Lucy… lúcida y lucida
APARTE DE LUCY NIETO DE SAMPER, ¿cuántas mujeres pueden afirmar que a sus 98 años siguen escribiendo una columna ampliamente leída en uno de los principales diarios del país? Creo que ninguna. Mujer de recio carácter, fuerte, valiente y de posiciones transparentes, Lucy Nieto es un paradigma para los periodistas de hoy. Hace unos días María Isabel Rueda le hizo a Lucy una maravillosa entrevista y ante la pregunta de María Isabel relacionada con el hecho de que la casa ancestral de los Nieto era un hervidero político donde se reunía todo el mundo, Lucy contestó: “Por mi casa vi desfilar a muchos políticos liberales como Eduardo Santos, Alberto y Carlos Lleras, Darío Echandía, y cuando iba para su finca en los Llanos, López Pumarejo hacía una corta parada en la nuestra… allá se gestó la famosa manifestación de las mujeres. En ella, Isabel Reyes, esposa de Lucas Caballero (Klim), se subió a un tanque en la plaza de Bolívar para impedir que se moviera. Con gases y agua, el Gobierno la disolvió”.
En los años 90, Lucy Nieto le hizo una entrevista a mi padre, Kerensky. En dicho reportaje, publicado en El Tiempo en noviembre de 1996, Lucy le preguntó: “Y usted, personalmente, ¿cómo se define?”. “Me defino conservador, amplio en cuanto a la libre controversia, al libre examen y el análisis de fondo con plenas garantías en toda discusión sobre la cosa pública” contestó mi padre. “No tolero restricciones a la libertad de palabra. A pesar de mi temperamento, acepto que intervengan hasta los comunistas, pues no quisiera darles a ellos el mismo tratamiento que nos dan a nosotros”. “¿Y cómo siente a Bogotá?”, preguntó Lucy. “En Bogotá de los años 20, con menos de 150.000 habitantes, había poquísima agua, la luz llegaba a las seis de la tarde, los teléfonos manuales eran pocos y muy mal atendidos. Hoy somos seis millones, el suministro de agua parece ser suficiente. Tenemos teléfonos aceptables y energía buena. Con los centavos que tenemos para servicios públicos, esto es un milagro. Hay que considerar esa parte buena y no quejarse tanto contra Colombia todos los días”, contestó mi progenitor. Finalizando la entrevista, Lucy le comentó a Kerensky: “Me sorprende encontrar en usted un ser tan positivo”, a lo que mi padre le contestó: “Es que miro las cosas sin el fastidio que en general tiene el colombiano contra todo, contra sus conciudadanos, contra el otro partido. La amarga vehemencia contra su país y sus actividades la considero injusta”.
No son muchos los beneficios de la pandemia, pero uno de ellos es no tener que asistir a reuniones en donde lo único que se hace es despotricar contra todo, especialmente contra el Gobierno. En días pasados, en una demostración de ira y rencor, un excomisionado de la paz lanzó una andanada feroz contra Duque. Después de haber sido parte integral de una administración que violó la voluntad popular y dividió artificialmente a los colombianos entre los amigos y los enemigos de la paz, ese mismo excomisionado hoy le pide a Uribe “elevar el ancla de la polarización, que tiene a Colombia atrapada en el pasado, y a moverse de manera genuina hacia la reconciliación”. Plus ça change, plus c'est la même chose, dirían los franceses.
Apostilla. En menos de 24 horas un juez de Puerto Colombia, Alberto Ospino, aceptó y rechazó la tutela presentada por Centros Poblados que pretendía suspender la caducidad del contrato y frenar el embargo al consorcio con el que se pretende recuperar el dinero desaparecido. ¡Algo huele a podrido en esta estafa!