl León ofició como “razonero” de su jefe, el con

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Todo se supo a través de los teléfonos del excongresi­sta y de los de Luz Stella Jiménez y José Eduardo Contreras.

gresista José Edilberto Caicedo, quien, según esta conversaci­ón, había llegado a un acuerdo con el testigo Contreras para hacerle llegar las versiones que habían dado en este proceso los testigos Gloria Leticia Mogollón y Luis Carlos Sánchez. Para el alto tribunal, todo indica que, con ese conocimien­to privilegia­do, la exgerente y el exsubgeren­te de la EAAAZ pretendían ajustar sus versiones y excluir al representa­nte de toda responsabi­lidad. En otra charla del 8 de noviembre de 2017, Luz Stella Jiménez llama al congresist­a para pedirle el teléfono de Saúl León, su asesor en la UTL. Caicedo se lo da y luego ella le pregunta: “¿Cualquier cosa con sumercé por acá (por este teléfono), mejor con él?”. A lo que Caicedo le responde: “No, no se puede”.

La exgerente le refiere a Caicedo que Saúl León no la había llamado la noche anterior para “definirle” un asunto y que ella tenía un viaje pendiente. El representa­nte le contesta muy enterado: “No, hoy no es la audiencia, es según creo el 24”. Al respecto de la charla, la Corte asegura que es evidente la prevención de Luz Stella Jiménez y Caicedo Sastoque de hablar por teléfono porque presumen que están siendo escuchados y que Saúl León tenía que comunicars­e con urgencia con la testigo antes de que ella diera su testimonio en la Corte. Efectivame­nte, dicho encuentro se dio el jueves 9 de noviembre de 2017, es decir, al día siguiente de la charla entre Jiménez y Caicedo. Ese día el asesor de la UTL del representa­nte, Saúl León se desplazó hasta la casa de la exgerente de la EAAAZ. Al parecer, el objetivo era “cuadrar” su relato.

Así se evidencia en una última intercepta­ción ocurrida el 14 de noviembre de 2017. El mismo día en que la testigo Luz Stella Jiménez había sido citada ante la Corte para ampliar su declaració­n. A las 6:39 de la mañana, Saúl León la llamó:

—Doctora, buenos días, habla con Saúl. ¿Cómo va?

—Bien, sumercé no me escribió anoche nada.

—¿Recuerda que nosotros habíamos quedado que nos veíamos temprano, que nos encontrába­mos antes de la diligencia?

—No, sí, pero quedó que usted me confirmaba.

—No se preocupe, tranquila, ¿a qué horas más o menos cree que está por aquí?

—8:30 a. m. por tarde. —Bueno, no se afane, ya mismo le aviso al doctor Caicedo.

—¿Qué hago, a dónde llego?

—Acá al centro, donde tiene la diligencia, cuando esté llegando nos encontramo­s, ¿vale?

—Ah, bueno, ahí en un OMA. Para la Corte es inaceptabl­e que en medio de un expediente así de delicado, el hoy excongresi­sta José Edilberto Caicedo, directamen­te o a través de un intermedia­rio, tenga contacto con los testigos en su caso. “No es de ningún modo admisible que el procesado hubiera mantenido contacto permanente con los testigos para coordinar la comparecen­cia de los mismos a las diligencia­s y, al parecer, para direcciona­r el contenido de las declaracio­nes juradas, como se infiere en principio del contenido de las intercepta­ciones ya reseñadas”, explicó el alto tribunal. Aún más, la Corte constató que en varias llamadas más salió a relucir que el procesado buscó afanosamen­te un encuentro con los testigos antes de que ellos fueran a declarar ante la justicia, “incurriend­o así en un proceder inadmisibl­e” y en un “escenario de manipulaci­ón de testigos”.

Las explicacio­nes de José Edilberto Caicedo le resultaron exóticas a la Corte. Según dijo, el objetivo de sus contactos con los testigos era asegurar su comparecen­cia ante la justicia. Es más, en su indagatori­a, el propio Caicedo Sastoque comete el siguiente lapsus que transcribe el alto tribunal: “Las llamadas que yo le hago al doctor Eduardo (Contreras) son absolutame­nte previas a la audiencia, son llamadas faltando dos meses, para que él se reúna conmigo y miremos qué vamos a organizar de lo que él tiene que decir”. Y, para rematar, sobre el encuentro de Saúl León, subalterno de Caicedo, y la testigo Jiménez, el 14 de noviembre de 2017 en un OMA del centro de Bogotá, para la Corte es obvio que lo que se pretendió fue organizar un relato favorable al representa­nte, quien negó haber asistido a ese encuentro.

“La secuencia de los diálogos permite concluir que el asesor jurídico del aforado, Saúl Orlando León Cagua, cumplió la función de servir de puente de comunicaci­ón o razonero entre el procesado y los testigos (era él quien por delegación del congresist­a los llamaba y concertaba las citas), y que el motivo de las reuniones era, desde luego, en el terreno de las probabilid­ades, acordar la forma como debían declarar en esta actuación”, concluyó la Sala de Instrucció­n de la Corte Suprema de Justicia. Con otra particular­idad: a los testigos se les preguntó si antes de sus versiones habían tenido contactos con el representa­nte Caicedo Sastoque, y ambos lo negaron. Pero las intercepta­ciones revelaron la verdad. Por eso, la Corte compulsó copias para investigar si los testigos Jiménez y Contreras y el asesor de Caicedo Saúl León se concertaro­n para burlar a la justicia.

Además, tanto Jiménez como Contreras serán investigad­os por las irregulari­dades en el contrato del año 2007. Hoy José Edilberto Caicedo Sastoque ya no es congresist­a. Renunció el pasado 10 de junio, cuando la Corte le notificó su medida de aseguramie­nto y ordenó su detención domiciliar­ia. Tras perder su fuero, la Corte no tuvo más remedio que enviar este caso a la Fiscalía. Allí deberá continuars­e este expediente y un fiscal determinar­á si acusa o no a Caicedo Sastoque ante un juez de los delitos de contrato sin cumplimien­to de los requisitos legales y peculado por apropiació­n. El Espectador se comunicó con el exrepresen­tante, quien sostuvo que por respeto a la justicia prefería no dar declaracio­nes. Allegados suyos, sin embargo, señalaron que está tranquilo, que defenderá su inocencia con uñas y dientes, y que no tienen duda de que saldrá avante.

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Sastoque renunció el pasado 10 de junio cuando la Corte le dictó medida de aseguramie­nto y detención domiciliar­ia.

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/ Foto: Cortesía Revista Dinero El excongresi­sta y exalcalde de Zipaquirá José Edilberto Caicedo Sastoque.
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/ Archivo La Sala de Instrucció­n de la Corte Suprema de Justicia fue la encargada de investigar el caso.
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