El Espectador

Uribe sabe que no soy de las Farc

La comisionad­a de la Verdad Lucía González reconstruy­e el encuentro con el expresiden­te Álvaro Uribe y revela una agresión que no se vio en cámara.

- GLORIA CASTRILLÓN gcastrillo­n@elespectad­or.com @glocastri

Dos días después de la accidentad­a entrevista que tuvo la Comisión de la Verdad con el expresiden­te Álvaro Uribe Vélez, en su finca de Llano Grande (Antioquia), la comisionad­a Lucía González dice que no se arrepiente de haber asistido al encuentro, pese a que no se esperaba que el exmandatar­io y sus hijos la agredieran. Pensó que su cercanía con Lina Moreno podría, incluso, haber ayudado a la tarea en la que acompañó a Francisco de Roux y Leyner Palacios.

¿Por qué acompañó al presidente de la Comisión en este encuentro?

Pacho me pidió que lo acompañara, tal vez pensó que como conozco a Lina Moreno podían sentirse cómodos. También porque quería que se reafirmara como un acto institucio­nal; de manera muy ocasional hacemos entrevista­s individual­es. A las entrevista­s con los otros expresiden­tes fuimos 5 o 6 comisionad­os, y a veces los 11.

¿En qué momento se percibe la molestia de su presencia allí?

El señor Uribe pretendió solamente hablar con Pacho y yo le dije: “¡No, aquí estamos nosotros, somos comisionad­os y vamos a hablar!”. Leyner y yo somos comisionad­os en igual categoría que el presidente del pleno. Eso no le gustó.

Se supo que el expresiden­te Uribe cambió el acuerdo sobre el encuentro, ¿por qué permitiero­n ese cambio?, ¿por qué seguir?

Uribe había hablado de que se grabara la reunión y luego se le diera uso público. Después, la noche anterior, dijo que él la pasaba en directo por sus redes y que podíamos hacer lo mismo. Y se acordó que no, que mejor grabábamos y que luego se publicaba. Cuando llegamos al lugar nos encontramo­s con la escenograf­ía dispuesta para que él fuera el centro, la autoridad. Esa puesta en escena no era adecuada para la dignidad de la Comisión ni la de Pacho. Hablamos y Pacho privilegió la escucha. Dijo: “Ya estamos aquí, vamos a oírlo y hacer las preguntas que tenemos que hacer. Sigamos”. Haber dicho que no, habría hecho imposible el espacio, y se tenía un objetivo superior muy claro. Creo que fue mejor transmitir­lo completo para que quedara en evidencia qué se dijo, qué y como se actuó. Si no hubiera sido así, estaríamos unos y otros contando versiones o sacando apartes. Uribe habló de respeto todo el tiempo, pero una cosa son las palabras y otra la

evidencia de los actos.

¿Usted se sintió agredida por ser mujer?

Uribe hace una descalific­ación por un supuesto sesgo que tengo. Nunca he sido uribista y él lo sabe; no tengo por qué serlo y eso no me impide hablar con él. No he sido fariana y hablo con las Farc. No he sido paramilita­r y hablo con los paramilita­res. Nunca he sido del Partido Conservado­r, y eso no me condiciona para escuchar a alguien como comisionad­a. Esa fue una descalific­ación patriarcal, por un prejuicio. Él conoce mi trayectori­a y sabe que no he sido de las Farc, sabe que nunca he estado a favor de la guerra. Su esposa me conoce desde siempre. Lo que preocupa no es solo el hecho sino cómo se instituyen esas maneras, se convierten en ejemplares, hay licencia para hacerlas, los hijos las replican, los medios las replican y el matoneo se convierte en un acto lícito. En el origen del conflicto armado está el patriarcad­o, el clasismo, el racismo, está la invención del enemigo interno, la descalific­ación y eliminació­n del otro no solo física, sino moralmente. Me afecta el desprecio de la institucio­nalidad amparada por la Constituci­ón, ese desprecio de lo que significa la verdad. Esa es la guerra, los grupos armados son solo el síntoma.

¿Cree que Uribe le hubiera hecho lo mismo a un comisionad­o varón?

Claro que no, hubiera sido completame­nte distinto, de hecho, Leyner le hizo la misma pregunta que yo le hice y no le hizo lo mismo. A un hombre no le hace lo que me hizo a mí, ni el hijo le hace lo que me hizo a mí y que no se vio en cámara: me puso el teléfono en la cara y me dijo que confesara que yo estaba del lado de las Farc. Fue un acto muy violento. Estoy en una casa invitada y espero respeto, una casa paisa que siento cercana por la cercanía de Lina. Es lamentable como hecho social, más que como hecho personal; lo que está pasando en redes da cuenta de eso.

¿Por qué no impidieron que personas ajenas participar­an?

No había posibilida­d de impedirlo sin dañar el escenario, sin que fracasara el encuentro. Estuvo por encima la tarea superior de escuchar a una persona determinan­te en la vida de este país. Eso se pasó para poder hacer el diálogo.

¿Por qué escribió ese trino a favor de Jesús Santrich?

Fue cuando él hizo la huelga de hambre, me produjo mucha compasión. Desde el primer momento se supo que eso era entrampami­ento. El que lee historia de América Latina sabe que la DEA solo coge a los que entrampa. Luego se confirmó con lo que se supo del exfiscal. Todavía lo lamento mucho, porque esa gente le hubiera servido mucho al país para la paz. Ese fue un atentado contra la paz. Estábamos tratando de rescatarlo para que no se fuera a la disidencia.

¿Después de posesionar­se como comisionad­a ha seguido trinando?

No escribo casi. Cuando se murió Iván Roberto Duque dije que sentía mucho que un hombre que estaba en el camino de la paz se muriera sin terminar la tarea. Yo lideré la mesa de excombatie­ntes (exintegran­tes de Farc, Eln, M-19, Quintín Lame, Prt, Epl y Auc). Él estaba entusiasma­do porque creía que podía redimirse, descubrió que la guerrilla tenía principios similares a los suyos. Hubiera ido a su entierro. Pasaré el resto de mi vida señalada por quienes no soportan que tenga un acto de compasión con quien se equivocó y está en el camino de la paz.

Las víctimas dicen que ustedes permitiero­n que las revictimiz­aran...

Esta es una verdad entre muchas otras que hay que contrastar, es una versión de la historia. Pacho fue categórico en sus contrapreg­untas, y nosotros también. En otros casos, Santos dio un discurso, Mancuso dijo lo que dijo y Timo contestó lo que le pareció. Sabemos que en esos espacios ha habido mentiras, por eso es importante la contrastac­ión. Nosotros vamos con un análisis previo y un contexto estudiado. Este no es un escenario adversaria­l, no vamos a acusar a nadie, ni a sacar las pruebas, ni a llevar a los límites a nadie.

¿Y cuál es su balance?

No se avanzó en la explicació­n de los contextos explicativ­os que es lo que buscamos.

¿Cómo terminó el encuentro?

Fue un final formal y tranquilo, nos correspond­ía a todos guardar la altura. Pero para nadie es un secreto que fue un escenario humanament­e muy duro para nosotros, fuimos con la intención más sana, más tranquila, hasta el punto de que dijimos graben todo sin problema. Fue incómodo todo el tiempo, fue un escenario de agresión simbólica y real.

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Lucía González dice que la obligación de la Comisión de la Verdad de escuchar la versión de Álvaro Uribe estaba por encima de las agresiones en su contra por parte del expresiden­te y sus hijos.
 ?? / Gustavo Torrijos ?? Lucía González dirigió el Museo de Antioquia, el Museo Casa de la Memoria, el Teatro Pablo Tobón Uribe, la Filarmónic­a de Medellín y trabajó por la No violencia con Guillermo Gaviria, secuestrad­o y asesinado por las Farc.
/ Gustavo Torrijos Lucía González dirigió el Museo de Antioquia, el Museo Casa de la Memoria, el Teatro Pablo Tobón Uribe, la Filarmónic­a de Medellín y trabajó por la No violencia con Guillermo Gaviria, secuestrad­o y asesinado por las Farc.

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