La justicia paquidérmica
Los ciudadanos de a pie en Colombia otean con desesperanza la imposibilidad que existe de acceder a la justicia. Si antes se utilizaba con cierta sorna el refrán en el sentido de que la justicia cojea pero llega, hoy los usuarios y profesionales del derecho reclaman estupefactos, con toda razón, por la inoperancia absoluta de la justicia.
La pandemia hizo que, por fuerza mayor, los juzgados y tribunales laboren virtualmente desde hace más de un año, con el infortunio de que un grueso de administradores de justicia y sus colaboradores, prevalidos de proteger la salud, han acrecentado la metástasis de la mora para resolver los asuntos procesales encomendados y bajo su responsabilidad.
Es algo insólito que tiene a los abogados pasando penurias y pensando en dedicarse a otros menesteres pues, sumado a la inercia jurisdiccional, los poderdantes carecen de los recursos necesarios para sufragar los honorarios pactados con los togados. Esta situación no tiene precedentes en la historia de la judicatura del país y pone en acción las alertas para que los entes responsables de la justicia colombiana —en particular el Consejo Superior de la Judicatura, erigido de tiempo atrás como un “elefante blanco”— tomen cartas en el asunto.
Todas las gentes del común se imaginan que una justicia que no tiene rostro y tampoco atiende con inmediatez los procesos asignados durante esta eterna vacancia judicial no puede ponerse al día ni contribuir con la resolución de los conflictos que se incrementan a diario, ante la ausencia de dispensadores de justicia conscientes y responsables, para dar una respuesta pronta y oportuna a tanta demanda y denuncia que con vehemencia se ciernen sobre la nación.
Porque la consuetudinaria mora judicial se resuelve, en gran parte, con el incremento de estrados y mayores servidores judiciales, incólumes e impolutos, garantes de los derechos fundamentales y del debido proceso, como exigencia a gritos de los innumerables usuarios de la justicia. Lo que queda claro, entonces, es que la problemática judicial no se resuelve, única y exclusivamente, con retrógradas reformas, sino con la verdadera y sincera voluntad de todos y cada uno de los integrantes del Poder Judicial, desde la cúspide hasta la base del estamento jurídico en crisis. Se espera que los órganos judiciales reactiven y dinamicen sus labores y dejen de mostrarse como una justicia paquidérmica y anacrónica en un Estado social de derecho. Orlando Morales.