Acueductos en las veredas, un bálsamo para la calidad de vida
La Gobernación y Empresas Públicas de Cundinamarca avanzan en la adecuación de 400 acueductos rurales para mejorar la cobertura, calidad y continuidad del servicio en los municipios del departamento. La meta de este año es mejorar 230 acueductos.
Históricamente, Cundinamarca ha tenido problemas de abastecimiento de agua. De hecho, para quienes viajaban a fincas en los municipios turísticos debían llevar un par de botellones, para cocinar y otros quehaceres. Ni qué decir de los habitantes de veredas y corregimientos, sobre todo aquellos enquistados en las partes altas de la escarpada geografía cundinamarquesa, que por décadas carecieron de un servicio continuo; pero el panorama viene cambiando con los avances en infraestructura, acompañamiento técnico y destinación de recursos para garantizar el acceso al agua en los 116 municipios.
Los esfuerzos se traducen en mejoras en la calidad de vida de residentes y turistas. De eso da fe Óscar Rodríguez, quien vive en la vereda San José, del municipio de Machetá. Allí viven ochenta personas, casi todas de la tercera edad, a las que por años les tocó almacenar agua de lluvia. El asunto era crítico en verano y debían comprar agua en bolsa. “Había amigos que vivían cerca de nacimientos y ellos compartían para la vereda”, cuenta Rodríguez sobre otro de los métodos que tenían para acceder al líquido. La potabilidad, por supuesto, no era la mejor así que “Tocaba hervirla bien. No había de otra”.
A 143 kilómetros al sur, en Cáqueza, vive Rosa Buitrago. Ella y su familia viven en el barrio Villas del Tejar y también sufrieron por décadas la falta del servicio. Incluso, comenta, su hijo sufrió gastroenteritis por tomar agua de río, la cual, por más que se hierva, no tiene tratamiento. Desde entonces les tocó aplicar el mismo método que Rodríguez, en
Machetá. “Eso es algo que encarece la canasta familiar”, dice Rosa.
Aunque hace unos años se construyó en Cáqueza un acueducto, es de poca capacidad y está en la parte baja del municipio, así que la presión no da para que suba hasta el barrio donde habita Buitrago, quien señala que, aunque haya acueducto, no hay servicio continuo. Algunas veredas obtienen el líquido de ríos y otros nacimientos, pero al no ser tratada, suele ocasionar problemas de salud. “El agua del río y la que se almacena se contamina. En verano no hay y muchas veces duramos un mes sin agua”.
Un cambio
Pero parece que el panorama cambiará. Buitrago relata que en este momento los habitantes de su barrio hacen parte de un proceso de sensibilización, pues a finales de este año pondrá en servicio uno de los acueductos, que impulsa Empresas Públicas de Cundinamarca (EPC), a través de planes maestros de acueductos y construcción de plantas de tratamiento de agua potable, con los que se busca mejorar la cobertura, calidad y continuidad del servicio en zonas con históricas fallas en el suministro. “La construcción avanza y el sueño es, por fin, tener agua. La expectativa es alta y, lo mejor, es que será apta para el consumo humano”, cuenta Buitrago con emoción.
Junto a los planes maestro también avanza el programa “Agua a la Vereda”, con el que esta administración busca llevar el servicio de acueducto a 20.000 cundinamarqueses. Según Juan Eduardo Quintero, gerente de EPC, esto se logrará gracias al trabajo conjunto con las comunidades y los municipios. “Trabajamos los estudios y diseños de los proyectos; en conseguir recursos, y ejecutar las obras, para aumentar la cobertura”.
El proceso de llevar agua a la zona rural no ha sido fácil, porque la población campesina está muy dispersa. Además, llevar las tuberías es más difícil que en los cascos urbanos. Esto, sin contar que la agricultura y la ganadería están agotando los nacimientos de agua, por lo que Quintero señala que “cada vez hay que ir más arriba y se vuelve más complejo”. A pesar de esto, en cada acueducto se ha logrado instalar tuberías, tanques, medidores y redes por un monto de $40 millones, que hacen parte del fortalecimiento técnico, y se han invertido $22,5 millones, en fortalecimiento institucional, para que funcionen como una empresa moderna y sostenible en el tiempo.
“Agua a la Vereda” es un programa que en la pasada administración logró adecuar 380 acueductos veredales. En esta nueva etapa, la meta es llegar a 400 acueductos, de los cuales ya seleccionaron ochenta en 49 municipios, lo que demandó una inversión de $5.000 millones. EPC está a punto de lanzar una nueva convocatoria para 150 más, y completar 230. La meta para 2022 es hacer los 170 restantes y complementarlos con otra estrategia: “Más agua potable”, que llevará plantas de tratamiento.
“Muchos municipios tienen acueducto estructurado y llegan a casas rurales, pero es agua cruda y sin tratamiento. Nos hemos puesto la meta de llegar a cincuenta plantas de tratamiento y esperamos tenerlas a finales de 2021. Esas infraestructuras deben tener garantizado un programa de estabilidad del servicio. No es hacer una obra y abandonarla”, puntualizó Quintero.
La gestión de EPC para mejorar la calidad de vida de los cundinamarqueses se evidencia en otros programas. Pero, sin duda la construcción y el mejoramiento de los acueductos, sobre todo en las zonas rurales, es la estrategia con más visión a largo plazo, para saldar una deuda histórica con los habitantes de Cundinamarca que por décadas tuvieron que buscar, por su cuenta, la forma de calmar su sed.