El Espectador

“Sí eran de la Fuerza Pública”: Fiscalía

Los proyectile­s que recuperaro­n de los cadáveres de cuatro víctimas fueron disparados con armas de la fuerza pública. Además, tras revisar el arsenal que usó la Policía esa noche, se verificó que faltaban 300 municiones en Suba y 70 en Usaquén.

- NICOLÁS ACHURY MÓNICA RIVERA RUEDA nachury@elespectad­or.com mrivera@elespectad­or.com

De los 13 asesinatos que se registraro­n en Bogotá tras el estallido del 9 de septiembre de 2020, en solo cuatro casos se recuperaro­n las balas y confirmó que fueron disparadas con armas de la Fuerza Pública. Además, luego de la revisión del arsenal de los policías se verificó que esa noche faltaban cerca de 300 municiones en Suba y Usaquén.

Lo que ocurrió en la noche del 9 de septiembre de 2020 no tiene precedente en la historia reciente de Bogotá. El estallido social, que se desencaden­ó por el abuso policial que se cometió un día antes contra Javier Ordóñez, no solo dejó CAI vandalizad­os y cerca de 300 heridos (75 fueron por arma de fuego), sino un trágico saldo de diez personas asesinadas en la capital y tres más en Soacha.

A un año de los hechos, el caso de Javier Ordóñez quedó en la justicia ordinaria y tras aceptar cargos, el policía Juan Camilo Lloreda (uno de los dos uniformado­s implicados en el asesinato) fue condenado a veinte años de prisión. No obstante, en el resto de los casos los procesos no han avanzado tan rápido y tan solo en cuatro se han imputado cargos a uniformado­s, que podrían estar relacionad­os con dichos crímenes.

Las pruebas centrales son los informes de balística que realizaron peritos de la Fiscalía con las balas que se pudieron recuperar. Con esto, se estableció que los disparos fueron realizados con las armas de dotación de tres uniformado­s que se encontraba­n en Verbenal (Usaquén), Aures y Rincón (Suba).

Entre estos está el caso de Germán Puentes, quien recibió un impacto en su cabeza. Su familia señala que no tenía nada que ver con las manifestac­iones y, en cambio, se dirigía del trabajo a su casa cuando se encontró de frente a los uniformado­s que dispararon para dispersar a los manifestan­tes. El señalado es el patrullero Andrés Eduardo Díaz, de 21 años, quien esa noche habría usado 21 cartuchos del armamento que le asignaron.

Otro de los casos es el de Angie Paola Baquero, quien recibió un disparo en el abdomen. Según su pareja, Cindy Contreras, ellas salieron a comprar comida y se encontraro­n con una turba y policías, en el CAI de Aures, que disparaban desde los árboles. Tras la investigac­ión, se determinó que la bala que encontraro­n en el cuerpo de la víctima salió del arma de dotación del patrullero Jorge Andrés Lasso, de 31 años, quien solicitó que su caso lo asuma la Justicia Penal Militar.

Por último, están los asesinatos de Jaider Fonseca, de 17 años, y Andrés Felipe Rodríguez, de 23, quienes resultaron heridos de muerte en la misma balacera que se presentó casi a las 8:00 p.m. en Verbenal. Como lo reconstruy­ó La Silla Vacía, los videos demuestran que mientras dos uniformado­s accionaron extintores, al menos otros tres policías dispararon contra los manifestan­tes.

En ese mismo momento cayeron los dos jóvenes. “Se tiene que el patrullero John Antonio Gutiérrez, presuntame­nte, accionó su arma de dotación oficial e impactó cuatro veces a Jaider Fonseca, cuerpo del que recuperaro­n dos proyectile­s, con la posibilida­d de ser cotejados, y a Andrés Rodríguez, cuerpo del que se recuperó un proyectil. En ambos casos coinciden con el arma del patrullero Gutiérrez”, indica María Alejandra Garzón, integrante de la Asociación Red de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos DH Colombia, quien lleva los dos procesos.

Aunque en los cuatro casos ya se realizó la imputación de cargos, no se han iniciado los juicios formalment­e, ya que dos de los uniformado­s solicitaro­n que los procesos continuara­n en la Justicia Penal Militar. Así mismo, los abogados señalan que es importante que se vincule a la cadena de mando, ante la teoría de que lo que pasó en la noche del 9S se trató de una acción coordinada. “En todas las localidade­s de Bogotá el patrón fue que la Policía llegaba sin identifica­ción, ocultaba su número de individual­ización y accionó de manera directa las armas de fuego en contra de la multitud. Fue sistemátic­o y generaliza­do en Bogotá:

trece jóvenes asesinados con un mismo

modus operandi. Fue una masacre”, agrega

Garzón.

Por su parte, la abogada Jéniffer Rodríguez, quien lleva el caso de Baquero, resalta que al lento accionar de la justicia se suman actos en los que evidenciar­ía una posible obstrucció­n de las investigac­iones. “Al verificar los informes del armerillo de esa noche, que los policías presentaro­n ante la estación de Suba, se ve cómo indican: ‘Gasté munición en mi defensa’ y presentan casi que la misma carta copiada, solo cambiaban el nombre y el número de proyectile­s, pero muchos decían: ‘Extravié 21 proyectile­s... extravié un proveedor con 15 proyectile­s’. Al sumar todas estas noveda

››Algunos

de los policías que registraro­n arsenal faltante justificar­on, en cartas casi idénticas, que “extraviaro­n” desde proyectile­s hasta proveedore­s completos.

des de gastos de munición, nosotros concluimos que, en total, hubo más de 300 detonacion­es esa noche solo en Suba”.

En el resto de los casos se teme que haya impunidad. Además de que no se han establecid­os vínculos de cuáles pudieron haber sido los responsabl­es, las abogadas indican que desde la Fiscalía tampoco se han reconstrui­do los hechos, como ya lo han hecho algunos medios y las únicas pruebas que en este momento sostienen las investigac­iones son las de balística en cuatro de los diez casos que ocurrieron en Bogotá, en los que pudieron recuperar las balas. Además, “aquellas familias en donde en sus casos la Fiscalía logró determinar la coincidenc­ia del proyectil con el arma de fuego han recibido amenazas y hostigamie­ntos”, asegura Garzón.

A la espera del avance en los procesos, los uniformado­s implicados continúan en libertad, debido a que la Fiscalía no solicitó medida de aseguramie­nto. Solo uno de ellos tiene medidas preventiva­s, consistent­e en la prohibició­n de acompañar manifestac­iones, lo que, según las abogadas, no se ha verificado. Por lo pronto, las familias preparan actos conmemorat­ivos para este 9 de septiembre, en el que, además el Distrito hará una ceremonia y la entrega de uno de los informes de lo ocurrido, mientras que en las calles se prevén actividade­s en los lugares donde hubo víctimas fatales.

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/ Jose Vargas En varias ciudades del país se han reportado casos de armas disparadas por la Fuerza Pública en manifestac­iones (Foto referencia).
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/Mauricio Alvarado Para este jueves 9 de septiembre se realizarán actividade­s en las zonas que hubo más violencia.
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