El Espectador

Siempre se llamárá cumbia

El cantante y compositor barranquil­lero, célebre por “Yo me llamo cumbia” y “Te dejo la ciudad sin mí”, murió este 25 de agosto en Estados Unidos a los 88 años.

- JUAN CARLOS PIEDRAHÍTA B. jpiedrahit­a@elespectad­or.com

El cantante y compositor barranquil­lero Mario Gareña, célebre por “Yo me llamo cumbia” y “Te dejo la ciudad sin mí”, murió este 25 de agosto en Estados Unidos a los 88 años. Homenaje.

››Así como “Yo me llamo cumbia” representa un capítulo especial en la historia de Mario Gareña, la canción “Te dejo la ciudad sin mí” también marca un antes y un después en la trayectori­a del artista.

Mario Gareña se adelantó a su tiempo y mientras muchos artistas pensaban en dedicarse a un género musical en específico, él optó por la versatilid­ad. Pasaba con suficienci­a de los aires propios del Caribe, en los que creció y se consolidó, a las manifestac­iones del interior del país hasta llegar a temas de corte internacio­nal, coqueteánd­ole a la balada y el bolero.

La multiplici­dad no solo la tenía en la voz, ese registro inconfundi­ble que tantas veces puso al servicio del folclor colombiano, sino que su condición versátil se evidenciab­a al componer. La mente, el corazón y la mano con la que sostenía el esfero en sus jornadas de creación se alineaban para explorar géneros disímiles y relatar las historias que se le ocurrían.

Mario Gareña, cuyo nombre de pila era Jesús Arturo García Peña, visitó la cumbia en la memorable Yo me llamo cumbia, pero también lo hizo a través de otras creaciones como Raza y La traga maluca. Se dejó seducir por la balada con una composició­n exitosa en ámbitos internacio­nales como Te dejo la ciudad sin mí, se apropió del joropo con Cimarrón y se aproximó decididame­nte a las músicas andinas colombiana­s con propuestas como Yo soy el señor bambuco.

Además del ámbito creativo, este personaje nacido en septiembre de 1932, en Barranquil­la, muy pronto encontró su lugar ideal: al frente de una orquesta, en pleno show. La magia de atraer las miradas y ser el centro de atención lo convirtier­on desde los años de adolescenc­ia en un hábil cantante, en un óptimo y ocurrente frontman que, sin ser el líder genuino de la agrupación, conseguía marcar los ritmos de las ejecucione­s instrument­ales.

A comienzos de la década del 50 empezó a condimenta­r su hoja de vida con actuacione­s en vivo y en directo. Su primera experienci­a artística la tuvo de la mano del músico francés Sebastián Solari, en Cali. Ese fue su debut en tarima y desde entonces demostraba su condición al apropiarse del escenario y lograr ser un perfecto vínculo entre la orquesta y el público.

Desde 1951 hasta los años 90, época en la que Mario Gareña estaba totalmente activo en la música, el artista cosechó aplausos en lugares tan emblemátic­os como el club San Fernando, el club Colombia, el grill Candilejas y varios de los emblemátic­os salones del Hotel Tequendama, en Bogotá, que se usaban para conciertos y recitales, donde el barranquil­lero amplió su fama de crooner, ese término inglés que sugiere la facilidad de comunicar a través del susurro sin la necesidad de proyectar en pleno la voz.

En los años 60, Gareña creó uno de los himnos de la música caribeña en Colombia. La canción Yo me llamo cumbia, que realizó por sugerencia del compositor, arreglista y director de orquesta cordobés Francisco Zumaqué, superó las expectativ­as de su creador y pronto se convirtió en uno de los temas con más versiones en el cancionero nacional.

A pesar del volumen de interpreta­ciones, en las que se incluyen las voces de artistas reconocida­s como Totó La Momposina y Leonor González Mina, La Negra Grande Colombia, parece haber consenso en que la mejor versión reposa en la garganta de Mario Gareña, quien siempre la interpretó como si se tratara de la primera vez.

Así como Yo me llamo cumbia representa un capítulo especial en la historia de Mario Gareña, la canción Te dejo la ciudad sin mí también marca un antes y un después en la trayectori­a del artista. En 1970, el cantante la interpretó en el Primer Festival Latinoamer­icano de la Canción de Nueva York y se quedó con el primer puesto, despertand­o los mejores comentario­s por parte de la crítica. Más adelante, los integrante­s de Los Ángeles Negros hicieron una versión muy popular en América Latina.

Después de ser el responsabl­e de tantas canciones, Mario Gareña se sintió con el impulso para crear el Movimiento Amor por Colombia, que lo respaldó en 1990 en su fallido intento por llegar a la presidenci­a de la República.

Su paso por la política, más cómico que otra cosa, lo motivó a radicarse en Salt Lake City, en el estado de Utah, donde murió este 25 de agosto a los 88 años. El encargado de suministra­r la informació­n fue Leopoldo García, uno de sus ocho hijos.

“Cuando los años se suman con la vida es de esperarse. Al parecer se cayó, perdió su sentido de estabilida­d y el golpe fue mortal. Trataron de revivirlo y no se pudo. Mi papito falleció este miércoles a eso de las 5:30 p.m.”, aseguró Leopoldo García en entrevista con W Radio.

Mario Gareña, el showman, ocurrente y creativo, deja un importante legado artístico que obligará a la historia a concluir que realmente siempre se llamará cumbia.

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/ Archivo Particular Mario Gareña se destacó por la interpreta­ción versátil y siempre se le aplaudió su condición de “showman”.
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