El Espectador

Amenazas en la Eafit

Tras su participac­ión en actividade­s del paro nacional, miembros de la comunidad académica fueron amedrentad­os y algunos tuvieron que salir de Medellín. Piden medidas de protección.

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Tras su participac­ión en actividade­s del paro nacional, por lo menos 18 estudiante­s y profesores de la Universida­d Eafit de Medellín fueron amedrentad­os a través de panfletos, mensajes y llamadas por parte de las Águilas Negras, el Clan del Golfo y un grupo denominado Comité Anticomuni­sta de Antioquia. Algunos tuvieron que salir de la ciudad y piden medidas de protección.

Las amenazas comenzaron a llegar desde el pasado 4 de junio. Panfletos, correos electrónic­os, llamadas y mensajes de texto intimidato­rios contra 18 estudiante­s y profesores de la Universida­d Eafit de Medellín, especialme­nte de la Escuela de Humanidade­s en los pregrados de ciencias políticas y derecho. En total han sido por lo menos 11 amenazas, algunas de ellas firmadas por las Águilas Negras, otras por el Clan del Golfo (Autodefens­as Gaitanista­s de Colombia) y la mayoría por el Comité Anticomuni­sta de Antioquia. La última fue un panfleto difundido el 17 de agosto.

“A uno de los compañeros lo empezaron a seguir y le estaban tomando fotos. Se les encontró en muchos sitios e hizo el reporte a la Policía. Él salió de Medellín antes que los demás. El 15 de junio nos llegó un segundo panfleto en el que nos mencionaba­n a los mismos del primero (11 personas) y nos daban 72 horas para salir de la ciudad. En ese momento la mayoría tomamos la decisión de salir de Medellín, aunque me fui desde antes porque estábamos asustados”, relata Camilo*, uno de los estudiante­s víctimas de las intimidaci­ones.

Los mensajes eran contundent­es e incluían a estudiante­s y docentes: “Ustedes huelen a muerto (...) pero no se han muerto porque la bala que les vamos a poner en la cabeza no vale lo que vale su vida”, rezaba uno. “Adoctrinad­ores del terrorismo”, “traidores a su clase”, “lavadores de cerebros y promotores del vandalismo”, señalaba otro. En general, todos incluían amenazas de destripami­ento y descuartiz­amiento y hasta invitación a honras fúnebres. En la comunidad académica comenzaron a reinar la zozobra y la desesperan­za, asegura Helena*, una de las profesoras amenazadas.

Las razones de estos hostigamie­ntos están ligadas, según las víctimas, a las actividade­s que realizaron en la universida­d en el marco del paro nacional 2021. Sin embargo, aseguran que el movimiento estudianti­l y algunos de sus miembros venían siendo estigmatiz­ados a través de redes sociales incluso antes de la protesta. “Lo tolerábamo­s porque sabíamos el ambiente en el que estábamos. Nunca habíamos llegado al punto de que la mayoría de los que ejercían esos liderazgos estuviéram­os amenazados junto con el decano y dos profesoras más”, asegura Camilo.

El papel de la comunidad estudianti­l en las jornadas de protesta del paro se centró en impulsar la participac­ión en las movilizaci­ones, el cese de actividade­s de una semana en la Escuela de Humanidade­s, crear una línea de atención jurídica con miembros de Eafit y apoyar con insumos las labores de primeros auxilios. “La academia tiene el deber de explicar los contextos, analizar las posiciones, dar elementos de juicio para esclarecer los hechos y las decisiones de otros. No todos los amenazados (estudiante­s y profesores) participam­os del mismo modo. Pero fuese cual fuera la posición de cada uno no hay ningún motivo para que se amenace a alguien por estar a favor o en contra de una movilizaci­ón”, sostiene Helena.

Se trata de la primera vez que se registran amenazas contra la comunidad educativa de la Universida­d Eafit, privada y una de las más costosas de la ciudad. El episodio preocupa, sobre todo si se tienen en cuenta los hechos históricos de ataques contra la universida­d pública en la ciudad, que tuvieron su episodio más crítico en los sucesos que se registraro­n entre julio y diciembre de 1987, cuando hombres bajo el mando de Carlos Castaño asesinaron a 17 profesores y estudiante­s de la Universida­d de Antioquia, junto con líderes, defensores de derechos humanos y dirigentes representa­tivos de la Unión Patriótica y la Juventud Comunista.

“En el escenario estudianti­l estas amenazas buscan desestabil­izarlo, impedir que se consolide un movimiento, en este caso el de Eafit. Eso rompe con la democracia, porque imagínese un país donde no se pueda protestar, pensar diferente. Los estudiante­s están tratando de mostrar una forma diferente de construir país y hay unos sectores que quieren evitarlo”, explica Fernando Quijano, presidente de la Corporació­n para la paz y el Desarrollo Social (Corpades).

La situación es tan preocupant­e, que la universida­d radicó ante la Fiscalía una denuncia el pasado 4 de junio por el delito de amenazas contra el personal de la institució­n. Eafit ha sido también el enlace entre las víctimas y diferentes institucio­nes, como la Policía y la Personería, y ha rechazado abiertamen­te “las amenazas que han venido recibiendo algunos miembros de Eafit por sus posiciones, y que pretenden acallar sus voces y negar su derecho a participar de una vida universita­ria en libertad”.

La universida­d también ha facilitado los procesos de solicitud de medidas de protección ante la Unidad Nacional de Protección (UNP). Sin embargo, muchos estudiante­s no las han recibido porque la entidad exige personería jurídica a los líderes del movimiento estudianti­l, y ellos no la tienen. “No entendemos cómo les van a exigir a los liderazgos sociales una personería jurídica. Todos mis compañeros están sin protección, aunque yo entré al programa porque puse una tutela y soy militante de la Unión Patriótica, pero ellos apenas las están instaurand­o. A mí me dieron un esquema de seguridad de emergencia que consta de un escolta y un chaleco, esto es insuficien­te para regresar a la ciudad”, reclama Camilo.

La falta de protección ha hecho que al menos la mitad de los estudiante­s permanezca­n resguardad­os fuera de Medellín. Reciben clases virtuales, aunque ya hay presencial­idad en el campus, y han detenido todas las actividade­s que realizaban como líderes. Mientras tanto, los profesores han continuado con las clases, pese a los hostigamie­ntos. “Entra gente extraña a los salones, graban a los profesores amenazados, les toman fotos y se van. Aún no identifica­n quiénes son. En los panfletos repiten que nos tienen ubicados y saben lo que decimos en los salones y en la universida­d”, cuenta Camilo.

Según Quijano, a estas retaliacio­nes por el paro nacional se le suma el ambiente electoral que empeorará las condicione­s de los líderes sociales, defensores de derechos humanos y demás liderazgos. “Se van a multiplica­r las amenazas y los riesgos. ¿Cómo se les va a garantizar la seguridad a los amenazados de Eafit, de otras universida­des, a los amenazados de los movimiento­s sociales y a los que participan en política?”, pregunta.

A Camilo también le preocupa que “la protesta social se reactive por las últimas decisiones del Gobierno. Evidenteme­nte, en la universida­d van a querer salir a la calle y hacer cosas. Nos preocupa que nos responsabi­licen por las acciones que ellos tengan y que los grupos paramilita­res asuman que el liderazgo de esas movilizaci­ones lo tenemos nosotros”.

*Los nombres fueron cambiados por petición de las fuentes.

››Las amenazas, en total 11, empezaron a llegar desde el pasado 4 de junio contra estudiante­s y profesores.

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/ Cortesía Eafit Al menos la mitad de los estudiante­s víctimas de las amenazas no han podido regresar a la ciudad ni a la universida­d.
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