Todo por nuestros niños
ESTOY EN TOTAL DESACUERDO CON EL tono descalificador con que el periódico compartió a sus lectores su opinión sobre la prisión perpetua para violadores y asesinos de niños. Entre otras, porque el escrito cae en el facilismo que nos achacan a los promotores de la iniciativa. En efecto, afirmar que la prisión perpetua no tiene sustento práctico ni conceptual es desconocer el trabajo de más de 15 años que hemos hecho sus promotores y los debates que sobre el particular ha dado el país. ¿Pragmatismo? ¿Les parece poco evitar que un niño sea violado por un violador reincidente? Y en materia de conceptos, ¿no es suficiente el mandato constitucional de prevalencia de los derechos de los niños?
Dice el editorial que la medida es cruel, pero no hace ninguna referencia en el mismo tono ni utiliza ningún calificativo para referirse a la violencia que sufren los niños. Adicionalmente, califica de retórico el discurso de protección de los niños. Señor director, no es retórica, es una realidad. Su periódico ha informado sobre muchos de estos casos. Quizás iguales a la tragedia de la violencia son la indolencia y la indiferencia con esta aterradora realidad.
Adicionalmente, el editorial comete imprecisiones preocupantes. No es cierto que el Ministerio de Justicia incluyera en la ley de reglamentación de la prisión perpetua la revisión de la pena. Esa era una obligación que ordenó el Acto Legislativo 01 de 2020. El ministro no se la inventó ni la incluyó como un asunto nuevo en la reglamentación.
Se afirma también que la prisión perpetua destruiría los cimientos de la política criminal. Estoy en desacuerdo con esa afirmación, entre otras, porque la prisión perpetua habría continuado prohibida en Colombia y solo se habría aplicado para dos conductas en particular: el homicidio y el acceso carnal violento cometido contra los niños. Igualmente, para los ciudadanos que están tan preocupados por resocializar violadores, no es cierto que a través de la prisión perpetua se sabotearan los intentos de resocializar, porque no solamente preveía la revisión de la pena, sino que además ordenaba al Ministerio de Justicia construir un plan de resocialización especial para los condenados con esa pena.
Por último, el editorial es incoherente, porque en un aparte dice que a través de la prisión perpetua se saturaría el sistema judicial y penitenciario, pero en otro párrafo dice que por su severidad fomentaría la impunidad. Durante años, los promotores de la prisión perpetua nos hemos enfrentado a esta incoherencia, a discursos que apelan a la descalificación. Y lo cierto y real es que las cárceles en Colombia no están llenas propiamente de violadores y asesinos de niños.
Señor director, reconozco en El Espectador un medio que promueve las libertades y el debate serio y juicioso de las ideas, pero la opinión dada sobre la prisión perpetua carece de esas calidades. Es irrespetuoso referirse de esa manera a una propuesta que ha contado con el apoyo de millones de colombianos. ¡Lo hacemos todo por nuestros niños!