¿Vacunación obligatoria?
SE ESTÁ DEBATIENDO EN TODO EL mundo el tema de si la vacuna contra el COVID debe ser obligatoria o no. Ya en algunos países han puesto en marcha el pasaporte COVID, restringiendo el ejercicio de algunos derechos a las personas que no se han querido vacunar.
Este tema ciertamente es, desde el punto de vista académico, muy interesante, pues plantea el choque entre los derechos individuales y la salud colectiva. Todo lo que se ha decidido en el mundo por el COVID ha sido improvisado, pues nadie tenía pensado el tema de cómo actuar y qué hacer frente a una pandemia de estas proporciones.
Recuerden ustedes que en los primeros meses los gobiernos empezaron a tomar medidas en tanto se iba conociendo más sobre el virus. Confinamientos, toques de queda, cierre de todas las actividades comerciales, parálisis en los vuelos internacionales, restricciones a la movilidad y al acceso a lugares públicos, entre otras.
No hubo un solo país del mundo que no haya patinado. Los ciudadanos estábamos muy asustados, a tal punto que empezamos a desinfectar todo lo que entraba a nuestras casas y vernos entre todos como apestados.
Varios países le apostaron a las vacunas, invirtiendo para eso billones de dólares sin saber en ese momento si funcionarían o no. Los grandes laboratorios entraron en esa carrera. Unos meses después de conocerse el primer caso en el mundo, los países empezaron a aplicar las vacunas.
Quienes nos hemos vacunado, y ya somos millones de personas, hemos hecho un acto de fe, pues nadie nos ha contado si esas vacunas tienen o no algún efecto a mediano y largo plazo.
Como borregos resignados, nos hemos dejado vacunar ante el miedo de morir por COVID-19. Los hechos nos han puesto entre dos extremos: morir o vivir.
Entiendo que cada uno de nosotros tiene su propia teoría sobre vacunarse o no hacerlo. Hay una cantidad de especulaciones absurdas, como que le meten a uno un chip, que es pecado, que es de los illuminati... en fin, cuanta estupidez se le ocurre a algunas personas. Lo grave es que millones de personas no quieren vacunarse y están en todo su derecho de no hacerlo. Pero eso también debe tener consecuencias, pues no solo están poniendo en riesgo su vida, sino la de todas las personas con las que interactúan.
Independientemente de lo que cada uno piense sobre la vacuna, lo cierto es que acabará por imponerse el pasaporte COVID para ciertas actividades, como viajar en avión, entrar a otro país, acudir a espectáculos masivos, centros comerciales o restaurantes, por solo mencionar algunos casos. Sobre eso no tengo la menor duda.
Ya los académicos del derecho darán el debate sobre si se vulneran o no los derechos individuales de las personas con la obligatoriedad de la vacuna. Por lo pronto, el debate es entre mis derechos y los derechos colectivos.
Notícula: tiene razón el gobernador del Meta al decir que están emputados por el tema de la carretera al Llano.