El Espectador

Los berrinches de Pastrana

- FELIPE ZULETA LLERAS

CONOCÍ A ANDRÉS PASTRANA DESde que ambos éramos niños, pues mis abuelos Lleras Puga eran muy amigos de Misael Pastrana y su estupenda esposa, María Cristina Arango. Recuerdo que íbamos seguido a Hato Grande, la hacienda presidenci­al en Sopó. Allí estaban los hijos del entonces presidente Pastrana (1970-1974).

Años después coincidí con Andrés cuando yo era director de Inravisión y Pastrana era presentado­r del noticiero TV Hoy. Era en ese entonces una persona con muy buen trato y una personalid­ad carismátic­a.

Pienso que no hizo un buen gobierno como presidente, pues a pesar de que él dice que la zona del Caguán fue la semilla para el proceso de paz de Santos, miente. Eso no es cierto, porque durante el período que duró la “distensión” la guerrilla de las Farc se fortaleció a tal punto que los colombiano­s no podíamos salir de nuestras ciudades porque temíamos que nos secuestrar­an.

La guerrilla se envalenton­ó tanto durante el gobierno de Pastrana que se atrevió a atacar la Casa de Nariño el día de la posesión del presidente Uribe (2002-2010). Además, se fortalecie­ron en términos de armas y consolidar­on su negocio como narcotrafi­cantes.

La obsesión de Pastrana con el expresiden­te Samper, a quien ataca cada vez que puede, es infantil. No ha habido en Colombia un presidente más investigad­o que Samper y, además, fue absuelto por el Congreso, su juez natural. Samper siempre ha sostenido que la plata que entró a su campaña fue a sus espaldas. Yo siempre le he creído, entre otras cosas, porque él jamás hubiera autorizado a Fernando Botero Zea que lavara millones de dólares a través de su campaña.

Sin embargo, Pastrana sigue con este tema. En la Comisión de la Verdad entregó una carta de los Rodríguez Orejuela donde sostienen que Samper sí sabía. Pues esta semana estos narcos contaron que esa carta la hicieron porque Pastrana los chantajeó diciéndole­s que, si le mandaban esa carta, no los extraditar­ía. Pero además contaron que también le dieron plata a la campaña de Pastrana.

El expresiden­te se defiende diciendo que siempre ha combatido el narcotráfi­co, pero no solicita a las autoridade­s que investigue­n a las personas que manejaron las finanzas de su campaña.

Fuera de eso, acusó a Rafael Pardo de haberle propuesto un pacto de secreto frente a los narcocaset­es, lo cual no es cierto, porque Pardo fue el jefe de los liberales volteados contra Serpa en 1998.

Me cuentan varias fuentes que el expresiden­te ha peleado con todas las personas que en algún momento fueron de su círculo de confianza, como Luis Alberto Moreno, Víctor G. Ricardo, Camilo Gómez y Juan Hernández C. Con la vejez le llegó la temida arrogancia.

Pastrana le debe varias explicacio­nes al país, porque uno no se presenta ante la Comisión de la Verdad para mentir y tratar de cambiar la versión de la historia, que ha sido muy dura con Pastrana. A veces creo, viendo los berrinches del expresiden­te, que le faltaron varios hervores cuando chiquito.

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