Promesas rotas a los estudiantes de Vaupés
Las cifras publicadas por el DANE sitúan a la Amazonia como la región con mayor porcentaje de inasistencia escolar, a pesar de que sus colegios fueron de los primeros en volver a la presencialidad. ¿Qué está pasando en el sur del país?
El DANE señala a la Amazonia como la región con mayor porcentaje de inasistencia escolar, a pesar de que sus colegios fueron de los primeros en volver a la presencialidad. ¿Por qué?
Las cifras de inasistencia escolar publicadas la semana pasada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) pusieron en alerta a algunos. El total nacional pasó de 2,7 % en 2019 a 16,4 % en 2020, lo que parece indicar que la pandemia y la falta de conectividad generaron una gran pérdida en la educación de los niños y niñas del país, especialmente para los bachilleres. Pero lo que más llamó la atención fueron las cifras regionales: en Vaupés, el porcentaje de inasistencia escolar pasó del 9,8 % en 2019 al 56,6 %. En Amazonas, pasó del 5,6 % en 2019 al 41 % en 2020.
El departamento amazónico de Vaupés es un caso particular, porque apenas el 3,1 % de su población tiene acceso al servicio de internet, más del 90 % de su territorio son áreas no municipalizadas y el 81 % de los 30.787 habitantes del departamento se identifica como indígena.
Sobre sus estudiantes hay pocos datos. Se calcula que tiene cerca de 10.300 menores de 18 años que están estudiando (según el último diagnóstico de la Secretaría de Educación del Vaupés, de 2019) y están habilitadas 118 instituciones educativas, de las cuales 109 están en zona rural.
Pero ¿por qué Vaupés es el departamento que tiene mayor porcentaje de inasistencia escolar? Por un lado, en 2019 los estudiantes ya reportaban que desertaban por dificultades económicas en el hogar, pero sobre todo porque los establecimientos educativos estaban lejos de sus comunidades. Por el otro, la conexión a internet, que estaba planeada para el departamento
desde 2013, está quedada.
“Culebras” con Vaupés
El internet en Vaupés es una vieja deuda. Hace tres años, un periódico local de Mitú dirigido por el periodista Emerson Castro publicó una entrevista con Camilo Jiménez Santofimio, entonces viceministro de infraestructura del Mintic (que renunció en julio por el escándalo de la licitación de la unión temporal de Centros Poblados). Castro le hace una sola pregunta: ¿y el internet en Vaupés para cuándo?
El exfuncionario explica que la opción para las regiones como Vaupés es la de ondas electromagnéticas; es decir, las ondas que viajan por medio de las frecuencias llamadas “microondas”. Para esto el Mintic debía construir al menos cien torres repetidoras de diez metros en la selva, y al menos diez eran para Vaupés.
La promesa era construir setenta quioscos Vive Digital —que son los puntos de acceso comunitario a internet en zonas rurales—, internet banda ancha en treinta instituciones públicas, seis puntos Vive Digital —que es un espacio que garantiza el acceso a tecnologías e internet—, 985 accesos a internet en hogares y siete zonas gratuitas de wifi, y las antenas instaladas en Guaviare mejoraron la conexión en zonas como Carurú (Vaupés), pero en el departamento se quedaron esperando.
“El Ministerio y el operador nos encontramos en un tribunal de arbitramento, revisando cómo corregir el desempeño del contrato y hacer los ajustes pertinentes (…)”, dijo Jiménez. Ya han pasado siete años desde el comienzo de esa promesa y la situación se repite.
Por otro lado, la infraestructura de internet está siendo disputada por actores armados en Vaupés, y como exigen la relativa cercanía física para “agarrar señal”, los estudiantes que dependen de WhatsApp
para enviar sus tareas o necesitan llamar a sus docentes en Mitú o Taraira quedan desconectados.
En un documento de la Defensoría del Pueblo sobre la comunidad indígena de Buenos Aires (ubicada sobre el río Apaporis), publicado en junio de 2020, se describe cómo el Ejército Nacional realizó jornadas de apoyo al desarrollo en las instituciones educativas de este municipio, contribuyendo a la “militarización de la vida civil”.
El informe también indica que los soldados se ubican cerca del Quiosco Vive Digital que está cerca del colegio, lo que pone en riesgo a los estudiantes porque “se ha reportado el posible interés del frente Primero de destruir la antena del quiosco Vive Digital, con el fin de dejar completamente incomunicada a la población civil y evitar, de este modo, que se tenga conocimiento en tiempo real de las graves vulneraciones e infracciones al derecho internacional humanitario que estarían propiciando en contra de los pobladores indígenas”.
Y para terminar de ajustar, en 2019 los contratos de quioscos Vive Digital terminaron su operación a la espera de “un proceso de estructuración técnica y financiera que permita precisar las metas y los detalles de la oferta institucional en las regiones, con el objetivo de satisfacer las necesidades de acceso al servicio en las zonas rurales, bajo condiciones de mayor eficiencia y sostenibilidad”, pero nunca se tuvo noticia del avance en infraestructura ni de consultas con las comunidades para instalación de antenas después de ese año.
Tampoco fue posible comunicarse con personas de la comunidad de Buenos Aires para esta nota. Fue evidente que esta promesa no se cumplió. Cuando tratamos de comunicarnos con Vaupés durante esta semana, la mitad de las llamadas se caían irremediablemente.
“Ni siquiera podemos hablar entre nosotros. No hay teléfonos y medianamente hay quioscos digitales. Alrededor de 50 o 60 comunidades de las 200 que hay en este departamento tienen radioteléfonos, pero eso es para notificar temas de salud urgentes. Muchas no están teniendo la posibilidad de comunicarse y mucho menos de recibir clases. Nos estamos comunicando aquí de milagro”, dice Lozano, quien añade que la virtualidad
‘‘Solo
la mitad de los que desisten en primaria vuelven al siguiente año y, en bachillerato, la cifra es del 20% más o menos”.
Mauricio García Villegas, investigador de Dejusticia y experto en educación.
en este departamento no es una posibilidad ni lo será pronto. Para este texto contactamos a la secretaria de Educación del Vaupés, Betsy Munar, pero no respondió.
Efectos profundos y duraderos
La gravedad de estas cifras apenas los comenzamos a entender. En 2015, un estudio publicado por la Universidad de los Andes tomó los datos de la misma encuesta que publicó el DANE hace dos semanas (pero hace cinco años) y realizó un Índice de Vulnerabilidad Educativa con información sobre la educación de los últimos diez años. Concluye que la movilidad social de los individuos provenientes de contextos más vulnerables es significativamente menor que la del resto de la población.
Dejusticia publicó otro estudio llamado “Educación y clases sociales: un estudio sobre apartheid educativo” unos días después de que fueran reveladas las cifras del DANE, en donde se explora la relación entre la cuna y el desempeño de los estudiantes.
“A medida que se avanza en las etapas educativas, la desigualdad, heredada de las primeras etapas, se mantiene hasta la educación superior, en parte debido a la deserción del sistema de aquellos que no alcanzan el puntaje necesario en el examen (muy selectivo) para ingresar a una universidad pública”, dice el estudio.
Pero esta “inmovilidad” sucede desde la primera infancia. Por ejemplo, desde los 36 meses, los niños de hogares en el tercio más rico entre los encuestados tienen un mejor desempeño que los del tercio más pobre, y la distancia no se acorta cuando aumenta su edad. Mientras que en los hogares del cuartil más pobre en la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (ELCA) de 2013, apenas algo más que la tercera parte de los niños de cinco años o menos asiste a instituciones de educación superior acreditadas con alta calidad, y el acceso crece con el nivel de riqueza.
Para Santiago Tobón, director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de la Universidad EAFIT, “estas diferencias se pueden corregir parcialmente con un buen sistema público de educación. Pero en medio de la pandemia, las familias de más bajos ingresos son las que menos acceso terminan teniendo a este tipo de cosas, entonces vamos a tener consecuencias dentro de 35 años, por ejemplo”.
Mientras las tres regiones con índices más altos en este indicador para primaria en 2019 (Bogotá, Bolívar y Tolima) superan el 96 %, las tres peores son Vaupés (55 %), Vichada (59 %) y Guainía (67 %). En secundaria puntean Boyacá (90,11 %), Quindío (87,85 %) y Bogotá (87,52 %), frente a (nuevamente) Vichada (25 %), Vaupés (29,99 %) y Guainía (31,45 %).