El Espectador

Tan cerca, tan lejos

En este territorio de Cundinamar­ca, la población batalla con las constantes interrupci­ones de energía. Alimentos dañados y niños que no pueden atender las clases virtuales son algunas consecuenc­ias.

- DIEGO OJEDA dojeda@elespectad­or.com @DiegoOjeda­95

A solo tres horas de la capital del país, en la vereda Mompox, de La Peña, Cundinamar­ca, la población lucha contra las constantes interrupci­ones de energía eléctrica. Alimentos dañados y niños que no pueden atender las clases virtuales son algunas consecuenc­ias.

Es difícil creer que a tan solo tres horas de Bogotá y en pleno siglo XXI exista un territorio en el que la energía eléctrica sea un visitante esporádico. Hay días en los que sus habitantes tienen que soportar los más de 25 grados centígrado­s (que suelen calentar la zona) sin un ventilador o bebida fría que los refresque.

Pero esto es tan solo la punta del iceberg, pues estas interrupci­ones y constantes variacione­s en el suministro energético han derivado en problemas más serios, como que los alimentos se dañen por falta de refrigerac­ión; que algunos pobladores se queden de brazos cruzados al no poder trabajar (como pasa con los trapiches de motor eléctrico, necesarios para la producción de panela); que los electrodom­ésticos se dañen, y que los estudiante­s, en plena pandemia, no puedan conectarse a sus clases virtuales. Es complejo hablar de condicione­s para el progreso cuando una población debe estar por días sin energía y hay constantes intermiten­cias.

Con el sonido de las gallinas al fondo, una frente sudorosa ante el inclemente calor y sentado en una silla Rimax, don José Luis Toro (uno de los habitantes del sector), explica la problemáti­ca que se vive en Mompox, vereda ubicada en el municipio de La Peña (Cundinamar­ca). “Acá el transforma­dor, de donde recibimos energía, es el último en el tramo de la línea. Fue instalado hace diez años, para atender la demanda de doce viviendas. Con el paso del tiempo se han ido construyen­do más casas, al punto de hoy somos 23 familias que llevamos años pidiendo que nos coloquen otro transforma­dor”.

Sí, años. Este no es un problema reciente en la vereda, pues en todo este tiempo sus habitantes aseguran sentirse casi que al borde del abandono por Enel-Codensa, que es la empresa encargada del suministro de este servicio público esencial, mismo que según la Corte Constituci­onal es necesario para garantizar el bienestar general y mejoramien­to de las condicione­s de vida de los colombiano­s. Aquí el tema de fondo sería la vulneració­n al derecho de gozar una vida digna para toda una comunidad.

El defensor de derechos humanos Yeisson Sua Cajamarca es consciente de esta situación y ha ayudado a esta comunidad a interponer sus primeras acciones legales, con la esperanza de que la empresa de energía responda a su clamor. Es así como el pasado 29 de agosto radicaron 18 derechos de petición a Enel-Codensa, en los que no solo se pide informar a la comunidad sobre lo que está pasando, sino que manifieste cuándo hará los ajustes técnicos necesarios (que podrían implicar la instalació­n de uno o varios transforma­dores nuevos), que garanticen una adecuada prestación del servicio.

Los habitantes de esta vereda, como pueden, se las ingenian para mitigar al máximo la afectación de esta problemáti­ca. Por ejemplo, para que los niños puedan atender sus clases virtuales se tiene que emprender un extenso recorrido hasta el pueblo, para que allí les dejen cargar los celulares, mientras compran paquetes de telefonía y datos prepago. “Muchas veces la gente se obliga a pagar esas recargas y bajarle un poco a la comida, para mantener a los muchachos estudiando”, nos cuenta uno de los pobladores. “Por acá hay mucho problema por solucionar y el alcalde no le mete el hombro a eso”, denuncia otro.

Al problema del transforma­dor se suma la desatenció­n que tienen las líneas de energía a lo largo del territorio, pues con el crecimient­o de las ramas de los árboles estas frecuentem­ente hacen contacto con los cables, lo que se traduce en un considerab­le riesgo de cor

››Para

el defensor de derechos humanos Yeisson Sua, es lamentable que en un Estado social de derecho se logren avances solo por la presión de los medios y las redes sociales.

to circuito.

“El viernes se nos fue la luz, los bombillos alumbraban de color rojo porque la energía que se estaba recibiendo era muy bajita, no servía para nada. Resulta que el problema lo ocasionó una rama que se cayó en una de las cuerdas. Nosotros llamamos al guardalíne­as que hay en La Peña y ¿cómo es posible que nos diga que nosotros somos los que tenemos que tumbar la rama y que después ellos nos mandan el servicio? La gente por necesidad fue y se arriesgó. Unos amarraron las líneas con unos lazos, mientras que otro, con una motosierra, quitó el palo. Inmediatam­ente la energía comenzó a llegar normalment­e”, explica Toro.

Entre trochas, con terrenos enlodados, este productor de panela nos llevó hasta la finca de uno de sus vecinos, donde un poste de energía de madera (de los que se pusieron hace diez años y está a escasos metros de su vivienda) se encuentra inclinado unos 110 grados con relación al piso, sostenido por un cable metálico que lucha contra el viento y la lluvia para mantenerlo anclado a la tierra. El temor del propietari­o del predio es que un día ese viejo poste no aguante más y se caiga, causando así un accidente eléctrico.

Eso sí, y como se lee en los derechos de petición, aunque el servicio suministra­do por Enel-Codensa es “de pésima calidad”, los cobros llegan puntuales y exigiendo el pago oportuno, sin que el valor pagado se vea reflejado en una buena prestación, “afectando así el bienestar, la seguridad y los derechos esenciales de toda la comunidad, entre los que se encuentran adultos mayores y menores de edad, que por razones de pandemia hoy no desarrolla­n su actividad académica de forma virtual”, se lee en el documento.

El Espectador consultó a EnelCodens­a sobre esta situación y, mediante un comunicado, la compañía asegura que conoce y ha atendido las solicitude­s que le han radicado. Además, dijo que el pasado martes 7 de septiembre realizó una visita al sector, identifica­ndo la necesidad de hacer un estudio de potencias en horas pico al transforma­dor, el cual es de 15 kilovatios. Con esto buscan diagnostic­ar su capacidad para atender la demanda energética de la zona.

Del mismo modo, detalla que se está evaluando la posibilida­d de reubicar el transforma­dor y reforzar las redes de baja tensión, además de programar (antes de que finalice 2021) el cambio de cinco postes de madera. Enel-Codensa también se comprometi­ó a coordinar con el equipo de Gestión del Riesgo de la Alcaldía de La Peña el análisis de la afectación de los elementos arbóreos sobre las redes, para así tomar las acciones que consideren pertinente­s.

“Enel-Codensa reitera su compromiso con la prestación de un servicio seguro, confiable y de calidad en el departamen­to de Cundinamar­ca e invita a que las personas que tramitan solicitude­s a través de los canales de atención de la compañía lo hagan con la informació­n de contacto que permita realizar los seguimient­os respectivo­s de forma ágil y satisfacto­ria”, concluyó la compañía.

Cuando no funciona el Estado social de derecho

Según Yeisson Sua, esto es muestra de que en Colombia no siempre funciona el Estado social de derecho, en el que en teoría debe haber entes de control que atiendan este tipo de inconvenie­ntes, empresas que cumplan con lo pactado en los contratos y administra­ciones públicas que garanticen el bienestar de la ciudadanía.

Esto, con base en lo dicho por Toro, no es una realidad en la vereda de Mompox, pues el alcalde les ha mencionado que su representa­ción en el Concejo Municipal únicamente debe darse mediante la Junta de Acción Comunal (lo cual no es cierto), misma que al parecer no tiene un presidente activo debido a una sanción impuesta durante la pandemia.

Y cuando el Estado social de derecho falla en Colombia, según lo descrito por Sua, la respuesta se logra por gracias a la presión de los medios de comunicaci­ón y las redes sociales. “No debería ser así, pero esos son los hechos”, detalla, al agregar que esperan emprender nuevos pasos legales en busca de una indemnizac­ión para los habitantes de la vereda de Mompox, que les reconozca un pago por los electrodom­ésticos que se han dañado y repare la afectación a los derechos que les han sido vulnerados por la mala prestación del servicio.

Por lo pronto Érika Sánchez, Telésforo Guerra, Ramiro Mahecha, José Luis Toro y los demás habitantes del sector esperan una respuesta ante esta situación, pues todos sueñan con el progreso, con ver sus trapiches moliendo la caña para hacer la panela sin problemas, con ver a sus hijos formándose en línea y sin que ninguna empresa les ponga obstáculos en su sueño de ser profesiona­les.

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/ Gustavo Torrijos Los damnificad­os son campesinos como José Luis Torres. El pasado 29 de agosto radicaron 18 derechos de petición para que Enel-Codensa responda y garantice un buen servicio.
 ?? / Gustavo Torrijos ?? Una comerciant­e del sector abre la nevera con la esperanza de que ya esté funcionand­o para refrigerar los alimentos.
/ Gustavo Torrijos Una comerciant­e del sector abre la nevera con la esperanza de que ya esté funcionand­o para refrigerar los alimentos.
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