Renunció, no la echaron
Aunque un cuestionado anticipo de $70.000 millones a la firma contratista Centros Poblados terminó costándole el puesto a la ahora exministra de las TIC Karen Abudinen, el Congreso no pudo aprobar la moción de censura en su contra. Abudinen, quien el juev
Por no reunir mayorías, ayer se hundió la moción de censura en contra de la ahora exministra de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Karen Abudinen, quien sigue en el ojo del huracán por el anticipo de $70.243 millones que le hizo a la unión temporal Centros Poblados. La situación alrededor de la moción llevó a la oposición a levantar la voz, pues desde la bancada oficialista y cercanos se abstuvieron de participar en la votación para que no se pudiera realizar. De esta forma, se embolató la moción de censura en la que los números daban para que el gobierno de Iván Duque se convirtiera en el primero al que le aplicaran esta figura.
La jornada comenzó sin mayores contratiempos. A pesar de que la sesión fue convocada el viernes, día en el que normalmente los congresistas viajan a sus regiones, hubo quórum para comenzar la jornada sin contratiempos, aunque la mayoría compareció de manera virtual. Sin embargo, los problemas vinieron cuando comenzó la votación.
A pesar de que los representantes de oposición presentes en el capitolio pidieron que se hiciera votación nominal, para que se llevara un control de los que votaban y el sentido de su decisión, la presidenta Jennifer Arias, quien hace parte del Centro Democrático, decidió que la votación tenía que llevarse a cabo a través de la plataforma. Esta herramienta fue aprovechada por los cercanos al oficialismo para garantizar que no prosperara la votación de la moción de censura.
La mayoría de representantes respondieron al primer llamado a lista, pero no emitieron su voto para que no hubiera la cantidad de votos mínimos (85) y así la decisión tuviera validez. De esta forma, los afines al Gobierno lograron que fracasara la acción en contra de Abudinen, quien, a pesar de haber renunciado, antes de la sesión de este viernes tenía los votos en contra suficientes para que pasara a la historia como la primera ministra censurada por el Congreso desde que se instauró la figura en la Constitución de 1991.
Aunque 140 representantes estaban conectados, apenas 86 emitieron un voto. Al final, la votación quedó 56 votos a favor de la censura y solo 30 en contra. Se necesitaban 85 votos afirmativos; es decir, la mayoría absoluta, para que la acción contra Abudinen surtiera efecto. Se contaba con los votos de toda la bancada del Partido Liberal, del Partido de la U y varios de los conservadores, que anunciaron que no apoyarían a la ministra. Sin embargo, minutos antes decidieron no dar su voto y de esta forma fracasó la medida contra la exministra de las TIC y el Gobierno.
Tras la fallida votación en contra de Abudinen, Jorge Eliécer Salazar, vocero de la U, explicó que asistieron a la sesión, pero no participaron en la votación debido a que no tenía razón la moción, puesto que la ministra Abudinen había renunciado en la noche del jueves. Incluso, a nombre de todo el Partido de la U, expresó que estarían dispuestos a enfrentar las acciones jurídicas que amerite su decisión.
“Una vez citada la Cámara para la votación donde se decidirá la suerte del funcionario, los miembros de la corporación decidirán acudir a ella de acuerdo con la norma. Finalmente, si es obligatorio acudir a la sesión y cumplir con los registros de asistencia para lo cual fueron citados los congresistas, ello por sí solo o a través de su bancada, podrán abstenerse de votar cuando no hay causas ante renuncia de la ministra para seguir adelante”, dijo Salazar para justificar la acción de sus compañeros de partido. Sin embargo, este no tuvo en cuenta que en la Constitución se consagró que la moción de censura se puede llevar a cabo a pesar de que renuncie el funcionario.
Al parecer, esta postura fue compartida por otros miembros de las bancadas liberales y de otros partidos, que también dijeron sí al llamado a lista, pero no emitieron su voto.
Tras los anuncios, comenzaron los reclamos de la oposición, que señalaron las que consideraban las irregularidades del proceso. Ante la avalancha de reclamos, en un primer momento, la presidenta Arias trató de dar paso a la lectura de proyectos para debatirlos en la próxima sesión y así acabar de inmediato, pero los representantes presentes lo impidieron.
Katherine Miranda fue una de las que expresó su total rechazo a lo que ocurrió durante la sesión y la posición asumida por las directivas. “Había 96 congresistas en la plataforma. Durante la votación, ¿quiénes estaban en la plataforma y no votaron?, cuestionó Miranda directamente al secretario de la Cámara. “Esto es a todas luces una burla con los colombianos, que el Congreso le haya servido al Gobierno para encubrir a la ministra. Le pido a la mesa directiva que haya repercusiones para los congresistas que estando en plataforma no votaron porque les dio vergüenza apoyar a la ministra, pues sabían que tenía un costo electoral altísimo”, concluyó la representante de los verdes.
Sin embargo, la representante del Centro Democrático no tuvo en cuenta el reclamo, bajo el argumento de que se había cumplido con la votación nominal. “Ustedes [oposición] pidieron votación nominal y se dio votación nominal. Esa votación no es llamar a lista, sino que uno asume y se mete a la plataforma o en el sistema cuando se está presencial. Eso es votación nominal, lo demás es llamado a lista”, concluyó la congresista por el Meta.
Al final, cuando se venía una nueva oleada de amenazas, Arias simplemente levantó la sesión, esta vez sin siquiera tratar de anunciar los proyectos a debatir en las próximas sesiones. De esta forma, la oposición se quedó con la palabra en la boca, aunque se alcanzaron a escuchar algunos reclamos de este sector mientras se finalizaba la transmisión de la sesión.
Más allá de las razones de unos y otros, la sesión pasará a los anales del Congreso como una en la que reinaron los gritos, el desorden y la confrontación desde que comenzó hasta su fin.
››Con
una batalla campal de la Cámara incluida, Karen Abudinen se salvó de pasar a la historia como la primera ministra censurada por el Congreso.