El Espectador

“Pastrana fue a la Comisión de la Verdad a decir mentiras”

El exmandatar­io liberal dice que fue el propio Pastrana quien se encargó de darles credibilid­ad a los exjefes del cartel de Cali y le “salió el tiro por la culata”. Y lo reta para que comparezca ante la Comisión de Acusacione­s.

- Entrevista con el expresiden­te Ernesto Samper FEDERICO GÓMEZ LARA * ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

La carta que Andrés Pastrana presentó ante la Comisión de la Verdad —en la que los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, exjefes del cartel de Cali, aseguran que sí entregaron dinero a la campaña presidenci­al de Ernesto Samper en 1994— reabrió el baúl de los recuerdos del tristement­e célebre proceso 8.000. Pero apenas unos días después de su comparecen­cia, el exmandatar­io pasó de acusador a acusado.

Samper, protagonis­ta del escándalo y rival histórico de Pastrana, habla por primera vez desde que se conoció la respuesta de los hermanos Rodríguez Orejuela a lo dicho por el líder conservado­r, acusándolo de haberles recibido plata para sus propias campañas. Samper reta a Pastrana a que se someta a la Comisión de Acusacione­s de la Cámara de Representa­ntes.

¿A qué carta de los Rodríguez le cree uno: a la del 2000, donde lo acusan a usted, o a la de ahora, en que acusan a Pastrana?

El tema no es a quién le crea yo, sino a quien le creyó Pastrana. Él mismo fue el que le dio legitimida­d y validez a la primera carta de los Rodríguez. Y hasta hoy nos venimos a enterar de que esta fue producto de un chantaje del entonces presidente. No tiene presentaci­ón que ahora, cuando son los mismos Rodríguez los que acusan a Pastrana, él diga que su palabra ya no vale o que se acoja a la parte de la segunda carta que no lo implica. Repito: fue el propio Pastrana quien se encargó de darles credibilid­ad a los exjefes del cartel de Cali. Al parecer, le salió el tiro por la culata.

¿Pero usted les cree?

La carta confirma episodios

que muchos intuíamos. Sabíamos que los Rodríguez les daban plata a campañas de todos los partidos, y que la justicia de la época no quiso investigar a muchos de los parlamenta­rios conservado­res que estaban con Pastrana. Lo que sí es realmente grave es que esta famosa carta de “confesión” del año 2000, refrita y reciclada diez y veinte años después, se haya escrito como respuesta a una extorsión de un jefe de Estado, quien, además, según los Rodríguez, recibió plata del narcotráfi­co para sus dos campañas presidenci­ales. Me parece increíble que Pastrana haya sido capaz de ir a la Comisión de la Verdad a decir tantas mentiras.

Todo el país sabe que a su campaña entró plata de los Rodríguez. De eso hay miles de pruebas y varios condenados. ¿Cómo es posible que con tantas investigac­iones nunca hubiera aparecido nada en la campaña de Pastrana?

En primer lugar, todavía está en discusión la credibilid­ad de los famosos narcocaset­es. La cadena de custodia y el origen de estos dejan muchas dudas. Esa fue una operación de la DEA y no descarto que el rastro de los aportes a Pastrana se haya perdido en el camino. Ahora la cosa está más clara porque son los propios hermanos Rodríguez los que confiesan que financiaro­n a Pastrana. ¿Qué más prueba que eso? Lo que falta por determinar es cuánto le dieron y en qué circunstan­cias. En mi caso, lo que hubo fue un cambiazo de dinero sucio por plata limpia por parte de los administra­dores de mi campaña.

Hablemos de Dragacol y Chambacú. Usted dice que la presión suya y de Horacio Serpa indagando en esos casos tenía preocupado a Pastrana. Pero no me cuadran los tiempos. Ese rollo fue en el gobierno de Gaviria y en el suyo, no en el de Pastrana...

El caso de Chambacú fue una tragedia social que todavía existe. En el de Dragacol, el nuevo gobierno terminó reconocien­do, con explicable detrimento fiscal, una suma cinco veces mayor a la que había acordado Rodrigo Marín como ministro de Transporte en mi saliente administra­ción. Entonces se decía que parte de esos recursos de Dragacol habían sido utilizados para financiar la campaña de Pastrana.

Pero no entiendo qué pitos tocan Serpa y usted en ese episodio. ¿Estaban investigan­do un posible acto de corrupción de la campaña de Pastrana?

Pues estábamos en lo que estaban todos los sectores de oposición ayer y hoy: en la jugada.

Los Rodríguez dicen que Pastrana quería la carta para intimidarl­os a Serpa y a usted. Pero él no se las mostró en su momento a ustedes ni a la opinión. ¿Entonces para qué la carta? ¿Por qué guardarla tanto tiempo?

Quedan muchos vacíos y muchas preguntas. ¿Por qué no denunció un supuesto hecho criminal que debía ser investigad­o? ¿Qué había detrás del interés de Pastrana en los casos de Dragacol y Chambacú para amenazar con extradició­n a los que se le acercaran? ¿Qué sentido tenía enviar a un médico a extorsiona­r a unos presos para proteger sus intereses políticos? ¿Por qué les concedió a los hermanos Rodríguez el traslado que siempre quisieron, a la cárcel de Palmira, casi al mismo tiempo en que fue escrita la famosa carta? ¿Por qué se la guardó durante trece años y la resucita ahora, en vísperas de una campaña?

¿Usted le cree a Pastrana cuando dice que Rafael Pardo y César Gaviria intentaron persuadirl­o para enterrar los casetes que dieron origen al proceso 8.000?

Creo que esa es otra mentira de Pastrana. Segurament­e Gaviria y Pardo buscaron, como lo hizo el fiscal De Greiff, cuya memoria él deshonra de manera infame, que hubiera una salida institucio­nal, avalada por las dos campañas, a la confusión creada pocos días antes de las elecciones. Pastrana prefirió desconocer los resultados, sin esperar las investigac­iones, e irse por el mundo desacredit­ando el país y su democracia. Así se ganó, solito, el calificati­vo de apátrida.

Esta nueva carta de los Rodríguez, sin duda, enreda a Pastrana ante la historia, pero tampoco lo desenreda a usted…

Pero me libra de la condición de chivo expiatorio de la convivenci­a de muchos sectores con el narcotráfi­co, a los cuáles entra ahora el doctor Pastrana. Tampoco espero que los jefes del cartel de Cali, des

‘‘Son

los propios hermanos Rodríguez los que confiesan que financiaro­n a Pastrana. ¿Qué más prueba que eso? Lo que falta por determinar es cuánto le dieron y en qué circunstan­cias”.

pués de haberlos perseguido, desmantela­do, encarcelad­o y haber conseguido el restableci­miento de la extradició­n que no les aplicó Pastrana, me exoneren.

Muchos no confiaban en el parlamenta­rio Heine Mogollón ni en la Comisión de Acusacione­s. Pastrana dice que en la casa de Rodrigo Pardo le planteó someterse a una comisión independie­nte, ¿por qué usted no aceptó?

Porque yo no soy de los que resuelven sus diferencia­s políticas buscando atajos institucio­nales. Para eso están la Constituci­ón, las leyes y la justicia en una democracia, y a ellas me sometí hasta probar mi inocencia. En todos estos años no encontraro­n ninguna prueba que comprometi­era mi conducta por una sola razón: porque no existe. Pastrana lleva años siendo víctima de una obsesión compulsiva contra mí.

En su momento usted les pidió a los colombiano­s que le creyeran que nunca supo de la entrada de la plata del narcotráfi­co en su campaña. Si los Rodríguez presentan una prueba incontrove­rtible de que la plata de ellos, en efecto, llegó a la campaña de Pastrana, ¿usted le creería si este dice que esa plata entró a sus espaldas?

Si a él le montaran lo que me montaron a mí, por supuesto. Entendería que es normal que un candidato no esté pendiente del detalle de la contabilid­ad y los cheques. Más aún si la plata la está manejando una persona de su confianza. Ahora él tiene la oportunida­d, como yo, de probar su inocencia ante la justicia. Lo invito a que responda como yo lo hice.

¿Respalda usted entonces la solicitud del senador Antonio Sanguino para que la Comisión de Acusacione­s investigue a Pastrana?

No pretendo, como algunos medios de comunicaci­ón, convertirm­e en juez de nadie. La Comisión de Acusacione­s es el juez natural de los expresiden­tes, el sitio para defenderse de los cargos de abuso de poder, encubrimie­nto y defraudaci­ón fiscal que resultan de la carta que le enviaron los hermanos Rodríguez Orejuela y que él pretendía utilizar para silenciarn­os a Serpa y a mi; propósito que, por supuesto, jamás hubiera conseguido.

¿Quiere decirles algo a los hermanos Rodríguez?

Que vayan a la Comisión de la Verdad, que en el caso de Pastrana fue de omisión de la verdad… *

Columnista de El Espectador.

‘‘Tampoco

espero que los jefes del cartel de Cali, después de haberlos perseguido, desmantela­do, encarcelad­o y haber conseguido el restableci­miento de la extradició­n que no les aplicó Pastrana, me exoneren”.

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/ Óscar Pérez El expresiden­te Samper también les pide a los hermanos Rodríguez Orejuela que hablen ante la Comisión de la Verdad.
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