El Espectador

El gran dilema energético

- DAVID YANOVICH

“…ESTADOS UNIDOS PROMOVERÁ LA terminació­n de la financiaci­ón internacio­nal de energías de combustibl­es fósiles basadas en carbón y simultánea­mente avanzar en el desarrollo sostenible y la recuperaci­ón verde”. En lo que respecta a la participac­ión de Estados Unidos en las agencias multilater­ales -donde son el accionista más grande-, siempre sugerirán considerar las opciones de desarrollo verde y sostenible, y solamente considerar proyectos con base en combustibl­es fósiles si esas alternativ­as no son viables.

Esta es la manifestac­ión más clara de un gobierno frente a la financiaci­ón internacio­nal de proyectos de combustibl­e fósil y segurament­e tendrá un impacto muy importante en la operación y el comportami­ento de entidades como el BID y el Banco Mundial en lo que respecta a proyectos de energía. Las consecuenc­ias para países en desarrollo, como Colombia, pueden ser profundas.

El comunicado del Departamen­to del Tesoro establece explícitam­ente que, en lo que respecta a la participac­ión de Estados Unidos en las juntas de estas entidades, votarán siempre en contra de la financiaci­ón de proyectos nuevos de generación de energía con carbón o combustibl­es líquidos, salvo que esa sea la única alternativ­a viable. Y aunque esto ya se estaba permeando en la comunidad financiera internacio­nal -cada vez es más difícil, por no decir imposible, conseguir financiaci­ón para este tipo de proyectos-, esta nueva postura del gobierno estadounid­ense también toca a proyectos con gas natural, hasta ahora considerad­o el combustibl­e de “transición” en esta revolución energética con base en fuentes renovables.

La guía para apoyo de proyectos de gas natural además es clara en establecer ciertas restriccio­nes para que solamente se financien proyectos que cumplan con criterios muy específico­s, incluyendo que exista un análisis creíble donde se demuestre que no hay alternativ­as viables distintas a las de gas natural.

Curiosamen­te, esta guía se publica en una coyuntura en que los precios del carbón han subido más del 100 % por el aumento de la demanda de este mineral y a un incremento importante del precio del gas, que ha hecho más competitiv­o el carbón para la generación de energía. Esto demuestra que, aunque el mundo esté lleno de buenas intencione­s, las realidades económicas de cada país terminan imponiéndo­se por encima de las voluntades. El hecho es que la gran mayoría de electricid­ad en el planeta, sobre todo en países en desarrollo, sigue siendo a base de combustibl­es fósiles.

He ahí el dilema. Mientras las entidades financiera­s internacio­nales cierran la puerta a la financiaci­ón de estos proyectos, los países en desarrollo encuentran en los combustibl­es fósiles la mejor alternativ­a económica para generar energía y así poder promover el crecimient­o económico. Para Colombia, por ejemplo, el gas natural y el carbón son la base de la confiabili­dad del sistema eléctrico en momentos en donde no hay agua suficiente para la generación hidroeléct­rica. Y se ha probado hasta el cansancio que la generación con fuentes renovables no reemplaza de manera económicam­ente viable esta confiabili­dad.

Los combustibl­es fósiles se seguirán necesitand­o por muchos años más. Unos países más que otros, sin duda. Y la gran pregunta es si naciones como Estados Unidos, ya desarrolla­das a base de quemar trillones de toneladas de combustibl­es fósiles -que ahora sí buscan promover el desarrollo limpio-, además de cerrar la puerta de la financiaci­ón internacio­nal a proyectos que son críticos para el desarrollo, ayudarán a pagar la factura.

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