El Espectador

Haciendo difícil lo fácil

- DAVID YANOVICH

SIEMPRE QUE SALGO A MANEJAR por carretera me sorprendo del retraso que tiene Colombia en materia de peajes. Una caseta de peajes en el país es, en cierta medida, un reflejo de lo difícil que es gestionar el Estado, de hacer las cosas más sencillas para los ciudadanos, de progresar.

Es absolutame­nte increíble, por ejemplo, que en el año 2021 aún no exista en el país un sistema unificado de peajes electrónic­os. Es más, en la mayoría de los peajes el carril electrónic­o sigue siendo minoría frente al ineficient­e sistema de recaudo en efectivo. Esto no solamente genera unos trancones monumental­es, consideran­do además otra de las caracterís­ticas sobresalie­ntes del peaje colombiano: es imposible pensar que los conductore­s lleguen con la plata lista para pagar. Hay que esperar a que busquen la moneda de 500 para completar el pago.

La forma de tasar los peajes es otra señal de lo complicado que es a veces ser ciudadano en Colombia. Ya que no hay peajes electrónic­os, ¿por qué entonces no ponen un precio que no implique tener que buscar monedas en lugares recónditos para dar el precio exacto? ¿No es más fácil, digamos, poner el peaje a $10.000 que a $10.200? Esto seguro ayudaría, en algo, a disminuir los tiempos de espera de conductore­s en eternas colas de pago.

La pregunta que inmediatam­ente asalta al conductor es por qué esto no se puede cambiar. ¿Por qué es tan difícil en Colombia aplicar tecnología­s que existen hace décadas en otros países del mundo, tecnología­s que permitiría­n mejorar de manera importante la competitiv­idad del país y el bienestar de sus ciudadanos?

Sin pretender tener un estudio con ningún tipo de rigor científico, creo que hay varias razones detrás del diseño del peaje colombiano. Una primera es una desarticul­ación entre diferentes entidades del Estado. Hay carreteras municipale­s, departamen­tales y nacionales. Hay secretaría­s de Tránsito en cada una, está el Invías, la ANI y el Ministerio de Transporte. En el pasado se han tramitado leyes, pero con consecuenc­ias poco concretas en la materia, de la obligatori­edad de tener a lo menos un carril electrónic­o en todos los peajes e incluso se ha abierto una licitación para homologar las diferentes tecnología­s para asegurarse de que todos los chips funcionen en todos los peajes.

Pero, ¿no es más fácil selecciona­r una única tecnología para todos los peajes? ¿Por qué dejar a discreción de los concesiona­rios qué tecnología adoptar? Así funcionan los sistemas de transporte masivo en las ciudades, un modelo que tal vez se podría aplicar para las carreteras nacionales y departamen­tales.

Otra razón es, pensaría uno, la defensa de unos intereses creados detrás del recaudo de peajes en efectivo. Esto requiere una logística no menor: cajas fuertes para guardar el efectivo, transporte de seguridad en carros blindados hasta el banco, consignaci­ones en efectivo en sucursales bancarias. Hay que aceptar que, en materia de creación de empleo, sí es posible que el ineficient­e sistema actual le gane al peaje electrónic­o.

Solucionar el problema de los peajes en el país es una tarea sencilla, pero requiere el concurso de varios actores. Y como suele suceder con muchos temas, ¿para qué hacerlo fácil si se puede hacer difícil?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia