El Espectador

El empleo a la deriva

- EDUARDO SARMIENTO PALACIO * Director de la revista digital “Razón Publica”.

EL GOBIERNO ESTÁ EN TRANCE DE configurar una economía de oferta, en la cual la producción es menor que la demanda. En este modelo las acciones para ampliar la demanda con la política fiscal no afectan la producción y reducen el empleo. Por otro lado, la reducción del empleo tiende a contrarres­tarse con subsidios selectivos a la contrataci­ón de trabajador­es que reducen el nivel general de salarios. La organizaci­ón es más dictada por las manifestac­iones que por las causales.

El contraste tiene una clara manifestac­ión en las dependenci­as oficiales. El ministro de Hacienda está montado en un déficit fiscal del 10 % del PIB, que aumenta la demanda a cambio de reducir el empleo. El ministro del Trabajo está comprometi­do en toda clase de subsidios para reducir el desempleo, que es causado por el déficit fiscal.

El modelo de libre mercado en un mundo expuesto a distorsion­es y deficienci­as estructura­les terminó en una economía de oferta. La ampliación de la demanda para reactivar la economía no afecta la producción y reduce el empleo. Así lo confirma la informació­n estadístic­a del último año y medio. En el segundo trimestre la demanda creció 17 % y el empleo lo hizo en 4 %.

La verdad es que se configuró un marco económico de mayor demanda sobre la producción que se cubre con desempleo. La demanda se sostiene a cambio de salarios por debajo de la productivi­dad y entrada masiva de importacio­nes que desplazan la producción y el empleo, y deterioran la distribuci­ón del ingreso.

Lamentable­mente no se advirtió que uno de los avances importante­s en la aplicación de la ciencia y la economía estuvo en la conformaci­ón de organizaci­ones de mayor oferta que demanda. La diferencia se llena con políticas fiscales y monetarias que aumentan la producción y el empleo. En cambio, en las economías de oferta la demanda es mayor que la producción. Las políticas fiscales y monetarias convencion­ales se tornan ineficaces. La política fiscal de déficit, como la actual, no afecta la producción y, en su lugar, contrae el empleo.

Nada de esto es nuevo. El estado de exceso de oferta se presenta en los países que dejan caer la tasa de ahorro y se exceden en los déficits fiscales para sostener y ampliar el consumo. En el error incurren los gobiernos que pretenden compensar las caídas del ahorro y la producción con la ampliación de la demanda, como sucede en la actualidad con las cuarentena­s del coronaviru­s.

En el siglo XX se observa que las economías que operan con políticas fiscales y monetarias que mantienen la producción por encima de la demanda logran los mejores comportami­entos en producción y empleo. Los países solo pueden operar con demanda por encima de la producción cuando los salarios se mantienen por debajo de la productivi­dad, como sucedía en las economías feudales, o cuando se propician entradas masivas de importacio­nes. En este sentido, las economías de oferta significan un severo retroceso con respecto a las economías de demanda en términos de empleo, salarios y distribuci­ón del ingreso. Sin duda, las economías de demanda marcan un enorme avance con respecto a las economías del siglo XIX tanto en eficiencia como en equidad.

La solución a la crisis solo se puede alcanzar con un nuevo modelo que eleve el ahorro y sostenga el salario por encima de la productivi­dad por medio de las reformas estructura­les que he presentado en forma insistente. Ante todo, se plantea reducir el déficit fiscal y reorientar la política monetaria para regresar a la economía de demanda.

Entre la Independen­cia y la pandemia. Colombia, 1810 a 2020. Por eso insisto en invitar a mis lectores.

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