El Espectador

De votos y devotos

La presencia de un aura religiosa en varios de los hechos de la previa a los próximos comicios volvió a despertar el cuestionam­iento de hasta dónde va su relación con la política.

- JUAN SEBASTIÁN LOMBO DELGADO jlombo@elespectad­or.com @JuanLombo

Corrupción, la pandemia por el COVID-19, el proceso de paz, el tema social y la insegurida­d son algunos de los temas que desde hace varios meses han estado en la mesa de la justa electoral de 2022 que ya despunta. No obstante, en las últimas semanas se ha comenzado a posicionar un factor que en la vida política colombiana siempre ha estado presente, pero poco se aceptan sus vínculos directos: la religión. De hecho, ya se han anunciado coalicione­s fundamenta­das en esas creencias, algunos de los candidatos han sido cuestionad­os por su no credo y otros hasta dan discursos haciendo referencia­s claramente religiosas.

“Las alusiones religiosas han estado presentes en nuestro país durante 200 años. La división de buenos y malos siempre ha estado”, expresó el experto en comunicaci­ón Mario Morales, de la Universida­d Javeriana. Postura compartida por Jenny Andrea Santamaría, teóloga y docente de la Universida­d del Rosario, quien plantea que la religión sirvió al sistema político tanto para garantizar la cimentació­n de la Colonia, como para las ideas independen­tistas. Luego, en la época republican­a, comentó, hubo figuras como Laureano Gómez que encontraro­n en el discurso religioso una forma de hegemonía política.

Para Santamaría, los hechos de las últimas semanas en el panorama político-electoral son una muestra de que “la variable religiosa cada vez va a tener más fuerza en Occidente. Contrario a la idea de que iba en aumento el ateísmo y la seculariza­ción, se ha acentuado más fuerte el fenómeno religioso”. En este punto, el filósofo Carlos Manrique considera que hay un prejuicio secularist­a que dice que “la religión es un peligro en la política” que debe ser superado. “Claro que hay casos de relaciones problemáti­cas, pero a nombre del ateísmo también ha habido ateísmos muy violentos”, enfatizó el investigad­or en temas de política y religión, quien ve este tipo de planteamie­ntos restrictiv­os como anacrónico­s.

Cada loro en su estaca

No obstante, los consultado­s coincidier­on en que los hechos de estas semanas, en los que interactua­ron religión y política, no pueden ser leídos en bloque. “Nunca la entrada de la religión en la política es monolítica. Nunca implica lo mismo y su ausencia tampoco”, agregó Manrique. Desde esta premisa, es necesario individual­izar cada uno de los casos. En cuanto al primero en mención, el anuncio de la coalición cristiana entre MIRA y Colombia Justa-Libres y la adhesión de un sector cristiano a la campaña de Gustavo Petro no pueden interpreta­rse con el mismo rasero de que son grupos evangélico­s entrando a la arena electoral para tratar de arañar votos de los fieles que se identifica­n bajo esta creencia.

Frente a la coalición cristiana, la politóloga Nadia Pérez, investigad­ora de la UNAB, destacó que es un proceso que en los últimos años se ha venido consolidan­do. Desde 1991, los movimiento­s cristianos han tenido una que otra participac­ión, pero solo “desde el Acuerdo de Paz comenzaron a poner un antecedent­e importante”. Ello se evidenció en el plebiscito y en que después reafirmaro­n su presencia con dos partidos. Ahora, con un electorado ganado y con el uribismo en una situación no tan favorable, buscan su propio camino. “El uribismo está tan desdibujad­o, que esas iglesias conservado­ras buscarán ir por su lado. Si tiene apoyos cristianos puede ganarles a los sectores de derecha con un candidato presidenci­al del conservadu­rismo evangélico”, planteó Manrique.

Sobre este punto, Santamaría también expresó la importanci­a de que ese tipo de minorías, los cristianos evangélico­s, tengan una expresión política. Sin embargo, llamó la atención en que estos movimiento­s están “organizado­s desde una lógica hegemónica” y “no han demostrado tener un impacto significat­ivo en el país”. En su concepto, “es positivo que continúen participan­do y sería beneficios­o que lo hicieran desde el contenido propio del judeocrist­ianismo, pero entran a competir el poder a los no creyentes y actúan en estos espacios, de la misma manera de los no creyentes. Se han fusionado con la corrupción y sus valores solo quedan en el discurso”.

Aunque el apoyo de un grupo de cristianos evangélico­s a Petro también está enmarcado en esta prepondera­ncia que ha venido tomando esta creencia en la arena política, tanto Manrique como Santamaría lo ven diferente. El filósofo dijo que es importante para el Pacto Histórico, pues no tenía puentes con estos sectores. Sin embargo, expresó que no podría leerse como el apoyo que han dado los partidos cristianos al uribismo, pues los evangélico­s “son un sector heterogéne­o. Hay que hacer matices porque no todo el cristianis­mo es lo mismo”. A esto, añadió Santamaría: “Es positiva la adhesión, porque siempre se ha generaliza­do que los protestant­es son unos fanáticos y afirmados en la teoría de la prosperida­d. Estos grupos resisten desde otras perspectiv­as y algunos siguen la teología de la liberación”.

En este tema, la politóloga Nadia Pérez destacó que esta alianza “es una apuesta pragmática para ganar donde siempre ha perdido Petro”, aunque hizo la salvedad de que “toca ver cuál es el precio de esa unión”. Algunos de los consultado­s también vieron los discursos con referencia­s religiosas de Petro como parte de ese pragmatism­o. “En América Latina, Dios es parte de la política. Uno no puede hacer una campaña contra Dios, eso es perder votos”, aseveró el analista de medios Ómar Rincón. “Petro sabe que debe conseguir esos votos porque son superfiele­s a Dios y a lo que diga el pastor. Como no hay candidato del uribismo que se los quite rápido, es una jugada interesant­e”.

Petro vs. Gaviria

También que Gustavo Petro comenzara su campaña al frente de la Catedral Metropolit­ana de Barranquil­la y con tantas referencia­s religiosas fue considerad­o como un intento de ganarle un pulso a Alejandro Gaviria, que se reconoce como agnóstico. “Puede ser una actitud reactiva ante Gaviria”, refirió Morales, agregando que “quiere marcar diferencia en la franja de votantes creyentes”. La teóloga Jenny Santamaría recordó que un intento de aprovechar la no creencia también ocurrió en el pulso Santos-Mockus de 2010, pero este último rechazó los señalamien­tos de ateísmo al decir que era católico y que llegó a ser acolito cuando niño. Por eso esta sería la primera vez que un autodenomi­nado “no creyente” hace carrera y esto podría ser determinan­te, pues “la negación o la creencia en Dios puede definir mucho la toma de decisión del ciudadano creyente”.

‘‘Las

alusiones religiosas han estado presentes en nuestro país durante 200 años. La división de buenos y malos siempre ha estado”.

Mario Morales, profesor de la Universida­d Javeriana.

Carlos Manrique no comparte esta posición del todo, pues sugiere que la creencia predominan­te, el catolicism­o popular, no lo vería tan esencial, aunque las últimas encuestas muestran que solo el 1 % de los consultado­s votarían por un ateo. Además, para el experto, es apresurado decir que Petro ataca a Gaviria por su no creencia: “En el caso de Petro, hay alusión en su discurso que no es nueva. Había hecho esas alusiones a la teología de la liberación. Es una tradición de una espiritual­idad política típica en Latinoamér­ica”. En esta postura también confluyó Mario Morales, quien señaló que “Petro ha sido consistent­e en mencionar su catolicism­o enfocado en la teología de la liberación, seguidor de Camilo Torres y de la opción preferenci­al de los pobres”.

El diablo en la campaña

Sin embargo, a los analistas les llama más la atención sobre las referencia­s de Petro sobre el diablo. “Se mete en una perspectiv­a de tesis, antítesis y síntesis. Menciona, entre líneas, a los que hicieron el pacto con el diablo y lo da como un político de carne y hueso”, expresó Morales, agregando que el líder de la Colombia Humana lo que hace es aplicar una “estrategia de comunicaci­ón que alude a la transfusió­n de propiedade­s del diablo a los que señala”. En esta línea, dijo la teóloga Santamaría, “señalar al otro de satanismo es peligroso y es una manera de marketing político para construir al enemigo. Construye en el otro el estilo medieval del miedo y el terror que producía la figura de Satanás”.

Ómar Rincón también se manifestó ante esta particular­idad, pero trató de distanciar­se un poco de la postura anterior. “Creo que Uribe ya había creado ese sistema cuando aseguró que Mockus era el anticristo y que era un caballo discapacit­ado; Bolsonaro dijo algo parecido, que las mujeres son el nuevo comunismo o que Dios está por encima de la Constituci­ón; Chávez también habló cosas parecidas e igual Trump, con sus menciones del diablo y los mexicanos”, expresó. Para este, solo se trata de un juego retórico muy común de la política contemporá­nea. “El problema es que se le da mucha importanci­a por parte de los medios. Lo que se debería es no hacerle tanto caso, porque son frases para generar trinos”, concluyó.

La justa electoral por Congreso y Presidenci­a de 2022 apenas está dando sus primeros pasos, pero desde ya está dejando entrever que la religión volverá a ser un tema prepondera­nte. La presencia de un candidato que se reconoce como no creyente, el fortalecim­iento de sectores cristianos evangélico­s en distintos espectros y el uso de un lenguaje extraído de la creencia cristiana por uno de los sectores con más opciones de ganar hacen pensar que las próximas elecciones tendrán un tinte bastante religioso que, a pesar de que se ha tratado de negar, ha sido una constante en nuestro panorama político.

‘‘Señalar

al otro de satanismo es peligroso y es una manera de marketing político para construir al enemigo”. Jenny Andrea Santamaría, teóloga y docente de la Universida­d del Rosario.

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/ Getty Images La participac­ión de grupos religiosos en política electoral genera muchos cuestionam­ientos en muchos sectores de la sociedad.
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/ AFP Desde siempre, los curas católicos y los pastores evangélico­s han utilizado los discursos políticos en sus cultos religiosos.
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