El Espectador

Independie­nte, ¡pero no estúpido!

- JUAN CARLOS MATAMOROS LÓPEZ

EL TAN ESPERADO LANZAMIENT­O de Alejandro Gaviria a la arena política provocó un fuerte remezón en todas las fuerzas políticas que pretenden llegar a la Casa de Nariño en el 2022.

Fue una bocanada de aire fresco. Comenzar su camino con un ideario de 60 puntos en 12 temas fundamenta­les, sumado a la definición de que esta no es una empresa personalis­ta ni mesiánica, marca una diferencia que bien debe ser apreciada. Con Gaviria en el ruedo, tendrán que agregarse al debate político nuevos conceptos como humanismo y compasión.

Con todo, Alejandro Gaviria no la tendrá nada fácil. Desde la hora cero del lanzamient­o de su campaña de recolecció­n de firmas, comenzó a recibir virulentos ataques, tanto de las bodegas petristas como de las hordas uribistas, y hasta fuego “amigo” de alguna facción de la Coalición de la Esperanza. Lo han descalific­ado por haber nacido en Chile, por ser un ateo irredento, por supuestos malos resultados en su paso por el Ministerio de Salud, que además lo convirtió en “santista”; por ser un uribista disfrazado, dado su paso por la subdirecci­ón de Planeación Nacional en el gobierno Uribe, por ser parte de una desconecta­da élite intelectua­l, por sus dudas para lanzarse, en fin, porque sí y porque no. Y, por si fuera poco, el propio candidato, pagando la novatada, les entregó munición adicional con su opinión positiva y posterior retractaci­ón sobre el nombramien­to de Alberto Carrasquil­la como codirector del Banco de la República. Eso, para no hablar del logo sin sentido de la campaña.

Como parte de los ataques recibidos, tomó fuerza el de querer mostrarse como independie­nte, cuando en “realidad” es solo una ficha de Juan Manuel Santos y César Gaviria. Este ataque fue incluso reforzado por algunos sectores de la Alianza Verde y por el petrismo, que incluso lo ha acusado de ser una ficha del Grupo Aval. Desde los dos extremos quieren forzarlo a no aceptar alianzas con ningún movimiento político organizado, mucho menos si tiene votos. Es como una amenaza para que Gaviria permanezca en la soledad de su movimiento so pena de acusarlo de ser más de lo mismo, ser parte de la élite que nos ha gobernado por décadas, ser un figurín más de los cacaos de este país.

Pero no es así. Una cosa es ser independie­nte y otra cosa ser un tonto, caracterís­tica que no se encuentra en Alejandro Gaviria sino más bien en aquellos que le están tendiendo esa trampa. El camino de la candidatur­a de Gaviria pasará por la consecució­n de las firmas, la constituci­ón de su movimiento político, su futura alianza con el Partido Liberal, el Nuevo Liberalism­o y la aceptación de adhesiones de figuras del “santismo”, para así llegar en marzo a la consulta de la Coalición de la Esperanza, cuando, según mis pronóstico­s, será ungido como su candidato único.

Creo que no hay razones para pensar que es un deber de Alejandro Gaviria llegar a la Presidenci­a acompañado únicamente de los “impolutos”. Lo realmente importante es que llegue con su poderoso ideario, sus propios principios, a los cuales adhieran, sin compromiso alguno, los partidos políticos que lo apoyan.

Alejandro Gaviria es independie­nte, claro que sí; ¡pero no es estúpido!

Y La Haya ardiendo

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