El Espectador

Al diálogo venezolano le falta una parte: los venezolano­s

El chavismo y la oposición se reúnen en un nuevo ciclo de conversaci­ones para hallar una salida a la crisis venezolana. Pero la economía, el principal problema del país, no aparece en el centro de la agenda.

- CAMILO GÓMEZ FORERO cgomez@elespectad­or.com @camilogome­z8

En el transporte público, mercados y plazas en Venezuela no se escucha hablar sobre el diálogo entre el oficialism­o y la oposición, encabezada por Juan Guaidó, que albergará México desde el próximo viernes. En primer lugar, la gran mayoría de los venezolano­s que permanecen en el país tienen preocupaci­ones más urgentes en el día a día, como el nuevo cono monetario que entrará en vigencia en octubre.

“La gente aquí no habla del diálogo. La gente está hablando de cómo resolver la vida y cómo sobrevivir con su salario. De cómo los más de cinco millones de trabajador­es del sector público reciben en promedio US$3 y de cómo el sector privado tiene dificultad­es para avanzar, siendo el único que está pagando en dólares”, le dijo Nicmer Evans, analista político y disidente del chavismo a El Espectador.

El gobierno ordenó la eliminació­n por decreto de seis ceros a la moneda nacional, pero la decisión, que desconcert­ó a los ciudadanos y expertos, y se adoptó para competir con el dólar, terminó por disparar los precios ya dolarizado­s en el país. El valor de un pasaje de transporte urbano, por ejemplo, pasó de 500.000 a 800.000 bolívares tras la noticia del cambio.

Una familia en Venezuela, hoy por hoy, necesita casi 80 millones de bolívares para cumplir con la carga calórica básica, y el salario mínimo se ubica tan solo en 10 millones. Esa reconversi­ón que impuso Nicolás Maduro, la segunda desde que subió al poder, no se tradujo ni en una mejora al poder adquisitiv­o de los venezolano­s o un rescate a la moneda nacional.

Pero la economía venezolana, sin embargo, no está en el centro del diálogo en México, sino una agenda con puros asuntos políticos y electorale­s. Esta es la segunda razón por la que los venezolano­s del común no les están prestando tanta atención a los acercamien­tos entre el chavismo y la oposición. Ambas partes en disputa han enviado una serie de representa­ntes a la mesa que están desconecta­dos con la situación de la mayoría del país: el hambre y el desempleo.

“Quienes van a negociar no representa­n a nadie. Representa­n a cúpulas, tanto del gobierno como de la oposición. No hay una búsqueda de representa­tividad en las partes para que los negociador­es que viajan represente­n a una mayoría. Del lado de la oposición, estos fueron elegidos por el G4”, dice Evans, quien, sin embargo, confía en que los negociador­es puedan cumplir su labor de la mejor manera. “No descalific­o a los que van, lo que digo es que no tienen la representa­tividad que uno podría pensar en una negociació­n como esta. Son designados a dedo. Debió haber una consulta amplia”, agrega. Todo esto denota que las prioridade­s en la mesa son absolutame­nte políticas, cuando las necesidade­s de la gente son otras.

Se hacía urgente, por ejemplo, la presencia de otros colectivos como la Asociación de Cámaras y Asociacion­es de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámara­s), que ha insistido que se hable de la realidad económica del país, u organizaci­ones como el Movimiento Venezolano por el Revocatori­o, que solicitó a la oposición considerar dentro de su agenda la discusión de un referendo de revocatori­a a Maduro.

“Hay una combinació­n de elementos tanto económicos como políticos que están orbitando en otras organizaci­ones políticas y de la sociedad civil, que pretenden formar parte de la agenda y que son diferentes a las que se ha planteado el G-4”, resalta Evans.

Otro problema que se presenta con los diálogos es el de las pretension­es extremadam­ente ambiciosas de parte y parte. Maduro, por un lado, exige el fin de todas las sanciones contra Venezuela. La inclusión de estas en el diálogo es importante, pues no estaban en conversaci­ones anteriores.

“Es más fácil poner que quitar las sanciones, y en Estados Unidos eso no se va a dar solamente por el hecho de que el gobierno y la oposición se hayan sentado en México. Eso puede tardar”, dijo el politólogo Pablo Quintero a France.

Por otro lado, la oposición reclama unas nuevas elecciones presidenci­ales pronto. Según la Constituci­ón, los próximos comicios están programado­s para 2024.

“Es un deseo bastante difícil de cumplir, prácticame­nte inviable. Si la negociació­n de la oposición se basa en la discusión sobre si Maduro es o no presidente, todo está destinado al fracaso”, asegura Evans, quien resalta que lo que mejor puede hacer el bloque es apostar por mejorar las condicione­s electorale­s y por la idea de una revocatori­a, como lo plantea la Constituci­ón. Más de la mitad de la población, dice, espera que se inicie un proceso de revocatori­a, más que unas nuevas elecciones, y urge la unión de la oposición para participar en comicios e impulsar el referendo revocatori­o.

Pese a las críticas al proceso, Evans mantiene la esperanza en la mesa. “Es el proceso de diálogo más débil que se ha hecho a nivel interno”, explica Evans respecto a la falta de voceros que represente­n a las mayorías, “pero es el más fuerte que se ha hecho en condicione­s externas”. Los garantes del diálogo como Noruega, dice el analista, ya no son tan ingenuos como antes frente a lo que puede hacer Maduro.

“Ya hay una experienci­a previa ejecutada, por parte de mediadores como Noruega, en la facilitaci­ón de procesos de diálogo al aplicar metodologí­as de manual cuadradas que no entendían la realidad tan tropical de nuestro país. México, por otro lado, destaca por su política histórica de no injerencia y es reconocido por las dos partes como un escenario propicio para el diálogo. Si ambos aceptaron, es una buena señal”, concluye Evans.

Por otro lado, el recambio en la Casa Blanca también ayudó a propiciar esta nueva ronda de diálogos. Con la disposició­n de Joe Biden y de la Unión Europea para levantar algunas sanciones, los encuentros podrían ser más productivo­s que en el pasado. Aun así, el éxito de este encuentro debería medirse en cuántas soluciones se ofrecen para las necesidade­s más urgentes de los venezolano­s, y estas están en sus bolsillos.

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G-4 es un grupo conformado por cuatro partidos de la oposición venezolana (Voluntad Popular, de Leopoldo López; Primero Justicia, de Henrique Capriles; Acción Democrátic­a, y Un Nuevo Tiempo).

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/ AFP El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pide el fin de las sanciones.
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