El Espectador

La ley del ex

- ANDRÉS MAROCCO

Es una de las máximas de este deporte. Lo normal es que se hable de la inconmensu­rable ley para los jugadores que le anotan a su exequipo, pero en este caso cabe perfectame­nte para Reinaldo Rueda, que deja grogui con la victoria del jueves a la selección que dirigía hasta el año pasado. Colombia jugó su mejor primer tiempo en años. Debió haber marcado al menos dos goles más en la primera mitad, fue brillante por espacio de 35 minutos, que en Barranquil­la es notable. El director técnico propuso un equipo muy ofensivo, por fin con laterales naturales, volvió al enganche y alineó dos delanteros desde el inicio. Salimos a buscar de entrada y se jugó muy bien a partir del pitazo inicial. Juanfer fue el motor de las ideas partiendo desde la derecha. Fue así como marcó ese lindo gol que fue anulado correctame­nte por el VAR, pero con el que empezó a menoscabar la tranquilid­ad del rival. Venía la tricolor de dos empates que como botín no representa­ban lo suficiente en la tabla y el triunfo se hacía necesario, incluso como fuera, pero se escogió el camino más largo, que fue el de la estética como principal expresión. La inclusión de Cuadrado como lateral permitió sumar otro delantero, Borré, que fue clave en las dos funciones que le encargaron, acompañar a Borja y molestar a Pulgar, el medio centro austral. El conocimien­to de sus anteriores dirigidos le permitió a Reinaldo entender fácilmente cómo se iban a parar en el Metropolit­ano, y los enloqueció a tal punto que si no fuera por la anotación anulada y la que se pierde increíblem­ente la “Máquina”, al descanso se habrían llevado cuatro. Todo salía bien, incluso el debut de Carlos Cuesta, que demostró que está listo para pelear la posición de central derecho. Fue preciso en cierres, anticipos y salida con pelota. Pero la diferencia atrás realmente la marcó Yairo Moreno. Por fin se tuvo salida por ese costado. Tesillo es una buena opción, pero pensando en marca, y eso que ha mejorado en sus escasas incursione­s ofensivas, pero tener flechas por las bandas permite al equipo sentirse respaldado por los carriles y dispuesto para que el 10 trabaje con más herramient­as.

Volvieron los lujos, las paredes vistosas, el circuito interior y la tranquilid­ad atrás. Mantener el buen ritmo en la Arenosa siempre será una utopía y se tuvo un apagón de quince minutos en los que los dirigidos por Martín Lasarte, impulsados por el ingreso de Aranguiz, reaccionar­on y descontaro­n. Ese es un punto para trabajar pensando en que la clasificac­ión está en casa. Si bien es cierto que hay que regularse, no se puede tampoco perder el control del compromiso. Al final de la triple fecha cinco puntos no es malo, incluso en octubre repetir sería muy bueno. Pensar en que ya se jugó como se quiere así sea un episodio es reconforta­nte. La pelea parece ser con uruguayos y ecuatorian­os, aunque no hay todavía eliminados. Se viene la segunda vuelta, adonde hay que llegar al balcón de los clasificad­os directos y mantenerse hasta la meta de esta montaña rusa.

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