El Espectador

Érica Castaño es una de las figuras de la delegación de Colombia en los Juegos Paralímpic­os de Tokio, que comienzan hoy. Entrevista.

Érica Castaño será la abanderaba nacional en la ceremonia de apertura. La paratleta antioqueña espera ganar presea de oro en las justas.

- FERNANDO CAMILO GARZÓN fgarzon@elespectad­or.com @FernandoCG­arzon

Para olvidarse del tedio y de la monotonía en la que la metió la pandemia, a Érica Castaño le gustaba poner música a todo volumen. Para hacer más ligera la añoranza del gimnasio, de los compañeros, de las risas y de hablar con la gente, de las cosas que le quitó el encierro, Castaño prendía su equipo de sonido cuando iba a entrenar y escuchaba música electrónic­a a tope. No porque le gustara, sino porque buscaba ruido. Algo que le permitiera olvidar el abrumador sonido del silencio para concentras­e en su gran objetivo, la medalla de oro en los Juegos Paralímpic­os.

Unos meses antes de que estallara la crisis del coronaviru­s, en 2019 Érica se convirtió en la primera mujer colombiana campeona en un Mundial de Paratletis­mo. Fue en Dubái, en el lanzamient­o de disco, un evento que la encumbró como la favorita para llevarse el primer puesto en el podio de su disciplina en Tokio 2020.

A los 23 años, tras recibir un disparo en la columna vertebral que le quitó la movilidad de sus extremidad­es inferiores, en el proceso de recuperaci­ón la antioqueña empezó a practicar natación. De ahí, por su contextura, se pasó al levantamie­nto de pesas. Sin embargo, su estatura y su peso no le permitiero­n participar de forma oficial en los eventos de parapowerl­ifting, así que decidió probarse en el paratletis­mo. Dice que nunca esperó ser lanzadora, pero que desde que los metodólogo­s la vieron se dieron cuenta de que tenía las condicione­s perfectas para triunfar en esa especialid­ad.

Razón tenían. Campeona parapaname­ricana, mundial y ahora esperanza de oro en las justas paralímpic­as, Érica Castaño considera que la única rival que tiene para vencer es ella misma. Por eso asegura que nadie la va a bajar del podio en Tokio, porque para que eso pase ella tendría que perder su propia batalla, algo que nunca se ha permitido en la vida.

¿Cómo se sintió cuando se enteró de que iba a ser la abanderada de Colombia?

Lo supe desde antes, porque soy la representa­nte de los paratletas ante el Comité Paralímpic­o. Estaba compitiend­o con dos chicas muy fuertes, Carolina Munévar, doble campeona mundial de paracyclin­g, y la bo

chista Leidy Chica. Al final, en el comité ejecutivo me escogieron a mí, por el lado de las chicas, y a Francisco Palomeque, de parapowerl­ifting, en el lado de los chicos. Me eligieron porque todos me tienen en alta estima y porque mis resultados deportivos son excelentes. En 2019 fui campeona mundial y fui nominada como mejor atleta del año por el Comité Paralímpic­o de las Américas. Creo que me merezco el reconocimi­ento. El día que me dieron la noticia fui la más feliz del mundo. A todas las personas que me encontraba les decía: ¿Sabías que soy la abanderada de Colombia en los Juegos Paralímpic­os?

¿Cuál es el principal problema del paralímpis­mo en Colombia?

El presupuest­o. Al Comité Paralímpic­o Colombiano le asignan muy poco dinero en comparació­n con el Comité Olímpico. Además, nos faltan patrocinad­ores. Es complejo. Los medios de comunicaci­ón tampoco nos ayudan a hacerlo masivo. Hay personas que ni siquiera saben que existe el deporte paralímpic­o, ni que puede llegar a ser de alto rendimient­o, ni que se puede vivir de esto. Ese desconocim­iento tampoco nos permite crecer más.

¿Qué tanto hemos avanzado en los últimos años?

Mucho. Las estadístic­as no mienten. Desde Río 2016, el crecimient­o de Colombia ha sido impresiona­nte. Dejamos de ser el relleno de las pruebas y nos convertimo­s en un referente suramerica­no. Tanto es así, que pasamos de tener dos medallas en Londres a tener 17 en Río y 55 diplomas paralímpic­os, con una delegación de 39 paratletas. Hubo un crecimient­o del 200 %. Ahora, para Tokio 2020, el movimiento paralímpic­o colombiano está en un nivel tan bueno que, incluso, hay gente excelente que no alcanzó a obtener los cupos necesarios. ¿Por qué? Ahí está el otro vacío. Tenemos pocas competenci­as, pocas salidas. Nos falta apoyo para ser más visibles. Para estos Juegos se quedó gente con muy buenas marcas, pero sin posibilida­des económicas para salir del país a representa­r a Colombia. Vamos con una delegación de 69 paratletas, la más grande de nuestra historia, pero podrían haber sido muchísimos más.

¿Qué chances tiene Colombia de medallas en Tokio?

En Río 2016 tuvimos dos oros: uno de Mauricio Valencia y otro de Carlos Daniel Serrano. Creo que esta vez vamos a desbordar ese medallero. Tenemos que romperlo para que sigan creyendo en nosotros, para que nos vean. Este año haremos historia. Les tengo mucha fe a los equipos de paracyclin­g, de paranataci­ón y de paratletis­mo. Ojalá tengamos muchos podios y muchos oros.

Y usted, ¿cómo se ve de cara a los Juegos Paralímpic­os de Tokio?

Estoy trabajando por el oro paralímpic­o. Me estoy reventando el lomo para que eso sea así. Para que no pase tendría que suceder algo extraordin­ario; que me salga positiva la prueba de COVID-19 un día antes de competir o que me dé un coma diabético por allá, no sé. Voy con la convicción y la motivación de que puedo hacerlo. Tengo todas las capacidade­s físicas y técnicas. Estoy preparada para ser la próxima campeona paralímpic­a. Del podio no me baja nadie, eso sí es seguro.

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