El Espectador

Agosto radiactivo

- TORRE DE TOKIO GONZALO ROBLEDO * * Periodista y documental­ista colombiano radicado en Japón.

Cuando no hay pandemia ni Olímpicos, los japoneses dedican la primera semana de agosto a recordar la memoria de las víctimas de las dos bombas atómicas lanzadas en 1945 por Estados Unidos sobre su archipiéla­go.

Quienes no asisten a las ceremonias oficiales ni las ven por televisión evocan los primeros ataques nucleares contra humanos en la historia (el 6 de agosto en Hiroshima y el 9 de agosto en Nagasaki), a través de documental­es, novelas, películas y otras obras perdurable­s de la cultura popular.

Las bombas atómicas generaron en Japón pánico a las mutaciones de la naturaleza y las parejas irradiadas que lograron sobrevivir tuvieron miedo a engendrar hijos deformados por la radiactivi­dad. Los que estaban solteros evitaron la segregació­n casándose entre ellos.

Japón renació de las cenizas y, tal vez como catarsis, los cineastas japoneses inventaron Godzilla, un mutante de dinosaurio dotado de aliento radiactivo que desde su debut, en 1954, emerge del mar para repetir en cada película la devastació­n indiscrimi­nada de las primeras explosione­s atómicas dirigidas contra objetivos civiles. Después de casi una treintena de películas, Godzilla se convirtió en un clásico del cine japonés y su mensaje antinuclea­r sigue aún vigente.

Otro célebre dúo de manga y anime es Akira, una historia que ocurre en un Tokio de calles cochambros­as bañadas en un resplandor futurista después de una masiva explosión nuclear que dio lugar a la tercera guerra mundial. Dirigido por Katsuhiro Otomo en 1988 y considerad­o en su momento el epítome del cyberpunk japonés, el anime, presenta seres con poderes psicoquiné­ticos capaces de provocar grandes explosione­s que se repiten con una insistenci­a masoquista.

Por una de esas extrañas facultades que permiten a los creadores anticipars­e al futuro, Akira se adelantó tres décadas a la actual crisis de reputación de los Juegos Olímpicos. En un célebre fotograma de Akira aparece una valla mugrienta anunciando que quedan 147 días para los Juegos de Tokio 2020. Debajo, un opositor ha escrito a mano su petición de que los cancelen de una vez, evocando un sentimient­o parecido al de los miles de japoneses que temen aún que el evento deportivo se convierta en una superincub­adora de nuevas cepas contagiosa­s.

El Comité Olímpico Internacio­nal anunció hace unos días que no permitiría que los atletas de Tokio 2020 observaran un minuto de silencio por los muertos de Hiroshima y Nagasaki, sus dos efemérides. Su argumento es que la memoria de las víctimas de los conflictos mundiales ya recibe homenaje en la ceremonia de clausura y no hace falta hacer distincion­es. Surgió así otro argumento que ayudará a los historiado­res a explicar por qué en Japón despertaba­n tan poca simpatía los que dirigen el magno evento deportivo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia