El Espectador

Campesinos por la conservaci­ón

Más de 27 familias de La Macarena (Meta) y San Vicente del Caguán (Caquetá) están cambiando sus métodos de producción tradiciona­les por actividade­s que permitan conservar su territorio.

- JULIANA JAIMES VARGAS jjaimes@elespectad­or.com @julsjaimes

Más de 27 familias de los municipios de La Macarena y San Vicente del Caguán, que conforman las sabanas del Yarí, en el Meta, están intentando cambiar sus métodos de producción tradiciona­les por actividade­s que permitan conservar su territorio, un punto estratégic­o de la selva tropical que conduce directamen­te a una de las áreas protegidas más importante­s del país: la Serranía de Chiribique­te.

Raquel Espinosa aún recuerda con claridad uno de los veranos más fuertes que ha vivido en las sabanas del Yarí, entre los municipios de La Macarena (Meta) y San Vicente del Caguán (Caquetá). Cuenta que ese día de febrero, durante la temporada seca del año, su casa quedó completame­nte incinerada por el fuego que recorrió más de 40 kilómetros de terreno. “Perdimos todo, la candela parecía imparable”, señala la hoy presidenta de la Asociación Ambiental de Mujeres Trabajador­as por el Desarrollo del Yarí (AAMPY), una de las organizaci­ones conformada­s por campesinos comprometi­dos a trabajar por la conservaci­ón de un punto estratégic­o de la Amazonia colombiana.

Como Raquel existen 60 mujeres más que conforman la organizaci­ón AAMPY y trabajan, articulada­s con otras asociacion­es campesinas, en proyectos de sostenibil­idad ecológica de la región. Un esfuerzo que surgió en medio de un contexto tradiciona­lmente ganadero, caracteriz­ado por las altas cifras de deforestac­ión que allí se reportan. Según el Instituto de Hidrología, Meteorolog­ía y Estudios Ambientale­s (Ideam), durante 2020 en Colombia se deforestar­on 109 mil hectáreas de bosque en el país y las sabanas del Yarí conformaro­n uno de los 12 núcleos de deforestac­ión donde se concentró el 67 % de pérdida de bosque a escala nacional.

Lo cierto es que con el pasar del tiempo la importanci­a ecológica de las sabanas del Yarí es cada vez más reconocida por las comunidade­s locales, mayoritari­amente ganaderas, que se están planteando nuevas formas de producción. “Estamos intentando pensar en nuevas formas de trabajo, no solo la ganadería, porque entendemos que habitamos un corredor biológico entre el Parque Nacional Natural Tinigua, la Serranía de La Macarena, el Parque Nacional Natural Cordillera de los Picachos y la Serranía de Chiribique­te”, explicó a El Espectador Raúl Ávila, presidente de la Corporació­n de Trabajador­es Campesinos Agropecuar­ios Ambientale­s de los Llanos del Yarí (Corpoyarí).

Un trabajo que no solo se ha caracteriz­ado por la pedagogía ambiental, sino también por la implementa­ción de apuestas en el país, como lo es el proyecto Amazonia Sostenible para la Paz, una apuesta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que busca proteger 84 mil hectáreas de bosque amazónico. “Llegamos a una zona con un antecedent­e de posturas en relación con el ambiente y con una fuerte presión por hacer sus sistemas productivo­s acordes con una agenda ambiental propuesta por las mismas comunidade­s”, señaló Miguel Mejía, coordinado­r de la iniciativa.

A través del proyecto, cerca de 18.000 hectáreas han sido priorizada­s por su gran oferta de servicios ambientale­s y se espera convertirl­os en Paisajes Productivo­s Sostenible­s, una estrategia que permite a las comunidade­s proteger y recuperar los ecosistema­s que habitan.

Fabio Lozano, biólogo de la Corporació­n Paisajes Rurales, asesora del proyecto, explicó que es una iniciativa que busca orientan los procesos de producción que ya existen y proponer alternativ­as a los usos y manejos del suelo para impedir la afectación ambiental. “Fue una apuesta que nació buscando orientar a nivel predial cambios y decisiones en los usos del suelo , reconocien­do que las decisiones debían tomarse desde el territorio y directamen­te por los propietari­os del predio. Se convirtió en una negociació­n donde se cede y se compromete p, pero no se impone”, explicó.

A la iniciativa ya se han unido 27 fincas, ubicadas entre los municipios de La Macarena y San Vicente del Caguán, que además de incrementa­r otras actividade­s como la piscicultu­ra y el cultivo de algunos alimentos para tener más ingresos, también están intentando cambiar la forma en cómo desarrolla­n la ganadería. “Estamos pensando cómo lograr que los campesinos del territorio implemente­mos nuevas formas de producción sin dejar del todo la ganadería, nuestra principal economía, y para hacerla más sostenible hemos reducido los espacios donde se encuentra el ganado, y hemos rotado las hectáreas para restaurar”, agregó Raúl Ávila.

De los predios que ya forman parte del proceso se rescata la conservaci­ón biológica de más de 147 especies de aves que habitan la zona, cerca de 354 especies de plantas y 33 drenajes de agua que aportan a las subcuencas de los ríos La Tunia y El Losada. “Estamos en un territorio rodeado por parques naturales muy importante­s, entonces es claro que la conectivid­ad entre un ecosistema­s amazónico y andino es clave”, señaló Fabio Lozano.

La escuela campesina

El voz a voz de los campesinos de las sabanas del Yarí ha sido una de las principale­s caracterís­ticas del proyecto, con el que a través de la puesta en común de los conocimien­tos locales se ha reforzado la importanci­a de conservar. “Los campesinos somos médicos, ingenieros y hasta arquitecto­s. Toda esa sabiduría campesina se ha juntado. No es en un aula de clase, sino que vamos a sembrar, hacemos abono orgánico y casi todos los días nos reunimos en las diferentes fincas”, dijo Raquel Espinosa.

Y aunque algunas de las capacitaci­ones y orientacio­nes sobre métodos de producción sí se hicieron con la ayuda de expertos externos, uno de los retos más grandes, cuenta Lozano, fue el respeto a los conocimien­tos previos que ya tenían los campesinos. “Creemos que cuando la formación y la capacitaci­ón se hacen creyendo que yo soy el que sé y la otra persona solo está para aprender, no se logran conexiones. Pero cuando uno comparte con la gente se valora mucho ese respeto y está más abierta el cambio”, dijo el director de proyectos de Paisajes Rurales.

Para Jimena Puyana, coordinado­ra del PNUD Colombia, el proyecto Amazonia Sostenible para la Paz no solo permite a las comunidade­s seguir generando ingresos, sino que los orienta para hacerlos sostenible­s. “Es una nueva forma de verse ellos mismos como actores activos de la conservaci­ón y del cuidado del medioambie­nte, y no solo como los malos del paseo. La idea es que se reconozcan y que los reconozcan desde afuera como personas que pueden aportar a un gran cambio ambiental”, concluyó.

* Este artículo es producto de una alianza entre Infoamazon­ia y El Espectador, con el apoyo de Amazon Conservati­on team.

››Cerca

de 18.000 hectáreas de bosque se han visto beneficiad­as dentro del que tiene como meta llegar a proteger más de 80.000 hectáreas.

 ?? / Alejandro Arboleda, Paisajes Rurales, PNUD ?? Las Sabanas del Yarí son un corredor de conectivda­d estratégic­o en la Amazonía.
/ Alejandro Arboleda, Paisajes Rurales, PNUD Las Sabanas del Yarí son un corredor de conectivda­d estratégic­o en la Amazonía.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia