El Espectador

Una reforma poco ambiental

La Ley de Inversión Social descabezó todos los impuestos verdes, incluido el que ampliaría el impuesto al carbono al carbón térmico. A expertos les preocupa que los recursos de este último quedaron en manos del Fondo Nacional Ambiental, pero solo durante

- MARÍA MÓNICA MONSALVE S mmonsalve@elespectad­or.com @mariamonic­91

La recién sancionada Ley de Inversión Social descabezó todos los impuestos verdes, incluido el que ampliaría el impuesto al carbono del carbón térmico. A expertos les preocupa que los recursos de este último quedaron en manos del Fondo Nacional Ambiental, pero solo durante un año. Entre 2017 y 2020 se recaudaron casi $1,35 billones.

En abril de este año, cuando finalmente el gobierno de Duque presentó la primera propuesta de reforma tributaria, entre las duras críticas que le cayeron hubo una bondad que salió a flote. El documento ponía sobre la mesa un “menú” de impuestos verdes que, así no fueran perfectos, daban una buena señal de que Colombia se estaba tomando en serio la necesidad de financiar estrategia­s para mitigar la crisis climática y ambiental.

Lo que sucedió después ya lo conocemos. Se convocó al paro nacional, se retiró esa propuesta, el exministro de Hacienda Alberto Carrasquil­la renunció y, con mucha menos visibilida­d, el martes se sancionó la nueva reforma tributaria o Ley de Inversión Social.

Desde que esta última versión se presentó como proyecto de ley, en julio de este año, el sector ambiental ya había advertido que el único descabezad­o con la anterior reforma no había sido solo Carrasquil­la, sino el contenido verde de la propuesta. Por ejemplo, salió el impuesto al plástico de un solo uso y la idea de gravar a los vehículos según su tasa de contaminac­ión. Ahora, con la ley ya sancionada, a varios expertos les preocupan tres cambios en torno al impuesto al carbono que quedaron en el documento.

El destino del impuesto al carbono

Desde que se creó la ley que le puso impuesto al carbono, en 2016, hay una gran incógnita que la ha rodeado: ¿A dónde van esos recursos y en qué se están gastando? Públicamen­te, por lo menos, las cuentas nunca han sido claras. “Entre 2017 y 2020 se han recolectad­o alrededor $1,35 billones a través de este impuesto, pero no se sabe a dónde lo están destinando”, explica Helena García, experta en política pública ambiental.

“Según datos de la Contralorí­a y de lo que se ha podido estimar a partir de los debates de control político”, cuenta una persona cercana al debate quien prefiere no ser mencionada, “se han aprobado para gastos apenas unos $200 mil millones, pero el resto sigue quieto”.

En principio, la mayoría del impuesto al carbono debía ir a parar al Fondo Colombia en Paz, adscrito al Dapre, en un 70 %, mientras el 25 % se destinaría a temas ambientale­s y un 5 % a fortalecer las áreas protegidas. Pero en 2018, con la Ley de Páramos, el destino del impuesto cambió (el 70 % debía ir para “la implementa­ción del Acuerdo Final para la Terminació­n del Conflicto Armado y la Construcci­ón de una Paz Estable y Duradera con criterios de sostenibil­idad ambiental”).

La reforma tributaria recién aprobada le da un nuevo giro: “Los recursos serán transferid­os y administra­dos por el Fondo Nacional Ambiental” y “por el término de un año, el 100 % del recaudo del impuesto nacional al carbono se destinará al sector medioambie­ntal”.

Aunque en el papel suena bien, son varios los miedos que existen sobre que esta plata se vaya al Fondo Nacional Ambiental (Fonam). Una persona cercana al sector dice que se trata de un fondo que no tiene experienci­a ejecutando.. “No es una buena noticia. Aunque este fondo casi nunca tiene plata, cuando la tiene, históricam­ente, la reparte sin vigilar bien para dónde va. Se hace un convenio con el Ministerio de Ambiente, que es la secretaría técnica, y a la final todos los proyectos son aprobados, sin un monitoreo juicioso”.

A otra persona del sector, quien también prefirió mantenerse anónimo”, le preocupa que solo se establezca el destino de los impuestos por un año. “Si se da un escándalo de corrupción en el Fondo Nacional Ambiental, o no se usa la plata por un año, da la ventana para que esos recursos entren al Presupuest­o Nacional y se gasten en cualquier otra cosa, pero no en ambiente”, comenta.

Para ambos, además, hay varias dudas sobre este artículo. Por ejemplo, si se le va a transferir todo el recaudo de los impuestos al carbono que están “quietos” de años anteriores, o solo tendrá dominio sobre lo que se recolecte de aquí hasta dentro de un año. Acuerdan que el primer escenario sería el más grave, ya que son bastantes recursos para destinar, justo cuando estamos ad portas de entrar en campaña política.

Sin embargo, para García, que la plata al impuesto al carbono se vaya al Fonap no es necesariam­ente malo. “No me lanzaría a decir que es una mala idea, sino que sí tiene que haber un mensaje de la necesidad de transparen­cia”.

A pesar de que El Espectador le preguntó al Ministerio de Hacienda cuánta plata se ha recogido a través de este impuesto y a qué se ha destinado, la cartera le señaló que esa respuesta la tenía el Dapre. Este último, por su parte, no dio respuesta al cierre de esta edición.

El carbón sigue sin pagar impuesto al carbono

Desde 2016 existe una gran paradoja: el carbónqued­ó exento de pagar el impuesto al carbono. El principal argumento detrás de esta decisión es que la mayoría del carbón en Colombia se exporta, por lo que las emisiones que se liberan no son “culpa” del país.

Pero para muchos, como García, el carbón térmico quedó por fuera por un tema político. “No tiene sentido que no tenga impuesto, porque es el qué más carbono libera”. Por eso, cuando la primera propuesta de reforma tributaria, la que tumbó a Carrasquil­la, habló de ampliar el impuesto al carbono al carbón térmico -se cobrarían $17.600 por tonelada de carbono equivalent­e y se haría de manera progresiva hasta llegar a la tarifa plena en 2028- muchos lo celebraron.

La Asociación Nacional de Empresas Generadora­s, sin embargo, no estuvo de acuerdo. En un comunicado explicaban que este impuesto se trasladará a los usuarios. “Se generaría un alza en el precio de los contratos de generación de energía eléctrica del orden de $18 por kilovatio/hora, lo que representa­rá un impacto sobre los consumidor­es finales cercano a 1,3 billones de pesos/año”.

Lo cierto es que la ley sancionada descabezó la propuesta de tajo. Al preguntarl­e al Minhaciend­a por qué, explicaron lo siguiente: “Uno de los consensos para lograr aprobar la Ley de Inversión Social fue la contribuci­ón del sector empresaria­l a través de una mayor tarifa de renta y un menor descuento del ICA. Por esto, preferimos no incluir cargas adicionale­s que pudieran terminar afectando su liquidez y solvencia”.

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/ Getty Images El carbón aún no tiene impuesto al carbono en Colombia.
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