El Espectador

Increíble, echaron a Messi

- JULIO CÉSAR LONDOÑO

NADIE PUEDE CREERLO. SÍ, MESSI tenía que irse algún día, pero no así. Un club no puede aventarle la puerta al jugador al que le debe todo. Recordemos que el Barça era un equipo del montón, tenía una sola copa Champions en la vitrina y el Real Madrid le ganaba con frío o con sol. Con Messi las cosas fueron a otro precio. Desde que lo vio jugar los primeros partidos, Florentino Pérez, el presidente del Real, sintió un escalofrío y les confió a sus íntimos el temor de que el Barcelona impusiera «una era Messi», así como el Madrid aplastó al Barça con su «era Di Stéfano» en los años 50 y 60.

El lío fue así. El Barça está quebrado y no tenía cómo pagarle a Messi. Messi accedió a cobrar solo la mitad; los directivos del Barça le dijeron que tal vez, que bueno, que sí, pero hace 15 días, cuando ya la temporada de fichajes estaba cerrada, le tiraron la puerta encima, le dijeron tú no juegas más en el Barça, y le partieron el corazón, que es donde nacen las piernas de los grandes jugadores, como nadie ignora.

Un comentaris­ta lo resumió así: es como si el Louvre le dijera a la Mona Lisa vete a conseguir museo. (Messi le costaba al Barça 70 millones de euros anuales, 900 millones de pesos diarios. Para que nos hagamos una idea, recordemos que Miguel Ángel cobró 400 ducados de oro por su David, obra que le tomó cuatro años, y que cada ducado tenía tres gramos de oro, en total unos 300 millones de pesos de hoy. Es decir que Messi gana en un día el triple de lo que ganaba Miguel Ángel en cuatro años).

Algunos piensan que no hay nada que lamentar y que finalmente el padre de Messi hizo un buen negocio. Su hijo acaba de firmar un contrato jugoso con el Paris Saint-Germain, donde integrará con Mbappé y Neymar la delantera más temible del mundo; a la espalda tendrá a Marquinhos y Sergio Ramos y le cuidará el arco Donnarumma, cuyo suplente es un tal Keylor Navas.

En cualquier caso, no era la manera de despedir al jugador que «le dio al Barça 35 títulos, 672 goles y seis Balones de Oro, el que más goles le hizo al Real Madrid, que metió en las arcas del equipo más dinero que nadie y le dio la visibilida­d universal que nunca soñó, lo puso en la cumbre del fútbol, le confirió un estatus planetario y le atrajo millones de nuevos hinchas y decenas de patrocinio­s», según el balance de Jorge Barraza.

Pierde Barcelona un ícono (el 8 % de los turistas que visitaban la ciudad querían ver un partido con Messi) y París gana el mejor jugador de la historia del fútbol. «Ahora la capital del fútbol será París», dice Jorge Valdano. (Pelé y Maradona fueron geniales, sin duda, pero les tocaron tiempos menos rápidos y canchas «más amplias»: el fútbol era lento y los delanteros tenían mucho espacio para gambetear).

Parece que en la firma de Messi con el Paris Saint-Germain pesó una llamada de Neymar, que le ofreció la camiseta con el 10. Messi no aceptó, esa camiseta es tuya, le dijo, pero sintió el cariño del brasilero, algo importante para cualquier persona, sobre todo para él.

En los almacenes más exclusivos de París hay largas filas para comprar la camiseta con el 30, el número que llevará Messi. Cada una cuesta 158 euros y Nike calcula que venderá en un año 1.500 millones de euros. Al club le correspond­e el 30 %.

Quizá Messi no sea el mejor jugador del fútbol actual (en la Copa América, para no ir muy lejos, Neymar jugó mejor, así Messi se haya llevado la Copa), pero todavía tiene mucha magia en los pies. Por su talento y su calidad humana, y quizá también por su condición psicológic­a, es el jugador más amado del mundo.

Muchos creen que Messi vale por lo que sabe hacer con ese objeto externo, el balón. Se equivocan, Messi y el balón son una sola cosa.

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