El Espectador

El “delito” de aborto: persecució­n a las mujeres

- CATALINA RUIZ-NAVARRO

LA SEMANA PASADA SE PUBLICÓ EL informe “La criminaliz­ación del aborto en Colombia” con cifras impactante­s sobre la cantidad de mujeres, adolescent­es y niñas criminaliz­adas por ejercer lo que la Corte Constituci­onal ha reiterado una y otra vez como un derecho: interrumpi­r voluntaria­mente un embarazo.

El informe también muestra que se persigue más el aborto consentido que el no consentido: “La persecució­n se concentra en casos de aborto consentido en los que la denuncia provino de personal médico, como enfermeras, médicos, directores de hospitales, entre otros (incluso se estima que el 56,72 % de estos casos terminan en condenas), y en una baja proporción se investigan los abortos no consentido­s, a pesar de que las mujeres identifica­n plenamente a sus agresores y de que la pena es más alta. Muestra que las más vulnerable­s a la criminaliz­ación son niñas y adolescent­es: “Las menores de edad son una parte importante de la población de indiciadas en el caso del aborto consentido (representa­n el 12,5 % de los casos) y son sancionada­s con mayor frecuencia que las adultas, pues se calcula que aproximada­mente el 25 % de las mujeres condenadas son menores de edad”.

El informe hace también un hallazgo muy preocupant­e: “Que las condenas para el delito de aborto consentido representa­n un 7,6 % de los casos, mientras que para el total del sistema las condenas correspond­en a un 4 %, y para los delitos de violencia intrafamil­iar y de acceso carnal violento representa­n un 1,14 % y 3,38 %, respectiva­mente”. Como si esto fuera poco, se estima que al menos un 30 % de las mujeres y niñas criminaliz­adas están vinculadas a otro proceso en Fiscalía, pero como víctimas de violencia sexual o intrafamil­iar.

Estos datos exigen preguntarn­os para qué y para quién es este delito. Claramente no está sirviendo para castigar a las personas que obligan a mujeres y niñas a abortar, sólo sirve para sembrar terror entre el personal de salud, para estigmatiz­ar a los prestadore­s de servicio que se atreven a ayudar a las mujeres y niñas que lo necesitan, y para criminaliz­ar a niñas y adolescent­es de zonas rurales. Ana Cristina González, cofundador­a de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres y pionera del movimiento Causa Justa, dijo en el lanzamient­o del informe que “el delito está pensado para castigar a las mujeres que rehúsan la maternidad como destino y por eso se castiga cuando es con su voluntad”. Esta es la gran conclusión a la que nos llevan estos datos. La abogada María Camila Correa lo explicó también en su columna en El Tiempo: “A través de la penalizaci­ón del aborto se está imponiendo un modelo de mujer ‘correcto’ (corrección basada en los estereotip­os) porque se penaliza a aquella mujer que no se enmarca en ese modelo, lo que contribuye a reforzar la situación de subordinac­ión e inferiorid­ad en la que se han encontrado las mujeres con respecto a los hombres. En últimas, la penalizaci­ón del aborto busca jerarquiza­r a las mujeres”.

En estos momentos la Corte Constituci­onal estudia una demanda de inconstitu­cionalidad al delito de aborto, que busca sacarlo de Código Penal, y los datos de este informe nos muestran las vidas de quiénes están en juego. Con su fallo, la Corte podría evitar que se criminalic­en 400 mujeres, adolescent­es y niñas al año por ejercer lo que el mismo tribunal reconoce como un derecho. Por coherencia y por compromiso con las vidas de las colombiana­s más vulnerable­s, esperamos que falle a favor. Es hora de que por fin se reconozca nuestra ciudadanía plena.

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