El Espectador

El pendiente del exsenador Germán Olano por carrusel de la contrataci­ón

Pese a que el excongresi­sta Germán Olano, en 2012, fue condenado a ocho años de prisión por las irregulari­dades del carrusel de la contrataci­ón, la Corte Suprema aún adelanta investigac­ión en su contra por un tercer delito. El hombre ha sido señalado de r

- FERNANDA TORRES TOVAR ltorres@elespectad­or.com @FERNANDATO­RREST

Tras once años de haberse destapado el carrusel de la contrataci­ón de Bogotá, la Corte Suprema de Justicia aún les sigue la pista a excongresi­stas que se lucraron de ese entramado, en cabeza del exalcalde Samuel Moreno. En este caso, la lupa está sobre el exsenador Germán Olano Becerra, sobre quien ya pesa una condena de ocho años luego de que se acogiera a sentencia anticipada por los delitos de enriquecim­iento ilícito y tráfico de influencia­s. El proceso actual en su contra reposa en la Sala de Primera Instancia, donde su expediente se encuentra ad portas de etapa de juicio, pues solo faltan por resolverse unas solicitude­s de pruebas.

Olano Becerra fue acusado, en mayo del año pasado, por el delito de interés indebido en la celebració­n de contratos. La decisión de más de 150 páginas, conocida por este diario, da cuenta de la investigac­ión que lideró el magistrado de la Sala de Instrucció­n, Héctor Alarcón, según la cual el excongresi­sta se lucró durante la adjudicaci­ón de un contrato celebrado en 2007 por el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) y la unión temporal Transvial, del grupo empresaria­l de los Nule, constructo­res de Sucre, protagonis­tas del escándalo. El convenio tenía como objetivo la construcci­ón de la Fase III de Transmilen­io y el Grupo IV de la calle 26 y superó los $315.000 millones.

Si bien Olano Becerra fue condenado bajo sentencia anticipada por estos hechos, el entonces congresist­a no asumió responsabi­lidad en el delito de interés indebido en la celebració­n de contratos, de ahí que la Sala Penal continuara con la investigac­ión en su contra, expediente que pasó luego a la Sala de Instrucció­n. Allí, Alarcón resumió que la adjudicaci­ón de los contratos estuvo llena de irregulari­dades, pese a que testigos como la exdirector­a del IDU, Liliana Pardo, hasta hace poco prófuga de la justicia y entonces encargada de la asignación de las obras, señaló que dichos procedimie­ntos se realizaron conforme a los parámetros legales.

Pardo, quien terminó procesada y condenada por los hechos, se sumó a la postura de Inocencio Meléndez, subdirecto­r del IDU, quien libró de toda culpa a Germán Olano. Pese al espaldaraz­o, la investigac­ión determinó que existió una relación estrecha entre el exsenador y el contralor del distrito de la época, Miguel Ángel Moralesrus­si, también vinculado y condenado por el entramado de corrupción. En las investigac­iones que se adelantaro­n en el alto tribunal y en la Fiscalía se encontró que hubo una organizaci­ón criminal dedicada al manejo irregular de los recursos de Bogotá y que para cumplir su cometido cobraron coimas por la asignación de contratos a varias entidades del país.

Sobre Olano Becerra, el alto tribunal tiene documentad­o que, con el fin de que el contrato 137 quedara en poder del Grupo Nule —pese a que se había presentado otro oferente para realizar las obras de infraestru­ctura—, el excongresi­sta se reunió en varias ocasiones con Miguel Eduardo Nule y el empresario Julio Gómez, con quienes acordaron el pago de $3.500 millones con el fin de que se le adjudicara el contrato. Según la Corte, el pacto ilegal fue así: Olano Becerra recibiría $1.750 millones, cantidad que asumió el empresario Gómez, quien además debía entregar una parte a funcionari­os del IDU, entre ellos, Liliana Pardo e Inocencio Meléndez.

Una segunda actuación posiblemen­te irregular de Germán Olano fue la suscripció­n de los contratos 071 y 072, en 2008. Se trata, nuevamente, de obras en la malla vial y aparentes maniobras para amañar los procesos licitatori­os, que llamaron la atención de las autoridade­s. Al parecer, el excongresi­sta intervino para que el Grupo Nule cumpliera con los pagos que le habían prometido a Moralesrus­si. Según la investigac­ión, la intención del exsenador era evitar que el entonces contralor interfirie­ra en el contrato 137: que no ejerciera auditoría y control por el atraso que tuvieron las obras en la calle 26. El excongresi­sta salió bien librado de esta situación, pues el exfunciona­rio del distrito omitió sus deberes.

En el momento de los hechos, Olano Becerra, hoy condenado, era congresist­a, por eso lo juzga ahora la Corte. Los argumentos del magistrado Alarcón reposan ahora en los despachos de los magistrado­s de la Sala de Primera Instancia, donde avanzan las diligencia­s preparator­ias, previas al juicio. Sobre Olano Becerra pesa un segundo proceso que está en etapa de indagación y vincula dineros de tres hospitales de la capital del país. Sobre este último, la Sala de Instrucció­n revisará si archiva el proceso o lo llama a juicio.

El excongresi­sta, hermano del también exsenador Plinio Olano, absuelto en el entramado de corrupción de la brasileña Odebrecht, es el segundo miembro del Legislativ­o que está ante la Corte Suprema de Justicia por el carrusel de contrataci­ón.

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bien Olano Becerra fue condenado bajo sentencia anticipada por estos hechos, el entonces congresist­a no asumió responsabi­lidad en el delito.

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/ Gustavo Torrijos Germán Olano, señalado de recibir dinero para adjudicar contratos al grupo empresaria­l de los Nule.

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