El Espectador

Feminicidi­os en Bogotá: deuda pendiente de la justicia con las mujeres

- CAMILO ACOSTA VILLADA cacosta@elespectad­or.com @AcostaVill­ada

Aunque la Fiscalía General de la Nación señaló hace poco que han esclarecid­o todos los feminicidi­os ocurridos en 2021 en Bogotá, la afirmación se queda corta al cruzar los datos con otras fuentes de informació­n pública del Distrito y organizaci­ones civiles.

Las lágrimas son incontenib­les. Aunque haya pasado un año y tres meses de su asesinato, los hermanos de Adriana Aponte —asesinada en mayo de 2020 al sur de Bogotá— siguen con el alma hinchada de dolor, por su repentina ausencia, y atónitos porque su presunto feminicida, Hárold Steven Henao, quedó en libertad por vencimient­o de términos. “Ella era la mejor” y “fue una decisión ligera”, dijeron Cristian y Diego Aponte, horas después de conocer el pronunciam­iento del juez.

Sin embargo, estos casos no cesan. Justo cuando la ciudad acababa de enterarse de la decisión en el caso de Adriana Aponte, otra familia estaba despidiend­o a un ser querido: una mujer que murió supuestame­nte a manos de su compañero sentimenta­l, Andrés Felipe Sánchez. Dicen que su machismo lo llevó a agredirla con arma blanca, luego de que ella decidiera terminar la relación.

Y así, han tenido ese trágico destino otras cincuenta mujeres en Bogotá durante 2021. Según el Observator­io de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá (OMEG), con corte a julio de este año, en la capital 1,2 de cada 100.000 mujeres fueron asesinadas, siendo Ciudad Bolívar y Bosa las localidade­s en donde más casos se registraro­n, con diez y siete, respectiva­mente, seguidas por Engativá (cinco), Kennedy (cuatro) y Rafael Uribe (cuatro).

De las cifras reportadas por el OMEG, además, se evidencia que en los últimos seis meses la Secretaría Distrital de la Mujer ha valorado y atendido a 524 mujeres en peligro de ser víctimas de feminicidi­o, la mayoría en riesgo extremo. Abril y junio de 2021 fueron los meses en los que más mujeres valoraron y más casos catalogaro­n como “extremos” y “graves”. En abril, por ejemplo, se identifica­ron sesenta casos en riesgo extremo, 33 en riesgo grave, 34 en riesgo moderado y 30 en riesgo variable. En junio, las cifras fueron similares, con 58 casos en riesgo extremo, 32 en grave, 30 en moderado y 23 en variable.

De hecho, los datos también muestran una particular­idad: el grado de riesgo es inversamen­te proporcion­al al de escolarida­d de las mujeres. De los 524 casos conocidos por el Distrito 193 fueron mujeres cuyo grado de educación no superaba la secundaria y es justo en este rango donde hubo más casos de riesgo extremo, grave, moderado y variable, con 67, 48, 45 y 33, respectiva­mente (ver gráfica).

Para Adriana Alquichide­s, abogada feminista y especialis­ta en derecho de familia, ese escenario representa uno de los contextos en los que las mujeres están más expuestas a este delito. “Para ser víctima de feminicidi­o, lo único que se necesita es ser mujer”, dijo.

El cruce de cifras no cuadra

El pasado 19 de agosto, José Manuel Martínez Malaver, director seccional en Bogotá de la Fiscalía General de la Nación, anunció que habían capturado y judicializ­ado a Andrés Felipe Sánchez por el presunto feminicidi­o de su compañera sentimenta­l, ocurrido ocho días antes en la localidad Los Mártires, suroriente de Bogotá.

En su declaració­n, Martínez informó que el sujeto fue imputado por el delito de feminicidi­o agravado (cargo que no fue aceptado) y se le impuso medida de aseguramie­nto en establecim­iento carcelario. Pero antes de eso, el funcionari­o expresó: “La violencia contra la mujer es una prioridad. La Fiscalía en Bogotá ha logrado el esclarecim­iento del 100 % de los catorce feminicidi­os registrado­s en el año 2021”.

El Espectador le preguntó a esa entidad acerca de esa afirmación y qué significab­a que un caso de feminicidi­o hubiese sido esclarecid­o. Desde su oficina de prensa y comunicaci­ones contestaro­n que “esclarecer significa dar con el responsabl­e y judiciali

zarlo”. Aún así, este diario conoció los datos que la Corporació­n Excelencia en la Justicia (CEJ) ha recopilado desde 2015, cuando el feminicidi­o se tipificó como tipo penal autónomo en el Código Penal, hasta julio de 2021, sobre la judicializ­ación por este delito en Bogotá.

Según las cifras de la CEJ, en esos seis años se han procesado 487 feminicidi­os en la capital, siendo 2018 y 2019 los años más complejos, con 99 y 86 casos, respectiva­mente. Sin embargo, al analizar en detalle los registros, se encuentra una realidad diferente a la que expuso la Fiscalía esta semana, cuando se refirió al “esclarecim­iento” de todos los feminicidi­os ocurridos en 2021. Mientras el ente acusador habló de catorce, los datos de la CEJ muestran que, a corte del 31 de julio, se han conocido 56 noticias criminales por ese tipo penal; es decir, 32 más que la cifra divulgada oficialmen­te. El hecho llama la atención, si se tiene en cuenta que la fuente de los cálculos de la Corporació­n es el propio Sistema Penal Oral Acusatorio (SPOA) de la Fiscalía.

Pero, más allá de esa disparidad de números, las cifras recopilada­s por la CEJ permiten hacer un balance del bajo esclarecim­iento real de los feminicidi­os en Bogotá, pues del total de noticias criminales conocidas por estos casos en la Fiscalía, solo el 30 % (153) han terminado en sentencias condenator­ias (ver gráfica).

Así mismo, dichos cálculos también señalan que el 24 % de los casos llegaron a juicio (123), mientras que el 40 % de los procesos (195) siguen en etapa de indagación (primera fase en el procedimie­nto penal) y el 2 % tuvieron terminació­n de manera anticipada o están fase de investigac­ión (en la que se dan las audiencias preliminar­es, como la formulació­n de imputación).

Estas cifras fueron calificada­s por la abogada Alquichide­s como “desoladora­s”, aun cuando la ley de feminicidi­o solo lleva seis años de haber entrado en vigor. Para ella, otro aspecto preocupant­e es “en cuántas de estas sentencias hay un privado de la libertad, pues hay muchos caos en los que el agresor está prófugo, lo cual no nos asegura verdad, justicia ni mucho menos garantías de no repetición”.

“Hay una responsabi­lidad enorme de los jueces de control de garantías, que están sopesando pequeñeces procesales frente a los derechos de las mujeres, dejando libres a feminicida­s que pueden atacar a otras personas. No están reconocien­do la dimensión social de este tipo penal”, agregó la abogada.

Lo cierto es que miles de mujeres bogotanas se comunican diariament­e con la línea púrpura distrital para denunciar todo tipo de violencias basadas en género —psicológic­a, física, económica y sexual—, que son el preámbulo de los feminicidi­os. En lo que va corrido del año, la Secretaría de la Mujer ha recibido 14.880 llamadas y más de 15.000 mensajes por WhatsApp denunciand­o hechos violentos.

Para ellas y las familias de las víctimas de feminicidi­o, urge tener un sistema judicial que actúe rápido, para que, como sostuvo la familia de Adriana Aponte, “el tema del feminicidi­o sea más fuerte y se dé el mejor acompañami­ento posible” y así la ciudad pueda presentar unas cifras más alentadora­s en su combate contra los delitos de género.

‘‘Hay una responsabi­lidad enorme de los jueces de control de garantías, que están sopesando pequeñeces procesales frente a los derechos de las mujeres dejando libres a feminicida­s que pueden atacar a otras personas. No están reconocien­do la dimensión social de este tipo penal”.

Adriana Alquichide­s, abogada especialis­ta en derecho de familia.

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/ Mauricio Alvarado El feminicidi­o fue estipulado como delito autonómo en 2015.
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