El Espectador

Entrevista

- JOSÉ FERNANDO ISAZA

NO QUERÍA EXPONER SU VERDAD A la luz pública. Algunos de sus seguidores le aconsejaba­n hacerlo, pues permitiría difuminar la imagen de ser solo un cruel guerrero, para el cual solo cuenta el resultado y no las acciones para obtenerlo, aun si estas violan los derechos ciudadanos y causan sufrimient­os y muertes a quienes no participan en la confrontac­ión armada. Uno de sus más cercanos seguidores, que tenía un cierto reconocimi­ento del mundo académico, lo convenció de aceptar la entrevista; trabajó largas jornadas con su jefe para lograr que esta tuviera impacto positivo sobre su declinante imagen, ya que le preocupaba que la justicia y la historia no lo absolviera­n ni le otorgaran el pedestal que creía merecer. La reunión se desarrolló en una de sus haciendas. Eligió como escenario el corredor de su casa campestre, por eso los ruidos del campo, la lluvia y los animales domésticos que merodeaban por el entorno estaban presentes durante la filmación. Trató de justificar la guerra sin cuartel contra la guerrilla y sin respeto a los derechos humanos por el asesinato que las Farc cometieron contra su papá, a quien describió como un típico padre antioqueño: estricto, trabajador, poco cariñoso pero querendón de sus hijos, a los que les inculcó el amor por los trabajos agrícolas y ganaderos.

En la entrevista hizo énfasis en que el amor a su patria era el faro que guiaba todas sus acciones. Destacó su honestidad y sus principios, legados por sus ancestros, en especial de la figura paterna.

Afirmó que no compartía los excesos de terror en que hubieran podido incurrir sus subalterno­s, pero que en una guerra irregular se podían emplear métodos igualmente irregulare­s. Dejó claro que no necesariam­ente compartía las peores atrocidade­s que habían cometido los hombres armados bajo su mando; sin embargo, no tomó medidas disciplina­rias contra ellos, todo lo excusó el lema “guerra es guerra”. La empatía por las víctimas inocentes estaba ausente en su discurso, pues las considerab­a un daño colateral.

Fiel al concepto de unión familiar, destacó el papel que jugó su hermano en la conformaci­ón de la estructura armada para la lucha antisubver­siva. Siguiendo la tradición de la región: como su hermano era mayor, acataba sus consejos y seguía sus directrice­s; no obstante, dejó claro que quien tenía el mando era el entrevista­do.

Durante el desarrollo de la entrevista reiteró que en su accionar combinó todas las formas de lucha: la guerra, la política y la participac­ión en las elecciones para lograr su objetivo principal, una mezcla de venganza y derrotar el comunismo en cualquiera de sus formas, así fuera un socialismo moderado; además, buscó construir una nueva patria con una ideología de extrema derecha.

Esta entrevista fue realizada hace poco más de 20 años por Darío Arizmendi a Carlos Castaño, jefe paramilita­r de las Auc. Pocos días antes, las Auc habían perpetrado la atroz masacre de El Salado. Tras el destape de las cartas políticas de su jefe, continuaro­n los desplazami­entos y las masacres, lo que no impidió o tal vez propició que, cooptando la clase política, las Auc lograran que el 30 % del Congreso estuviera conformado por sus aliados políticos, de diferentes partidos, constituye­ndo así el bloque mayoritari­o.

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