El Espectador

Se destapó Gilberto

- PATRICIA LARA SALIVE www.patriciala­rasalive.com, @patriciala­rasa

AHORA RESULTA QUE PARA EL EXpresiden­te Andrés Pastrana es verdad lo que los jefes del cartel de Cali, Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, afirman en la carta que él le entregó a la Comisión de la Verdad, donde dicen que el expresiden­te Samper sí sabía que ellos financiaro­n su campaña, pero es mentira la afirmación que hace Gilberto en una nueva carta enviada el martes: que ellos también financiaro­n la campaña de Pastrana y que la misiva que el expresiden­te entregó a la Comisión la escribiero­n presionado­s por un chantaje suyo. Algo así como: “si no escriben una carta inculpando a Samper, los extradito”.

Sin embargo, en la última carta, Gilberto Rodríguez dice algo mucho más grave: que si bien ellos son “liberales de hueso colorado”, antes que todo son demócratas. Y que, por esa razón, en los últimos 50 años ayudaron tanto a liberales como conservado­res.

A propósito, les cuento una historia: corría el año 1996 y los Rodríguez Orejuela habían sido puestos presos por el gobierno de Samper. Yo dirigía la revista Cambio. Entonces un amigo me contó que su conductor había sido por años chofer de Gilberto. Le dije que me gustaría hablar con él. Nos reunimos. Me dijo que él llevaba a Gilberto a las fiestas a las que asistían varios personajes, que en su casa se hacían parrandas a las que iban políticos de todos los pelambres, que una vez Gilberto y un presidente conocido por su gusto por las muchachas pasaron una noche encerrados con mujeres de la vida alegre, y, lo principal, que su jefe les enviaba cheques a los políticos. Él mismo los entregaba y guardaba fotocopias. Incluso me mostró una copia de un cheque girado a un encumbrado dirigente que se decía “defensor de la moral”, a quien no nombro porque está muerto.

Entonces le dije que a la revista Cambio le interesaba publicar esos cheques. Él contestó que, para entregárme­los, necesitaba autorizaci­ón de Gilberto. Días después, el hombre regresó y me informó que Rodríguez no había autorizado la publicació­n de los cheques. Decidí escribir una columna en la que instaba a los Rodríguez Orejuela a que dijeran la verdad y revelaran los nombres de todos los políticos que los habían utilizado, a quienes ellos habían financiado. Así le harían un gran servicio al país, agregaba. Después de publicada la columna me visitó en la oficina un abogado de los Rodríguez. Me dijo que Gilberto me mandaba a decir que si algún día decidía hablar, esa entrevista me la daría a mí.

Hoy, un cuarto de siglo después, todavía Gilberto no ha hablado. Pero, a juzgar por la carta que le envió a Pastrana, parece que ya quiere hablar. Y hoy el mejor modo de hacerlo es frente a la Comisión de la Verdad.

Les sugiero a los Rodríguez Orejuela que le soliciten de inmediato a la Comisión de la Verdad que los escuche, y a esta, que haga lo que sea necesario para oírlos de manera pública. Así se sabría la verdad. Porque no es justo que durante todos estos años el agua sucia le haya caído solo a Samper, cuando todos, o casi todos (recuerden al presidente Iván Duque y a su amigo el Ñeñe Hernández), se han beneficiad­o del dinero del narcotráfi­co, que tanto ha expandido y prolongado la guerra en Colombia.

Así, Gilberto Rodríguez, a sus 82 años, antes de que el cáncer termine de devorarlo, podría sentirse orgulloso de haber ayudado a rescatar a Colombia de ese mar de mentiras y corrupción en el que ha vivido sumergida. Gilberto tiene la clave.

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