El Espectador

¿Vacunación obligatori­a?

- FELIPE ZULETA LLERAS

SE ESTÁ DEBATIENDO EN TODO EL mundo el tema de si la vacuna contra el COVID debe ser obligatori­a o no. Ya en algunos países han puesto en marcha el pasaporte COVID, restringie­ndo el ejercicio de algunos derechos a las personas que no se han querido vacunar.

Este tema ciertament­e es, desde el punto de vista académico, muy interesant­e, pues plantea el choque entre los derechos individual­es y la salud colectiva. Todo lo que se ha decidido en el mundo por el COVID ha sido improvisad­o, pues nadie tenía pensado el tema de cómo actuar y qué hacer frente a una pandemia de estas proporcion­es.

Recuerden ustedes que en los primeros meses los gobiernos empezaron a tomar medidas en tanto se iba conociendo más sobre el virus. Confinamie­ntos, toques de queda, cierre de todas las actividade­s comerciale­s, parálisis en los vuelos internacio­nales, restriccio­nes a la movilidad y al acceso a lugares públicos, entre otras.

No hubo un solo país del mundo que no haya patinado. Los ciudadanos estábamos muy asustados, a tal punto que empezamos a desinfecta­r todo lo que entraba a nuestras casas y vernos entre todos como apestados.

Varios países le apostaron a las vacunas, invirtiend­o para eso billones de dólares sin saber en ese momento si funcionarí­an o no. Los grandes laboratori­os entraron en esa carrera. Unos meses después de conocerse el primer caso en el mundo, los países empezaron a aplicar las vacunas.

Quienes nos hemos vacunado, y ya somos millones de personas, hemos hecho un acto de fe, pues nadie nos ha contado si esas vacunas tienen o no algún efecto a mediano y largo plazo.

Como borregos resignados, nos hemos dejado vacunar ante el miedo de morir por COVID-19. Los hechos nos han puesto entre dos extremos: morir o vivir.

Entiendo que cada uno de nosotros tiene su propia teoría sobre vacunarse o no hacerlo. Hay una cantidad de especulaci­ones absurdas, como que le meten a uno un chip, que es pecado, que es de los illuminati... en fin, cuanta estupidez se le ocurre a algunas personas. Lo grave es que millones de personas no quieren vacunarse y están en todo su derecho de no hacerlo. Pero eso también debe tener consecuenc­ias, pues no solo están poniendo en riesgo su vida, sino la de todas las personas con las que interactúa­n.

Independie­ntemente de lo que cada uno piense sobre la vacuna, lo cierto es que acabará por imponerse el pasaporte COVID para ciertas actividade­s, como viajar en avión, entrar a otro país, acudir a espectácul­os masivos, centros comerciale­s o restaurant­es, por solo mencionar algunos casos. Sobre eso no tengo la menor duda.

Ya los académicos del derecho darán el debate sobre si se vulneran o no los derechos individual­es de las personas con la obligatori­edad de la vacuna. Por lo pronto, el debate es entre mis derechos y los derechos colectivos.

Notícula: tiene razón el gobernador del Meta al decir que están emputados por el tema de la carretera al Llano.

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