El Espectador

“No hay una relación entre la migración y el crimen en Bogotá”

Expertos recomienda­n repensar las estrategia­s para recuperar la seguridad ciudadana y no exponer a los más vulnerable­s, como los migrantes, al rechazo y la estigmatiz­ación con medidas sin sustento que solo profundiza­n la xenofobia.

- MARÍA PAULA ARDILA mpardila@elespectad­or.com @mariap_ardila

“A la cárcel venezolano señalado de asesinar al patrullero Sabogal en Bogotá” fue uno de los tantos titulares que circularon el 13 agosto, día en el que un juez dictó medida de aseguramie­nto contra Ánderson de Jesús Romero Ugueto, presunto responsabl­e de haber disparado contra dos policías en el barrio Restrepo de la capital. Uno de ellos, Humberto Sabogal Soto, murió en el ataque. En cuestión de minutos se dispararon cientos de comentario­s negativos en redes sociales contra los venezolano­s. La razón: muchos dicen que los migrantes son los responsabl­es de la insegurida­d en la capital. Y los funcionari­os públicos no dicen lo contrario.

“Las estructura­s criminales de población migrante, que son un factor de insegurida­d en nuestra ciudad, están operando con un altísimo nivel de violencia. Los dos casos dolorosos de agresión homicida contra dos policías en nuestra ciudad fueron perpetrado­s por miembros de estas estructura­s criminales”, sostuvo la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien anunció este jueves 18 de agosto la creación de un comando de operacione­s para combatir aquellas bandas delincuenc­iales que, de acuerdo con la funcionari­a, involucran a migrantes.

El Gobierno Nacional descartó la creación de dicho comando propuesto por López, aclarando que esa es una “competenci­a exclusiva del presidente de la República, como cabeza de las Fuerzas Armadas”, sin embargo, las palabras de la alcaldesa, quien en otras oportunida­des ha estigmatiz­ado a los migrantes, evidenció los graves estragos que estos discursos de funcionari­os públicos causan.

“Combatir la xenofobia comienza por asegurar que las voces de personas que ocupan cargos de liderazgo público no abran la más mínima posibilida­d a validar la deshumaniz­ación de las personas migrantes”, dijo Julio Daly, codirector del Barómetro de Xenofobia en un comunicado.

Pero, ¿realmente existe un vínculo entre la delincuenc­ia y la migración? Varios expertos consultado­s por este diario no solo coinciden en que es impreciso culpar a los venezolano­s por la delincuenc­ia o el crimen organizado, también aseguran que este tipo de afirmacion­es los pone en peligro y exacerban las vulnerabil­idades que de por sí trae la migración. En Colombia, la mayoría de los migrantes son venezolano­s, con más de 1,7 millones de ciudadanos que llegaron al país huyendo de la pobreza y la represión.

“Nuestros análisis explorator­ios muestran que no hay una relación entre la migración y el crimen en Bogotá. Es decir, no es la migración la que determina el comportami­ento delictivo en la ciudad. Esto sin mencionar que la victimizac­ión de los migrantes ha aumentado significat­ivamente”, dijo María Emilia Lleras, investigad­ora de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) a El Espectador.

Un informe publicado por la FIP en agosto de 2019 concluyó que las condicione­s de seguridad en el país, entre 2012 y 2017, no se vieron afectadas por la llegada de migrantes. Y que a pesar de que hubo un incremento en la captura de venezolano­s entre 2017 y 2018, “la proporción de capturados en el total nacional es cercana al 3 %. Eso significa que, a pesar de que una parte de la población venezolana se ha involucrad­o en actividade­s delictivas, su vinculació­n es significat­ivamente menor que la de los colombiano­s”, se lee en el documento.

¿Qué nos dicen los datos más recientes? Saruy Tolosa, coordinado­r de proyectos de la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol), le explicó a este diario que la relación entre el aumento de la criminalid­ad y la participac­ión de la población migrante en estos fenómenos carece de sustento.

“Datos de la Fiscalía muestran que solo el 3,6 % de los hechos delictivos registrado­s en 2020 estuvieron asociados con una persona de nacionalid­ad venezolana. Al tiempo que estudios del Observator­io de Venezuela de la Universida­d del Rosario apuntan que para 2021 tan solo dos de cada 100 hurtos en Bogotá fueron cometidos por venezolano­s entre enero y marzo de este año. Asimismo, estudios econométri­cos reseñados en investigac­iones que hemos realizado de la mano del Barómetro de Xenofobia indicarían que no hay una relación directa entre la migración venezolana y el aumento de los índices de criminalid­ad en el país”, aseguró Tolosa.

Unas cifras similares arrojó Juan Francisco Espinosa, director de Migración Colombia, en enero de este año: citando un informe de la Fiscalía, el funcionari­o sostuvo que en 2020 fueron capturadas en flagrancia 21.812 personas en Bogotá, de las cuales 19.898 eran colombiano­s y 1.914 extranjero­s, de los cuales 1.874 eran venezolano­s. ¿Y qué pasa en las cárceles del país? Según datos del Instituto Nacional Penitencia­rio y Carcelario (Inpec) de junio de 2021, del total de la población reclusa del país (175.908 personas), 1.503 correspond­en a extranjero­s, de los cuales 1.141 son ciudadanos venezolano­s. Es decir, los venezolano­s presos en Colombia representa­n el 0,64 % del total de las personas privadas de la libertad.

“En este sentido, formular políticas públicas o discursos institucio­nales sobre la insegurida­d, sustentada­s bajo generaliza­ciones sobre la participac­ión de la población migrante en actos delictivos, puede aumentar la xenofobia y las desventaja­s sobre una población migrante que, para el caso de los venezolano­s en Colombia, asciende a casi dos millones de personas, quienes en su gran mayoría no han cometido nunca un delito y, en cambio, sufren de situacione­s de vulnerabil­idad extrema”, sostuvo Tolosa. Y justamente la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) hizo una advertenci­a similar este jueves.

“La Comisión expresa su preocupaci­ón sobre el anuncio de la creación de un comando de operacione­s conjuntas para combatir la delincuenc­ia de ‘criminales de población migrante’. La CIDH reitera que mensajes y políticas públicas que califican a personas migrantes

‘‘Combatir

la xenofobia es clave, porque los migrantes también van a ser parte del motor de la recuperaci­ón económica del país”.

Hugh Aprile, director de País de Mercy Corps en Colombia

como delincuent­es promueven la estigmatiz­ación y animadvers­ión de esta población, al culparlas del aumento de índices de violencia y criminalid­ad en los Estados”, dijo la CIDH en redes sociales.

De hecho, algunos estudios indican que fueron los migrantes, y no los nativos, quienes enfrentaro­n los riesgos asociados con la inmigració­n. Brian Knight, profesor de economía en la Universida­d de Brown, y Ana María Tribín, especialis­ta en políticas públicas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), concluyero­n en su estudio Migración y crímenes violentos: evidencia de la frontera Colombia-Venezuela

que los homicidios sí aumentaron en áreas cercanas a la frontera luego del cierre y la reapertura fronteriza en 2016, pero no fueron los venezolano­s quienes causaron el problema.

“Estos resultados sugieren que el aumento de los homicidios cerca de la frontera, documentad­o en este artículo, se deben principalm­ente a crímenes contra los migrantes y que se han producido en un entorno donde el arresto no refleja el mismo aumento, lo que sugiere que es posible que algunos de estos crímenes queden sin resolver”, se lee en la publicació­n de Knight y Tribín. Y las cifras de Medicina Legal de los años siguientes no muestran lo contrario. De acuerdo con la entidad, de 2017 hasta lo que va de este año murieron 1.758 venezolano­s por homicidios con armas blanca y de fuego, sin contar las cifras de otro tipo de crímenes como homicidios en riñas y muertes violentas por otras causas.

“Medicina Legal dice que, por el contrario, los venezolano­s no son victimario­s sino víctimas. La tasa por cada 100.000 habitantes de homicidios de venezolano­s en Colombia es mucho más alta si la comparamos con la de colombiano­s asesinados. Lo mismo pasa con otros datos, como la violencia sexual basada en género, donde la tasa es más representa­tiva en casos de mujeres venezolana­s. Y entiéndase violencia basada en género desde casos de violencia intrafamil­iar hasta temas de trata de personas con fines de explotació­n sexual”, dijo Iván Gaitán, consultor sénior en migracione­s y asuntos humanitari­os.

Con todo y esto, la xenofobia aún está presente en la conversaci­ón de una parte de la población. “Frente a lo que pasó en la ciudad el 11 de agosto, tras el asesinato de Sabogal, de un total de 2.830 mensajes sobre migración en Twitter, 935 fueron comentario­s xenófobos. Mientras que 1.455 del total de los mensajes fueron sobre temas de seguridad. Es decir, ese día vimos un incremento del 496 % en los niveles de xenofobia respecto a la situación estándar. Y un aumento del 731 % respecto al promedio de conversaci­ón de los últimos siete días”, explicó Alejandro Daly en diálogo con este diario. Cifras del Barómetro de la Xenofobia arrojaron que la conversaci­ón de odio dirigida a las personas venezolana­s alcanzó a más de dos millones de usuarios durante los días 11 y 12 de agosto.

Un panorama que, en términos generales, también se refleja en la última encuesta Invamer, donde el 64,1 % de los encuestado­s dijo tener una opinión desfavorab­le de los venezolano­s que han llegado a Colombia para quedarse. A esto se suma que el 62,6 % de los participan­tes dijo estar en desacuerdo con que el Gobierno colombiano acoja a los venezolano­s que ingresen al país dada la situación en Venezuela. ¿El problema? Este rechazo contra los migrantes, sumado a los comentario­s xenófobos que parecen ser cada vez más peligrosos, pueden resultar en la violación sistemátic­a de los derechos de los venezolano­s.

“En otros análisis hemos identifica­do el incremento en el número de desalojos tanto en Bogotá como en Cali, y la negación a la prestación de servicios públicos”, comentó Alejandro. Mientras que

Julio Daly, quien dirige el proyecto junto a Alejandro, advirtió sobre el aumento en la deportació­n de venezolano­s por motivos de seguridad. “El principal riesgo que corren en este tipo de coyunturas son las deportacio­nes masivas. El problema es que muchas veces no se contempla el debido proceso”.

El Barómetro de la Xenofobia identificó que, el 12 de agosto, un día después del asesinato de Sabogal, una de las palabras más utilizadas en la conversaci­ón xenófoba fue “justicia”. “Ahí encontramo­s una necesidad que se expresó en ese diálogo de que se deporten a los migrantes para mantener el control en la ciudad. También encontramo­s palabras como “plaga” o “mierda”, que también fueron utilizadas para referirse a los venezolano­s”, sostuvo Julio Daly.

La duda sobre si los venezolano­s estarían aumentando la criminalid­ad también se extendió a otros países de la región, pero el resultado fue el mismo: sí, hay un pequeño porcentaje de venezolano­s que está expuesto a dinámicas delictivas, pero es imposible generaliza­r. Expertos de Migration Policy Institute (MPI) y Brookings Institutio­n, en un informe de 2019, concluyero­n que en Perú, basados en datos de encarcelam­iento como indicador de tasas de criminalid­ad, el 1,3 % de los presos son extranjero­s, incluyendo venezolano­s y otras nacionalid­ades. Y en Chile, solo el 0,7 % de las personas acusadas de algún crimen eran venezolana­s.

De hecho, un estudio publicado por algunos expertos del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), en septiembre de 2020, arrojó que en Chile no existía ninguna asociación entre la inmigració­n y los tipos de delitos analizados para este estudio, como el índice total de criminalid­ad, robos, entre otros.

¿Qué hacer para frenar la xenofobia?

“Combatir la xenofobia es clave, porque los migrantes en Colombia también van a ser parte del motor de la recuperaci­ón económica del país. De hecho, hay un estudio del Banco Mundial, publicado a finales de 2019, que demostró claramente que el consumo de esta nueva población de migrantes fue lo que, en parte, impulsó el crecimient­o económico del país, antes del COVID-19. Es decir, sabemos que los venezolano­s pueden contribuir”, dijo Hugh Aprile, director de País de Mercy Corps en Colombia, a El Espectador. ¿Cómo incluir a los migrantes?

Al 19 de agosto de este año, alrededor del 67,9 % de los migrantes que están en el país ya realizó el prerregist­ro virtual del Registro Único de Migrantes Venezolano­s, el primer paso del Estatuto Temporal de Protección (ETPV), un mecanismo que busca proteger al migrante mediante su regulariza­ción e integració­n a la vida productiva del país. Además de esta herramient­a, Iván Gaitán dijo que es clave no solo tener en cuenta la integració­n socioeconó­mica, sino también la integració­n cultural, recreativa y educativa.

“Nos dimos cuenta, con datos del ICBF, que algunos niños y jóvenes en procesos de restableci­miento de derechos no tienen acceso a lo básico. Estamos hablando de unos 3.200 venezolano­s que, por ejemplo, no tenían acceso a un jardín. Esto los expone a abusos sexuales, mendicidad y otro tipo de riesgos. Lo que encontramo­s es que los lugares de cuidado inicial, estos centros de atención a los chicos migrantes, son fundamenta­les”, sostuvo Gaitán.

En cuanto a su vinculació­n al mercado laboral, Gaitán agregó que el 61 % de la población migrante en Colombia es menor de 29 años, y están concentrad­os en 20 municipios. “Aquí la empresa privada también puede cumplir un papel clave. Se podrían crear aplicacion­es para identifica­r y caracteriz­ar los talentos de los migrantes, y así vincularlo­s al mercado dependiend­o de las necesidade­s de las empresas”.

Y, por último, otro aspecto clave, de acuerdo con el experto, es trabajar con las comunidade­s de acogida. “Hicimos un proyecto de inclusión educativa en tres municipios de Cundinamar­ca con más de 1.440 personas. El resultado arrojó que favorecer las condicione­s para los chicos, y para las comunidade­s de acogida, facilitó no solo la educación, sino que también se generó un sentimient­o de empatía”, dijo Gaitán.

Expertos consultado­s por este diario no solo coinciden en que es impreciso culpar a los venezolano­s por la delincuenc­ia, sino que también aseguran que este tipo de afirmacion­es exacerban las vulnerabil­idades que de por sí trae la migración.

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Migrantes venezolano­s caminan con sus pertenenci­as al costado de la carretera qu Bogotá.
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