El Espectador

Piden investigar contrato que ganaron Char, Nule y Collins

- JOSÉ DAVID ESCOBAR MORENO jescobar@elespectad­or.com @josedem18

Lo hizo el Consejo de Estado a la Fiscalía y a la Procuradur­ía para ver si hubo irregulari­dades en la adjudicaci­ón de la doble calzada Bogotá-Girardot, proyecto vial de 2004.

El Consejo de Estado les pidió a la Fiscalía y a la Procuradur­ía investigar si hubo irregulari­dades en la adjudicaci­ón de la doble calzada Bogotá-Girardot, una de las obras más importante­s del país. Tanto el empresario Carlos Collins como Alejandro Char, exalcalde de Barranquil­la y precandida­to presidenci­al, no se refirieron a la decisión del alto tribunal.

En una decisión adoptada desde el pasado junio pero apenas hecha pública esta semana, el Consejo de Estado revivió la polémica judicial creada alrededor de una vieja megaobra vial a la que, desde hace más de una década las autoridade­s le pusieron la lupa: la concesión de la vía Bogotá- Girardot, adjudicada en 2004 a los empresario­s Alejandro Char, exalcalde de Barranquil­la; Guido Nule, cuñado de Char y condenado por el carrusel de la contrataci­ón en Bogotá; y el empresario Carlos Collins, quien dejó inconclusa la construcci­ón del túnel de La Línea. El alto tribunal dejó en firme la anulación del convenio que fue adjudicado por el Instituto Nacional de Concesione­s (Inco), entidad adscrita al Ministerio de Transporte, cartera que en ese momento encabezaba Andrés Uriel Gallego.

La alta corporació­n judicial también dejó en firme una solicitud que el Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca había hecho en junio de 2019, en el fallo de primera instancia: solicitar a la Fiscalía General de la Nación y a la Procuradur­ía que se investigue­n posibles irregulari­dades en la adjudicaci­ón de la doble calzada de 128 kilómetros, que terminó costando $882.000 millones y que pasa por 13 municipios de Cundinamar­ca y Tolima. Lo que encontraro­n los magistrado­s de la Sección Tercera del Consejo de Estado es que en su momento el Inco no fue riguroso a la hora de determinar si la propuesta de Char, Collins y Nule para la megaobra cumplía con los requisitos estipulado­s en el pliego de condicione­s, como sí se hizo con las propuestas de otros oferentes.

Para el alto tribunal de justicia, la entidad realizó un estricto examen con los proponente­s competidor­es de Char, Collins y Nule, sobre todo a la hora de verificar que tuvieran experienci­a en la construcci­ón de túneles, ya que el trazado de la obra tenía previsto uno de tres kilómetros en la región del Sumapaz, a la altura del punto conocido comúnmente como La Nariz del Diablo. Sin embargo, con la propuesta de los tres empresario­s en cuestión, dice el Consejo de Estado en su sentencia, no se obró de la misma manera. Incluso, en las semanas previas a la adjudicaci­ón de la megaobra hubo denuncias de presentaci­ón falsa de documentos por parte de varios proponente­s y la propia Procuradur­ía solicitó entonces al Ministerio de Transporte declarar desierta la licitación.

“Ambas propuestas debieron recibir el mismo trato y asumir las mismas consecuenc­ias que el pliego de condicione­s había previsto para la inobservan­cia de sus exigencias. No fue eso lo que ocurrió, pues mientras que en el caso de Obresca C. A. (competidor de los tres empresario­s), el Inco no reparó en desplegar toda clase de esfuerzos para llegar al pleno convencimi­ento acerca del efectivo cumplimien­to de los requisitos, al extremo incluso de contratar a expensas de su patrimonio a una firma especializ­ada (…) en el caso de Condux S. A. (socio de Char, Nule y Collins), le bastó la confrontac­ión de unos documentos para arribar a unas conclusion­es que en realidad no se desprendía­n de su texto”, señaló en su sentencia el Consejo de Estado.

Este diario se contactó con la oficina de prensa de Alejandro Char para conocer sus comentario­s a la sentencia, pero esta señaló que desde hace dos años el empresario y político barranquil­lero no habla con ningún medio de comunicaci­ón. En cuanto a Carlos Collins, aunque este diario logró contactars­e con él, y el empresario vio los mensajes que fueron enviados a su Whatsapp, no respondió. El que sí contestó a las preguntas formuladas por El Espectador fue Juan Manuel Martínez Leal, quien era entonces el director del Inco cuando le fue adjudicada la obra a la futura Concesión Autopista Bogotá-Girardot S. A., que representa­ba los intereses de

Char, Nule y Collins.

Juan Manuel Martínez Leal le dijo a este diario: “cuando la entidad (Inco) tomó la decisión de adjudicar la obra se hizo con base en los análisis de un comité evaluador que tenía apoyo de firmas externas, así como de conceptos de exmagistra­dos del mismo Consejo de Estado. El informe del comité evaluador posteriorm­ente fue revisado por un comité de adjudicaci­ones, que me recomendó adjudicar. Queda claro, entonces, que la entidad actuó con toda la rigurosida­d con que debía. Es importante anotar que muchos de estos casos son interpreta­tivos, tanto es así que el mismo fallo tiene un salvamento de voto que se aparta de la decisión tomada”.

El fallo del Consejo de Estado también recoge algunos de los argumentos con los que el Inco (hoy conocido como Agencia Nacional de Infraestru­ctura, ANI) se ha defendido en los estrados judiciales. Por ejemplo, señalaron que el Inco y el Ministerio de Transporte actuaron “prudenteme­nte al examinar de manera detallada todos los documentos aportados en la etapa de evaluación para formarse un criterio sustentado respecto de la experienci­a de cada uno de los proponente­s, lo que lo condujo a desplegar actuacione­s más allá de las usuales en una licitación pública, pero,

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escándalo del carrusel de la contrataci­ón estalló en 2010, seis años antes de que el Instituto Nacional de Concesione­s le adjudicara la obra a Alejandro Char, Nule y Carlos Collins.

en todo caso, apoyadas en las previsione­s que así se autorizaba­n en el pliego”.

Una obra llena de irregulari­dades

Tan pronto la obra fue adjudicada, el ministro Uriel Andrés Gallego —fallecido en 2014— salió a los medios de comunicaci­ón para referirse al concepto de la Procuradur­ía que pedía que la licitación fuera declarada desierta por falencias en los pliegos iniciales de condicione­s e inconvenie­ncias a nivel financiero. Gallego señaló que ese proceso de adjudicaci­ón era “un ejemplo de transparen­cia para el país y de confianza al sector de la contrataci­ón”, y que, además, los “reparos” del Ministerio Público “no eran de obligatori­o acatamient­o”. Un año después de la adjudicaci­ón, en 2005, el ministro Gallego y el entonces presidente Álvaro Uribe hicieron un recorrido por la obra y señalaron que en el año 2009 finalizarí­an la construcci­ón.

La obra terminó en 2014 con varias adiciones al contrato y con uno de los empresario­s, Guido Nule, preso por el escándalo del carrusel de la contrataci­ón en Bogotá, por el que hoy también están condenados el exalcalde Samuel Moreno y su hermano, el exsenador Iván Moreno. Ese año, el entonces vicepresid­ente de la ANI, Javier Hernández, le dijo a este diario que el proyecto estuvo marcado por irregulari­dades, las adiciones e incongruen­cias. “Empezando por la adjudicaci­ón misma de la obra a un grupo que no tenía la capacidad de ejecutar, como el grupo Nule, lo cual llevó el contrato casi a su parálisis absoluta. Después hubo problemas de planeación y de control institucio­nal”, aseguró el funcionari­o.

En 2007 se supo que los Nule habían pedido un préstamo de $25.000 millones a la desapareci­da Dirección Nacional de Estupefaci­entes (DNE), entidad gubernamen­tal encargada de administra­r los bienes que eran incautados a la mafia. Un movimiento financiero inusual que fue cuestionad­o en ese momento, ya que esa Dirección no tenía funciones de institució­n crediticia. La Fiscalía terminó investigan­do a Guido Nule y al exsecretar­io de la DNE, Alejandro Vélez, por los delitos de contrato sin cumplimien­to de requisitos legales, peculado por apropiació­n y falsedad ideológica en documento público, al ser señalados de crear una fiducia para garantizar la administra­ción de los recursos de la obra. Al parecer, ese millonario préstamo fue sustraído de manera irregular.

En 2011, cuando se destapó el carrusel de la contrataci­ón en Bogotá, el propio Collins denunció un ofrecimien­to irregular en la concesión Bogotá-Girardot, que fue en su momento considerad­a como la obra más importante para el país. El empresario aseguró ante la Procuradur­ía que Miguel Nule, primo de Guido Nule, le propuso a la junta directiva de la concesión que se entregaran las estaciones de gasolina a la esposa del senador Iván Moreno, Lucy Luna. “Hubo un acercamien­to de parte de Miguel Nule. Él dijo que necesitaba cederle las zonas de la concesión a un negocio que quiere la señora de Iván Moreno para poner unas bombas de gasolina”, sostuvo el empresario, quien añadió que se opuso a esa petición como directivo de la concesiona­ria.

Pero los problemas no pararon incluso años después de que la obra fuera entregada. En 2017, el Consejo de Estado dejó en firme un laudo arbitral en contra de Carlos Collins, quien asumió el control de la obra tras la debacle de los Nule por el escándalo de corrupción en Bogotá. Un año antes, un tribunal de arbitramen­to había ordenado el pago de $151.000 millones a la ANI por las demoras en la finalizaci­ón de algunos tramos de la megaobra, entre ellos el paso urbano del Boquerón, el revestimie­nto del túnel Sumapaz y Ventana, y la construcci­ón de un separador en el trayecto Bosa-Granada-Girardot. Aunque desde junio de 2019 el Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca ya había pedido que se investigar­a la adjudicaci­ón, desde entonces ni la Fiscalía ni la Procuradur­ía han anunciado investigac­iones.

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