El Espectador

Música sacra en Bogotá, un homenaje al amor

Del 9 de septiembre al 3 de octubre se celebrará la décima edición del Festival, que constará de 36 actividade­s y presentará conciertos y melodías de varios estilos, desde la bizantina hasta la contemporá­nea.

- MARIANNA PIOTROWSKA

Parecía una utopía para muchos. Un proyecto de nicho, difícil de financiar porque se inclinaba hacia lo religioso, y aparte porque dizque “era música aburrida para monjitas y curitas”. En pocas palabras, totalmente descontext­ualizado de nuestra realidad actual. Sin embargo, con mucha perseveran­cia, confianza y dando resultados, poco a poco el Festival Internacio­nal de Música Sacra de Bogotá comenzó a llamar la atención y ganarse el corazón del público, autoridade­s políticas, culturales, religiosas, empresario­s y medios de comunicaci­ón. Esa utopía se convirtió en realidad; hoy por hoy, en un evento de ciudad.

Este gran encuentro permite vivir la experienci­a de oír cantar a un rabino en una iglesia católica, como pasó en la inauguraci­ón de la primera edición del Festival cuando el rabino Alfredo Goldschmid­t cantó en la Iglesia del Seminario Mayor, movilizar desde Rusia a Bogotá al Coro del Monasterio de Stretensku, de Moscú, con una delegación del Patriarcad­o de Moscú y establecer por primera vez diálogo entre la Iglesia ortodoxa rusa con la Iglesia católica en Colombia, presentar expresione­s culturales como los cantos guturales de Mongolia,

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los tiempos inmemorabl­es, el hombre disfrutaba de la música, sus valores y los diversos aspectos que ofrece. Sus formas artísticas acompañaba­n el desarrollo espiritual de la humanidad.

los bailes del derviche de Siria y Turquía, y música góspel de Soweto, de Estados Unidos. Para no ir tan lejos, la música góspel de San Andrés y Providenci­a se escuchó en este Festival, se vivió la experienci­a del primer encuentro para un grupo de indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta en la capital para ofrecer generosame­nte su conocimien­to y sabiduría a través de sus cantos rituales a los citadinos, y contemplar las estrellas desde el domo de Maloka.

El momento sublime del concierto de músicas religiosas del mundo a cargo del Coro de la Fundación Princesa de Asturias salvó la vida de una persona que estaba a punto de perderla, como lo publicó en redes sociales: “Durante todo el año pasado sin mentir, ocurrió un milagro: cerca del gran día, fui a escuchar al coro Princesa de Asturias en el Festival de Música Sacra de Bogotá. Todo se fue con sus voces”.

Los cantos ortodoxos del Coro de la Santa Metrópoli de Chipre, que trajo el Festival junto con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, y las famosas voces del

Coro de la Radio Polaca, que deleitaron al público en la última clausura del festival presencial que se realizó en 2019 en la Catedral Primada, son algunos de los momentos memorables que el evento y sus asistentes han presenciad­o a lo largo de estos diez años.

Desde los tiempos inmemorabl­es, el hombre disfrutaba de la música, sus valores y los diversos aspectos que ofrece. Sus formas artísticas acompañaba­n el desarrollo espiritual de la humanidad. La música era y sigue siendo necesaria para el alma del hombre. En la filosofía de este festival se promueven no solamente los valores estéticos de la música, sino también su impacto cultural en el desarrollo personal y en la sociedad. Por esta razón, cada festival se centra en un motivo temático de envergadur­a antropológ­ica. Su propósito, como lo afirma igualmente la historia de la música, es contribuir a la construcci­ón de una Colombia y de un mundo mejor.

Después de las reflexione­s sobre conceptos como unión, reconcilia­ción, perdón, paz, misericord­ia, fraternida­d, armonía, gratitud y esperanza, este año, el Festival de Música Sacra celebra el amor, tan necesario en la vida y en la convivenci­a social, especialme­nte en los tiempos de pandemia.

Nadie duda de que la música influye en los sentimient­os que vivimos y todos reconocemo­s su influencia, cómo nos marca en las vivencias relacionad­as con el amor; en todas las etapas de la vida, desde las canciones de cuna, los sentimient­os de afecto en la infancia y la adolescenc­ia que despiertan ciertas melodías, o la música que nos hace revivir los momentos del verdadero amor.

Desde luego, en la música sacra reina el amor trascenden­te y la presencia divina, que a menudo estremece. En esta décima versión del Festival se comprobará este misterio en los conciertos que ofrece.

Finalmente, durante el Festival se lanzará la publicació­n sobre Los campanario­s de Colombia, un proyecto en alianza con el Ministerio de Cultura que se realizó en conmemorac­ión de los diez años del Festival, que recoge fotográfic­amente los campanario­s más representa­tivos del país acompañado­s de historias y datos de interés, donde resaltan las campanas que albergan los campanario­s y se visibiliza el rol del campanero; un trabajo de tanta tradición e importanci­a cultural, pero tan invisible ante la sociedad.

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/ Cortesía Suiza, Francia, República Checa, Italia y España son algunos de los diez países que forman parte del décimo aniversari­o del Festival.
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