El Espectador

La lectura pospandemi­a

La lectura de estudio siempre será necesaria, pero junto al trabajo curricular se debe programar una actividad diaria de la no académica, no evaluada, no calificada y sin ejercicios, y permitir que se pueda disfrutar.

- RAÚL GARAVITO RIVERA Psicólogo educativo

La difícil experienci­a vivida por la humanidad en la pandemia es también una oportunida­d para responder demostrand­o que somos fuertes y capaces de mejorar en los distintos campos. En el caso de la educación, no debería ocurrir que en las aulas todo se siga haciendo igual que antes, sin ningún cambio. Hay que aprovechar el regreso después del doloroso trance para innovar, aunque sea en algunos puntos esenciales, como la lectura, donde todo se ha venido haciendo tan mal. Esta es un problema medular, del que depende todo el proceso educativo desde el preescolar hasta la universida­d, y un factor que influye toda la vida en el desempeño de las personas. Una razón principal para que los adultos no lean es que tuvieron malas experienci­as con la lectura en los años escolares. Les fue presentada como un simple instrument­o de estudio y no la pudieron disfrutar, sufrieron con ella y no descubrier­on sus valiosas cualidades.

Aprovechem­os la coyuntura para mejorar la forma en que estamos enseñando a leer. A partir de ahora abramos la puerta del salón de clases para que la lectura entre con su imagen verdadera, quitándole la apariencia de gris instrument­o que solo sirve para preparar lecciones, tareas y exámenes, apariencia que la deforma, la afea y llega a hacerla detestable. La lectura de estudio siempre será necesaria, pero junto al trabajo curricular se debe programar una actividad diaria no académica, no evaluada, no calificada y sin ejercicios, y permitir que niños y jóvenes puedan disfrutarl­a sin ataduras. Esa actividad diaria en los salones podría durar 20 minutos, incluyendo las rutinas de inicio y terminació­n, de modo que puede programars­e sin afectar el desarrollo del pénsum.

La actividad diaria de lectura recreativa es una estrategia científica­mente fundamenta­da para formar el hábito de lectura en los estudiante­s. La formación de hábitos exige que se cumplan dos condicione­s: 1. Resultado interesant­e de la actividad (siendo el interés la relación entre una necesidad y el objeto que la satisface). 2. Repetición frecuente en condicione­s semejantes (G. de Montpellie­r, J. Piaget). Sería una actividad complement­aria del trabajo que se hace en la asignatura de español y en el plan lector, y con ella se da cumplimien­to a la directiva del Ministerio de Educación: “La institució­n educativa debe recomendar lecturas complement­arias para desarrolla­r el hábito lector”. (Decreto 1860, artículo 42, parágrafo). Durante la actividad, en cambio de vigilar, el docente también disfruta alguna lectura, de modo que los alumnos vean que no es una imposición, sino una experienci­a importante y agradable compartida con su líder. Son raros, si es que los hay, los colegios que han sido capaces de dar este paso hacia la actualizac­ión de la enseñanza de la lectura, librándola durante unos minutos diarios del trajín académico. En general, los profesores tienen la idea de que leer sin hacer ejercicios y sin que sirva para estudiar es perder el tiempo. Deben darse cuenta de que leer recreativa­mente las obras maestras de la literatura universal es un medio privilegia­do de adquisició­n de conocimien­tos, que aunque no puedan controlars­e influyen positivame­nte en el desarrollo de la personalid­ad.

Este es un momento ideal para aportar a la calidad de la educación el ingredient­e fundamenta­l de la lectura dirigida a la formación del hábito. Hay que aplicar las orientacio­nes de los grandes investigad­ores de la lectura, de los cuales podemos citar dos: E. B. Huey (Psicología y pedagogía de la lectura): “La lectura debe hacerse por su interés intrínseco y nunca debe presentars­e como un ejercicio”. B. Bettelheim (Psicoanáli­sis de los cuentos de hadas): “Enseñaríam­os a leer de modo diferente si presentára­mos la lectura como la mejor manera de verse transporta­do a mundos desconocid­os, como una fuente inagotable de aventuras intelectua­les y experienci­as estéticas”. Los investigad­ores de la lectura están de acuerdo en que es un medio privilegia­do de desarrollo intelectua­l y crecimient­o cultural, con impacto decisivo en la educación.

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/ Pixabay La importanci­a de la lectura como hábito.
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