El gran dilema energético
“…ESTADOS UNIDOS PROMOVERÁ LA terminación de la financiación internacional de energías de combustibles fósiles basadas en carbón y simultáneamente avanzar en el desarrollo sostenible y la recuperación verde”. En lo que respecta a la participación de Estados Unidos en las agencias multilaterales -donde son el accionista más grande-, siempre sugerirán considerar las opciones de desarrollo verde y sostenible, y solamente considerar proyectos con base en combustibles fósiles si esas alternativas no son viables.
Esta es la manifestación más clara de un gobierno frente a la financiación internacional de proyectos de combustible fósil y seguramente tendrá un impacto muy importante en la operación y el comportamiento de entidades como el BID y el Banco Mundial en lo que respecta a proyectos de energía. Las consecuencias para países en desarrollo, como Colombia, pueden ser profundas.
El comunicado del Departamento del Tesoro establece explícitamente que, en lo que respecta a la participación de Estados Unidos en las juntas de estas entidades, votarán siempre en contra de la financiación de proyectos nuevos de generación de energía con carbón o combustibles líquidos, salvo que esa sea la única alternativa viable. Y aunque esto ya se estaba permeando en la comunidad financiera internacional -cada vez es más difícil, por no decir imposible, conseguir financiación para este tipo de proyectos-, esta nueva postura del gobierno estadounidense también toca a proyectos con gas natural, hasta ahora considerado el combustible de “transición” en esta revolución energética con base en fuentes renovables.
La guía para apoyo de proyectos de gas natural además es clara en establecer ciertas restricciones para que solamente se financien proyectos que cumplan con criterios muy específicos, incluyendo que exista un análisis creíble donde se demuestre que no hay alternativas viables distintas a las de gas natural.
Curiosamente, esta guía se publica en una coyuntura en que los precios del carbón han subido más del 100 % por el aumento de la demanda de este mineral y a un incremento importante del precio del gas, que ha hecho más competitivo el carbón para la generación de energía. Esto demuestra que, aunque el mundo esté lleno de buenas intenciones, las realidades económicas de cada país terminan imponiéndose por encima de las voluntades. El hecho es que la gran mayoría de electricidad en el planeta, sobre todo en países en desarrollo, sigue siendo a base de combustibles fósiles.
He ahí el dilema. Mientras las entidades financieras internacionales cierran la puerta a la financiación de estos proyectos, los países en desarrollo encuentran en los combustibles fósiles la mejor alternativa económica para generar energía y así poder promover el crecimiento económico. Para Colombia, por ejemplo, el gas natural y el carbón son la base de la confiabilidad del sistema eléctrico en momentos en donde no hay agua suficiente para la generación hidroeléctrica. Y se ha probado hasta el cansancio que la generación con fuentes renovables no reemplaza de manera económicamente viable esta confiabilidad.
Los combustibles fósiles se seguirán necesitando por muchos años más. Unos países más que otros, sin duda. Y la gran pregunta es si naciones como Estados Unidos, ya desarrolladas a base de quemar trillones de toneladas de combustibles fósiles -que ahora sí buscan promover el desarrollo limpio-, además de cerrar la puerta de la financiación internacional a proyectos que son críticos para el desarrollo, ayudarán a pagar la factura.