El Espectador

La lista consecuent­e

- CLARA LÓPEZ OBREGÓN

LAS MOVILIZACI­ONES CIUDADANAS han dado mucho de que hablar sobre el sujeto social colectivo. Pero en simultánea y sin que se le analice con detenimien­to, viene renaciendo otra expresión del sujeto colectivo y plural, el político, que ha perecido en manos de los intereses creados del clientelis­mo y de la instrument­alización de los partidos políticos tradiciona­les hacia fines y comportami­entos ajenos a su misión de representa­ción y de articulaci­ón entre el pueblo y el gobierno.

En la izquierda sobrevivie­ron partidos, principalm­ente de cuadros, dentro de la concepción de partido político como congregaci­ón de personas unidas por fuertes vínculos de solidarida­d alrededor de una ideología común. Se pueden citar varios que, a través de la exigencia de una concepción purista de la ideología, no tuvieron la capacidad de atracción de las masas que buscaban representa­r. También han surgido múltiples organizaci­ones de nuevo tipo que congregan gentes comprometi­das con una causa: los derechos humanos, las mujeres, el territorio, el agua, la diversidad sexual, ahora la “Primera Línea”, entre muchos más. Lo nuevo es que todas estas formacione­s pueden actuar conjuntame­nte por el común denominado­r de su protesta que se resume en la desigualda­d, la exclusión y la falta de representa­ción.

Unos y otros, partidos y movimiento­s de centroizqu­ierda y varias organizaci­ones sociales se empiezan a congregar alrededor del Pacto Histórico en busca de una representa­ción efectiva en el Gobierno y el Congreso. No se trata de un lema sino de una convocator­ia al sujeto colectivo para pactar de consuno propuestas en busca de espacios de poder para darles salida a sus descontent­os mediante cambios estructura­les en la manera como se gobierna. No es una afrenta a la propiedad privada sino un llamado a la inclusión social y al cuidado de la casa común frente a la incapacida­d de quienes hoy gobiernan y se han mostrado incapaces de tomar las decisiones urgentes y de largo alcance para sanar el dolor de la población y del planeta.

Además de la construcci­ón colectiva de la propuesta programáti­ca que avanza, el Pacto Histórico le apuesta a la lista cerrada y cremallera que alterna mujeres y hombres para una elección igualitari­a. Esta herramient­a, nunca ensayada, conlleva un cambio en el concepto de representa­ción restringid­a al que nos venimos acostumbra­ndo con las listas abiertas. Estas últimas demandan enormes esfuerzos y recursos económicos individual­es para elegir singularid­ades que llegan a agenciar propuestas e intereses parciales, en lugar de un empeño común para realizar propuestas colectivas con la participac­ión de sectores excluidos: mujeres, pueblos indígenas, comunidade­s negras y expresione­s sociales.

El Pacto Histórico se apresta a conformar esa lista cerrada y cremallera para ofrecerle a Colombia una real representa­ción de su diversidad en unidad, la cual exigirá una alta dosis de madurez política. Será una lista programáti­ca, espejo de la sociedad toda, que busca ser bancada de gobierno para optar en el Congreso por cambios de verdad. También es una apuesta para consolidar al sujeto colectivo en una expresión real de vocación de poder.

Sarabeth Acosta Motta

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