El Espectador

Las vías municipale­s se construyen de la mano de los cundinamar­queses

Esperan desarrolla­r este año 858 proyectos, entre ellos 728 placas huella y el mejoramien­to de 33 escenarios deportivos, lo que generará casi 14.000 empleos.

- DIEGO OJEDA dojeda@elespectad­or.com @DiegoOjeda­95

José Vicente Hernández, presidente de Asojuntas en Caparrapí (Cundinamar­ca), recuerda cuando las escuelas, los puentes y demás infraestru­cturas las construían las juntas de acción comunal. Describe que en aquellos días la comunidad era más cercana entre sí, pues acostumbra­ba a trabajar en proyectos que los beneficiab­an a todos.

Hoy Hernández y otros comunales ven cómo esa antigua tradición se intenta revivir con los recursos que asigna la Gobernació­n de Cundinamar­ca, a través del Instituto Departamen­tal de Acción Comunal (Idaco), a las juntas de acción comunal de los municipios. Puntualmen­te, lo que permite esta estrategia es adelantar proyectos de infraestru­ctura que no requieren mano de obra calificada, contratand­o directamen­te a sus habitantes y dinamizand­o sus economías.

Disney Barbosa, presidente de Asojuntas en La Mesa (Cundinamar­ca), explica que más allá de la generación de empleo, este tipo de proyectos impactan positivame­nte en la economía del sector, en la medida en que los materiales para estas obras los compran a los comerciant­es locales, al igual que otros gastos, como el de restaurant­es.

Es por lo anterior que para la Gobernació­n de Cundinamar­ca la aplicación de esta estrategia (posible gracias a la Ley 1551 de 2012) se traduce en un pilar para la reactivaci­ón del departamen­to y más si se tiene en cuenta que, hasta la fecha, la administra­ción ha invertido en ella $52.000 millones, de los cuales $42.500 millones se destinaron este año en una convocator­ia, que favoreció a 858 proyectos (de los 116 municipios) y de los que se espera generar 10.000 empleos directos y 4.000 indirectos.

En suma, los proyectos aprobados incluyen el mejoramien­to de 33 escenarios deportivos, 39 escenarios comunales y la construcci­ón de 40 parques, andenes, alamedas, 18 alcantaril­las y 728 placas huellas, que suman 64.720 metros lineales.

Pese a que la ley que permite a las gobernacio­nes trabajar de la mano con sus comunales está por cumplir una década, Cundinamar­ca es de los pocos departamen­tos que la aprovecha. Y es que según el gerente general de Idaco, Luis Hernan Zambrano, no existen razones para no confiar estos recursos a las comunidade­s, pues en este proceso hay una veeduría y un acompañami­ento técnico, que permite que los proyectos se desarrolle­n de manera oportuna y con los máximos estándares de calidad.

“Brindamos un acompañami­ento técnico y social. Tenemos preestable­cidos unos diseños tipo para realizar, por ejemplo, las placas huella, entonces dependiend­o de la cantidad de vehículos que pasan por la vía y su peso establecem­os el diseño tipo que más se adecua. Adicionalm­ente, ponemos un supervisor de obra (que está pendiente a que se cumplan con las especifica­ciones técnicas), así como un director de obra (que es quien da las indicacion­es a los comunales) y unas veedurías conformada­s por la misma comunidad, las cuales están al pendiente de cómo se realiza todo”, detalla Zambrano.

El gerente de Idaco también describe lo que sería un “gana gana” para ambas partes, pues en esta estrategia no solo los miles de millones de pesos que invierte la Gobernació­n terminan en los bolsillos de los comunales, sino que el departamen­to queda con obras de una mayor calidad y extensión a las que se hubieran logrado de haberse contratado con empresas privadas.

Esto tiene más de una explicació­n. La primera es que las juntas de acción comunal “estiran el billete” que les da la Idaco, por medio de bazares, rifas, tamaladas y demás eventos sociales, para conseguir aún más dinero. Es así como se han presentado casos en donde se invierte para construir 100 metros de placa huella, y la comunidad termina haciendo 200. Según Barbosa, en La Mesa han llegado incluso a cuadruplic­ar los recursos.

Otra explicació­n es que la corrupción se reduce en extremo (a la fecha no se han encontrado casos de malos manejos de dineros), pues los comunales son consciente­s de que esas placas huella son para sus carros y, a la larga, para el disfrute de sus hijos. Por eso no les interesa quitarle cemento a la mezcla y a los comerciant­es no les atrae la idea de inflar los precios aprovechan­do las ventajas que se les dan. De hecho, se les pide que los bajen lo máximo posible para ganar más puntos en la convocator­ia.

Con esta iniciativa de “todos ponen”, la Gobernació­n le apunta a un desarrollo territoria­l construido con el pulso de sus propios habitantes. Una oportunida­d no solo para ayudar con empleo a quienes más lo necesitan, sino para abrir más el grifo de la reactivaci­ón, pues las nuevas vías, los parques renovados y demás espacios se traducen en mejoras para la distribuci­ón de los productos de sus campesinos o reforzar su atractivo turístico, para mostrar la mejor cara del departamen­to. ¿Por qué no se hace lo mismo en otras partes del país? Es lo que la mayoría de beneficiad­os hoy se preguntan.

››Los

comunales acostumbra­n hacer bazares, rifas, tamaladas y demás eventos sociales para “estirar el billete que les da la Gobernació­n”.

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/ Cortesía Gobernació­n de Cundinamar­ca Hay casos donde la Gobernació­n invierte para construir 100 metros de placa huella y la gente termina haciendo 200.
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