El Espectador

¡Exprópiese!

- MARC HOFSTETTER @mahofste

Caminando en 2010 por las calles de Caracas con una cámara filmando el paseo, el presidente Chávez iba señalando con su dedo diversos edificios y, sin dudarlo un instante, ordenaba expropiarl­os uno detrás del otro. A su alrededor sus seguidores aplaudían las órdenes: la arbitrarie­dad estatal en su máxima expresión.

Once años después, al otro lado de la frontera, la Superinten­dencia de Sociedades de Colombia sometió a la figura de control a la sociedad Monómeros Colombo-Venezolano­s S. A. La empresa tiene un rol relevante en la economía colombiana. Genera cerca de 600 empleos directos, ventas anuales que bordean el billón de pesos al año y abastece, según reportes de prensa, a la mitad de la demanda total de fertilizan­tes de Colombia.

Indica la Super que procede así “tras identifica­rse situacione­s susceptibl­es de mejora, en sus proceso económicos, jurídicos y administra­tivos”. ¿En serio? ¿Situacione­s susceptibl­es de mejora? Si ese es el argumento, absolutame­nte todas las organizaci­ones de Colombia deberían ser sometidas a esa figura: en ninguna se acabarán nunca las oportunida­des de mejora en tales frentes.

La historia, claro, tiene otros trasfondos. La empresa es venezolana. De su Estado, para ser precisos. Eso, hoy por hoy, es una fuente de confusión. El Gobierno colombiano no reconoce al de su vecino país (ese que el presidente Duque dijo al comienzo de su gobierno iba a caer en cuestión de horas), sino a un gobierno interino que no manda en Venezuela. En medio de esa confusión, como ocurre con muchos otros activos del Estado venezolano en el exterior, la empresa terminó siendo manejada por la oposición. (Sin importar las simpatías ideológica­s que cada quien tenga con ese grupo, no hay duda de que una empresa manejada por un grupo político en el exterior es un potencial nido de corrupción: a quién le rinde cuentas, al bolsillo de quién van a dar las utilidades, a quién y con qué criterio contratan, etc.).

La oposición y el gobierno venezolano­s han entablado desde hace algunas semanas una serie de diálogos. Los activos estatales venezolano­s en el exterior han estado en el centro de sus discusione­s. El presidente Maduro mencionó explícitam­ente a Monómeros como un punto a tratar en esos diálogos: pidió que sea devuelta a su gobierno y su producción destinada a la economía venezolana.

Resulta muy difícil creer que la decisión de la Supersocie­dades colombiana no está relacionad­a con ese llamado y que no tiene una carga política muy relevante. Que la Supersocie­dades sea vista como un brazo gubernamen­tal que interviene empresas extranjera­s al son de las simpatías políticas de quienes las manejan luce tan arbitrario como Chávez decidiendo expropiaci­ones a diestra y siniestra bajo los aplausos de sus seguidores.

Adenda: la reforma aprobada esta semana empeora significat­ivamente nuestro estatuto tributario. Haría bien el Gobierno admitirlo. Solo sobre esa base podremos reformar, en el futuro y con seriedad, todo lo que en esta ocasión no fuimos capaces de debatir.

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