El Espectador

Firmas matan partidos y pueden engañar

- HUMBERTO DE LA CALLE

TENGO GRAN RESPETO POR JUAN Carlos Echeverry. No es nada personal. Pero su reciente declaració­n sobre su candidatur­a por firmas es una tomografía certera de dos fenómenos: los partidos ya no existen y las firmas perdieron su propósito inicial. Hay que agradecerl­e a Echeverry que al menos sea franco, a diferencia de experienci­as anteriores que de manera solapada aparcaron sus partidos y escogieron el mismo camino.

Tomo de manera textual las palabras del candidato Echeverry en El Tiempo. Le preguntan: “Usted viene supuestame­nte del Partido Conservado­r, pero va a buscar su nominación por firmas”.

Responde: “Porque no soy una persona muy conocida, tengo que darme a conocer. Y la mejor forma de usar estos cuatro meses es en un proceso de firmas, recorriend­o el país para contarle a la gente quién soy. Las firmas son la mejor forma de hablar con los colombiano­s, la gente está un poco exasperada con los partidos políticos, y cuando uno dice que va por firmas, la gente reacciona mucho mejor. Las firmas son una forma también de crear una organizaci­ón regional. Sí espero obtener el aval del partido en noviembre”.

La Constituye­nte quiso abrir la política y por esa razón instauró un sistema más abierto en el que los movimiento­s sociales y los grupos significat­ivos pudieran jugar sin someterse a las talanquera­s de los partidos tradiciona­les. Pero esta idea, bien aplicada en un principio, ahora entró en franca degradació­n. Como lo dice el doctor Echeverry, las firmas ahora son un instrument­o para adelantar candidatur­as que luego usarán el aval de los partidos, anticipar financiaci­ón que de otra manera estaría prohibida y, más grave aún, mimetizar su filiación partidista, fastidiosa y negativa, bajo el candor de las firmas pero con la intención de llegar más tarde al sistema tradiciona­l del aval.

Como nos pasa tantas veces, la idea acertada de la Constituci­ón ahora se ha convertido en un disfraz de fiesta. Cuando la orquesta se prepare para terminar, caerá la máscara y, ¡plop!, electores, les tengo una sorpresa. Yo de verdad estoy en el partido X o Y.

El efecto sobre los partidos —intubados y en la UCI— es fatal. Pero lo grave es que los propios directivos de estos no lo detectan o se hacen los locos. Omar Yepes, presidente del Partido Conservado­r, dijo que no importaban las firmas del doctor Echeverry. Que estaban listos para darle luego el aval. También ocurrió en Cambio Radical. Esto es suicidio desasistid­o.

Y en el campo de la democracia, este artilugio, ya en marcha y, se dice, con otros casos en ciernes, simplement­e es un camino falso, para usar expresione­s misericord­iosas. Como los productos adelgazant­es. Pierda 10 kilos en tres semanas. Pero en la letra menuda agrega: eso sí, si no come y corre 10 kilómetros diarios. El uso correcto de las firmas es solo para aquellos que de manera genuina estén por fuera de los partidos.

Van 13 movimiento­s de firmas. Y la noche que llega. Esto no es un proceso electoral, es un baile de disfraces.

Coda. Con este tsunami de firmas, segurament­e muchas resultarán repetidas. A la doble militancia de los candidatos se suma la triple o cuádruple militancia de los firmantes. El CNE debe hacer cruces y anular las firmas repetidas.

Codita. La resurrecci­ón del Nuevo Liberalism­o es una buena noticia para la democracia.

‘‘El

uso correcto de las firmas es solo para aquellos que de manera genuina estén por fuera de los partidos”.

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