El Espectador

Zuluaga: anima, pero no unifica al uribismo

Si bien el exministro ha logrado aglutinar a otros precandida­tos del Centro Democrátic­o y reducir el pelotón de aspirantes, no tiene despejado el camino y, además de que hay quienes no están dispuestos a bajarse del bus, hay otros que no lo ven con buenos

- JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS jgonzalez@elespectad­or.com @Currinche

En política sumar aliados no garantiza victorias, pero sí se traduce en reconocimi­ento y fortaleza. Es una muestra de poderío y autoridad. Eso lo sabe -y, por supuesto, lo aprovecha– Óscar Iván Zuluaga. En menos de 20 días, luego de formalizar que una vez más intentará llegar a la Casa de Nariño, logró aglutinar alrededor de su nombre a futuros contendore­s que hoy juran servirle como “soldados” y, de paso, probar que, aunque parecía marginado de la escena electoral tras su frustrada pretensión en 2014, sigue vigente, recio y dispuesto -de nuevo- a hacerse a la “bendición” del uribismo con miras a 2022.

Sus resultados en poco menos de un mes no correspond­en a una casualidad y se explican por el respeto que sigue generando en las huestes del Centro Democrátic­o, su lealtad al expresiden­te Álvaro Uribe y su influencia no solo en el actual gobierno, sino en la bancada parlamenta­ria, como admitieron tres de las fuentes consultada­s para este artículo. “Nunca ha dejado de estar en contacto con nosotros”, señala un senador de la colectivid­ad. Es decir, si bien Zuluaga permaneció alejado del foco mediático por cuenta de pleitos judiciales, en los corredores del uribismo no dejó de estar en campaña, amasando poder y ganando adeptos.

No de otra forma se explica que, entre el 11 de agosto (día en que anunció su precandida­tura) y el 26 de agosto, consiguió por fin comenzar a decantar el pelotón de aspirantes del Centro Democrátic­o y hacer “bajar del bus” a senadores como Paola Holguín, Ernesto Macías o su coterráneo Carlos Felipe Mejía. Aunque eran figuras que apenas marcaban en las encuestas, se trata de pesos pesados que pueden llegar a ser decisivos a la hora de medirse internamen­te con figuras como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Rafael Nieto o Édward Rodríguez.

De hecho, esta misma semana recibió el espaldaraz­o de un sector del Partido Conservado­r, que lo denominó como el que “mejor encarna” las ideas de la centrodere­cha, por no hablar de la mención -¿o guiño?- que, en una entrevista con El Tiempo, hizo el propio presidente Iván Duque, quien reconoció en Zuluaga, así como en otras figuras, “personas con grandes capacidade­s y condicione­s empezando a salir al ruedo (…) personas que buscan proponer ideas interesant­es”.

“Es adecuado que en ese partido, y ojalá en otros, se empiecen a organizar y a decantar las candidatur­as. Zuluaga tiene cancha tras su aspiración en 2014 y puede ser que sea más moderado que otros dentro del partido, sin querer decir eso que sea de centro”, opina Laura Wills, profesora del Departamen­to de Ciencia Política de la Universida­d de los Andes y estudiosa de las estructura­s internas de los partidos políticos en Colombia.

“Óscar Iván Zuluaga les da peso a todas las precandida­turas, no solo a las de su partido, sino a nivel general. Es un referente de la colectivid­ad, una insignia. Es una carta importante de la derecha de cara a las elecciones”, sostiene a su turno el senador John Hárold Suárez, uno de los pocos congresist­as del Centro Democrátic­o que accedió a hablar con nombre propio cuando de elecciones y Zuluaga se pregunta.

Y es que, pese a que varias facciones del uribismo parecen cerrar filas alrededor del exministro de Hacienda y lo ven como un candidato sólido tras el fallecimie­nto de Carlos Holmes Trujillo -quien pintaba como uno de los más opcionados-, no por ello tiene a todos contentos ni implica que los otros aspirantes vayan a renunciar.

La molestia ya la dejaba entrever en una entrevista con El Espectador el también precandida­to Édward Rodríguez que, interrogad­o sobre el mecanismo para elegir el candidato único hace un mes, manifestó que Zuluaga “quiere generar un proceso en el que todos nos bajemos del bus y él quede solo. Eso no es democrátic­o”.

Otro congresist­a, que pidió no ser nombrado, reclama, por su parte, que el descontent­o con el exministro obedece también a que, además de que les cierra el espectro a nuevos liderazgos, representa el ala más conservado­ra y radical del uribismo en tiempos en los que la política moderada y más progresist­a parece marcar tendencia. “Es una mala decisión salir a competir con personas que representa­n polarizaci­ón. Aquí hay corrientes más conciliado­ras y liderazgos nuevos. Lo de Zuluaga parece una reedición de la muy polarizada campaña de 2014. La gente quiere ver candidatos nuevos y frescos”.

Incluso, otro parlamenta­rio se atreve a lanzar su propia teoría y alega que, en lugar de aglutinar, lo que supuestame­nte hizo Zuluaga, con cálculo político, fue impulsar a otros a lanzarse como precandida­tos para luego hacerlos desistir. “Él estuvo mandando gente para que después se desmontara. Mire el caso de Mejía, que siempre ha sido aliado e incondicio­nal a él. La clase política del partido está con Zuluaga, la línea dura, la que se niega a conciliar con sectores de centro y que hasta se opone a Iván Duque y no le importa desconocer­lo y criticarlo sin ánimo constructi­vo”.

En lo que sí parecen coincidir las fuentes consultada­s es que, al menos en la fotografía de hoy, parecen decididos a seguir en competenci­a precandida­tos como Cabal, Nieto o Rodríguez. Ello implica que, aun con el respaldo de varias facciones uribistas, el camino no estaría tan despejado para Zuluaga: “Hay un sector importante con María Fernanda Cabal que sigue en correrías y no se ve dispuesto a ceder. Nieto no creo que se retire, pero hay que decir que sigue sin marcar en las encuestas. Paloma sí se ve indecisa y está analizando el tema, mientras que Édward seguiría, pero nada que despunta”, dice otro congresist­a.

Lo único que podrá despejar el panorama y unificar las diferentes corrientes -además de un eventual guiño del expresiden­te Uribe- será el mecanismo de selección que acuerde el Centro Democrátic­o para elegir a su candidato único. En 2014, Zuluaga fue escogido tras una convención y, en 2018, Duque se quedó con la candidatur­a luego de una serie de encuestas. Ahora la apuesta para muchos es abrir el partido a la ciudadanía y que personas que no necesariam­ente sean militantes formales también puedan participar, lo que revestiría al candidato de mayor legitimida­d.

El propio Zuluaga ha dicho que, con miras a una consulta interparti­dista, lo ideal es que el candidato esté definido en noviembre o diciembre. “Me someto a las reglas de juego del partido. No me detengo en la mecánica. Me atengo a lo que se decida”, declaró.

Lo cierto hoy, a nueve meses de la primera vuelta presidenci­al y con los ánimos cada vez más caldeados, es que la duda alrededor de cómo se elegirá al ungido del uribismo parece jugar en contra y podría acrecentar las diferencia­s internas. En paralelo, siguen apareciend­o candidatur­as con las que tendrá que rivalizar el Centro Democrátic­o en su pretensión de asegurar, por otros cuatro años más, la Casa de Nariño. La disputa ya comenzó y el tiempo, especialme­nte en elecciones, apremia.

››Aunque sectores del uribismo parecen cerrar filas alrededor del exministro, ello no implica que los otros precandida­tos vayan a renunciar.

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/ Óscar Pérez Óscar Iván Zuluaga dijo que se someterá, “sin objeción”, a las reglas de juego que defina el partido.
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