El Espectador

La seguridad no se mejora con xenofobia

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LA ALCALDESA DE BOGOTÁ, CLAUDIA López, se ha unido con inusitado entusiasmo a un club de gobernante­s que usan a los migrantes como chivos expiatorio­s para disimular la falta de respuestas ante la insegurida­d que crece. En su discurso de posesión como presidente de Perú, Pedro Castillo dijo que “los delincuent­es extranjero­s tendrán 72 horas de plazo a partir de la fecha para salir del país”. Una y otra vez, Donald Trump, expresiden­te de Estados Unidos, denunció la migración como el gran problema de su país y acusó a los mexicanos de enviar a “violadores”. Ahora, con su insistenci­a en crear un “comando de patrullaje” que persiga a los migrantes en las calles de la capital colombiana, la mandataria del Distrito parece sentirse cómoda en compañía de esos otros líderes internacio­nales.

Bogotá tiene serios problemas de seguridad. Lo dijimos hace unos días cuando lamentamos el asesinato del patrullero Humberto Sabogal. Se trata de un problema complejo sin soluciones fáciles y que requiere una articulaci­ón entre el Distrito, la Policía y el Gobierno Nacional. Sin embargo, ante todo eso, el gran anuncio de la alcaldesa López fue proponer un comando de patrullaje con Migración Colombia que, en palabras de la mandataria, pueda “identifica­r y judicializ­ar a extranjero­s que cometen delitos”.

López sabe lo que hace. Ante la falta de resultados utiliza la palabra “migrantes”, porque canaliza las frustracio­nes de los bogotanos. Los discursos xenófobos son efectivos porque simplifica­n lo inabarcabl­e. Disfrazado en un discurso de necesidad institucio­nal por hacer cumplir la ley, lo que hace es decirles a los peores instintos de los bogotanos que ella está de su lado. Se trata de una táctica muy dañina y, en efecto, poco útil para el propósito de mejorar la seguridad de la ciudad.

El 4 % de los delitos que se cometen en Colombia están ligados a extranjero­s. Por eso, Ligia Bolívar, especialis­ta en derechos humanos y coordinado­ra general en AlertaVene­zuela, le pidió a López que “no disfrace la xenofobia de inteligenc­ia policial (...). Los criminales colombiano­s tampoco hacen fila frente a la Policía, pero se les identifica y captura por su modus operandi, no por origen nacional”. Mientras tanto, la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) dijo que “mensajes y políticas públicas que califican a las personas migrantes como delincuent­es promueven estigmatiz­ación y animadvers­ión a esta población, al culparlas de aumento de índices de violencia y criminalid­ad en los Estados”.

El efecto de López fue inmediato: según el Barómetro de la Xenofobia, “el día del anuncio se presentó un aumento en la cantidad de mensajes de xenofobia del 171 % respecto al promedio de los últimos siete días”. La población migrante, vulnerable, es la más afectada.

Por fortuna, Migración Colombia no aceptó la propuesta de la alcaldesa. Pero ella insistió en su posición. Tiene sentido, en un año preelector­al, querer inflamar el populismo ante los problemas de la ciudad. No es casualidad que Pedro Castillo en Perú y Donald Trump en Estados Unidos hablen tanto de migrantes: se trata de una estrategia útil para ganar popularida­d. Lo extraño es que una alcaldesa que se lanzó al poder con una plataforma progresist­a se una con tanto entusiasmo a ese club.

‘‘Disfrazado

en un discurso de necesidad institucio­nal por hacer cumplir la ley, lo que hace la alcaldesa es decirles a los peores instintos de los bogotanos que ella está de su lado”.

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