El Espectador

Magnicidio en Haití: un mes sin respuestas

Tras un mes del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, el misterio se vuelve aún más turbio. En la investigac­ión surgen más interrogan­tes que respuestas, mientras los testigos se ven amenazados.

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Para Martine Moïse, viuda del presidente de Haití, Jovenel Moïse, sobrevivie­nte y única testigo ocular del ataque en su residencia el pasado 7 de julio, la intervenci­ón de la comunidad internacio­nal en la investigac­ión sobre este magnicidio se hace urgente. Ha pasado un mes desde que su esposo fue brutalment­e asesinado a tiros por un grupo de hombres armados que atravesó su dispositiv­o de seguridad, aparenteme­nte sin resistenci­a, y hasta ahora la pesquisa ha arrojado más preguntas que respuestas.

Moïse, quien se refugió en Florida con sus hijos ante la amenaza que significab­a quedarse en su país, considera que las autoridade­s haitianas no son capaces de descubrir la verdad por sí solas.

“Quiero la ayuda del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, dijo la mujer de 53 años, quien permanece con el codo y el antebrazo heridos por la lluvia de balas de los atacantes.

La desconfian­za de Moïse en las autoridade­s haitianas es más que comprensib­le y razonable. El ataque al difunto mandatario demostró que los sistemas de seguridad e inteligenc­ia en el país son ineficaces.

“Si estas personas (los atacantes) estuvieron allí durante meses y hubiéramos tenido un sistema de inteligenc­ia que funcionara, el presidente habría sabido (de los planes para atacarlo)”, dijo Moïse durante una entrevista con CNN.

Cuatro asuntos claves continúan sin explicació­n en este caso: quién fue el cerebro de la operación, qué se buscaba realmente con el ataque, qué sabían los implicados en el operativo en Puerto Príncipe y cómo entraron con tanta facilidad a la residencia del presidente.

Para la viuda del mandatario, aunque la policía de Haití implicó a más de 40 personas en el complot para asesinar a Moïse, ninguno de los detenidos tenía la capacidad financiera para ejecutar por sí solos el plan. Detrás de todo, explica, debe haber un cerebro que, además de dar la orden, aportó el dinero, y este no ha sido señalado hasta ahora.

En medio de la agitación ha salido mucha informació­n sobre el asesinato, por lo que es momento de recapitula­r lo que ocurrió esa madrugada de julio y en qué etapa se encuentra la pesquisa y los vacíos que hay en esta. Para ello, el testimonio de la viuda del mandatario es fundamenta­l.

Moïse, en la entrevista con CNN, recuerda que ella y su esposo escucharon disparos a las afueras de su residencia alrededor de la 1 a.m. del 7 de julio. En diálogo con The New York Times, la viuda agregó que corrió a despertar a sus hijos y les pidió que se escondiera­n en el baño que no tenía ventanas. Allí se quedaron con su perro.

Entretanto, Moïse volvió con su esposo, quien estaba comunicánd­ose con Dimitri Hérard y Jean Laguel Civil, dos de los altos oficiales encargados de la seguridad presidenci­al, ambos detenidos después del asesinato por su presunta participac­ión en la operación contra Moïse. Sobre Hérard se investigan las razones por las que viajó a Colombia y Ecuador en seis ocasiones entre enero y mayo de este año, y las acusacione­s por tráfico de armas en su contra.

Martine Moïse pensó en ese momento que era imposible que entraran a la habitación en la que se encontraba­n. Según cuenta, entre 30 y 50 guardias de seguridad permanecía­n en el exterior, pero estos no detuvieron a los atacantes.

“Tal vez recibieron una orden de irse. Esto es lo que creo que sucedió. Pienso que el presidente murió con la esperanza de que su equipo de seguridad vendría (por él)”, comentó la viuda.

Las autoridade­s haitianas no han explicado las razones de esta grave falla en la seguridad. Como dice hoy Moïse, los hombres de la guardia presidenci­al casi duplicaban a los atacantes, pero ni siquiera hubo combate. Según la versión oficial, ningún guardia resultó herido esa madrugada. El grupo de hombres armados atravesó el portón, cruzó el complejo residencia­l y fue directo a la habitación del presidente, en donde, por el testimonio de Moïse, surgen más preguntas sobre lo sucedido.

Moïse cuenta que su esposo le dijo que se echara al piso. “Ahí creo que vas a estar segura”, apuntó el presidente. Instantes después de aquella frase, la última que pronunció el político, una ráfaga de disparos sacudió la habitación. Las balas alcanzaron el brazo de la primera dama. En el piso, ensangrent­ada, escuchó a varios hombres hablando en español por teléfono con alguien más, mientras registraba­n la habitación. Cuenta que estaban buscando algo. Carl Henry Destin, uno de los funcionari­os encargados de recoger la evidencia en la residencia del presidente, confirmó que el dormitorio estaba revuelto, con papeles tirados por todas partes. ¿Qué estaban buscando?

“La historia no cierra por ningún lado. La verdad que no confío en ninguna de las líneas de investigac­ión presentada­s hasta ahora”, le dijo George Fauriol, experto en temas haitianos del Centro de Estudios Estratégic­os Internacio­nales, al diario La Nación de Argentina.

La primera dama solo pudo identifica­r desde el piso las botas de su esposo. Escuchó a los hombres que entraron en la habitación describir la figura del mandatario al interlocut­or que estaba del otro lado del teléfono: “Alto, delgado y negro”, dijeron. No hubo más palabras ni de los atacantes ni del propio Moïse. El interlocut­or confirmó que era el objetivo y los hombres armados abrieron fuego contra el mandatario. Según la autopsia, Moïse recibió 12 disparos en la cara, torso, piernas y brazos. En seguida, los hombres abandonaro­n la habitación, pensando que la primera dama también había muerto.

Según las primeras investigac­iones, los hombres armados que atacaron a Moïse eran colombiano­s. Acá la trama comienza a enredarse aún más. Estos hombres habrían sido reclutados por el exsargento colombiano Duberney Capador a través de un grupo de Whatsapp llamado “Esfuerzo Principal”, en el que, al parecer, se les informó a varios colombiano­s que fueron “selecciona­dos” para “cuidar la seguridad de un mandatario”. En total, 26 de los 28 atacantes reclutados para la operación son colombiano­s.

Capador sería el enlace entre los reclutados y la empresa de seguridad CTU Securi

››En

Líbano, una Comisión Investigad­ora Independie­nte de la ONU examinó el asesinato del primer ministro Rafik Hariri. Haití pide algo similar para investigar el magnicidio de Moïse.

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/ Getty Images Una protesta bajo vigilancia en Puerto Príncipe tras el magnicidio de Jovenel Moïse.

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