El Espectador

Después de la reforma tributaria

- EDUARDO SARMIENTO

En oportunida­des anteriores señalé que las condicione­s que habían ocasionado la caída de la economía colombiana en 2020 no han desapareci­do, y tampoco se hacen esfuerzos para removerlos. Luego de haber operado durante un siglo con excesos de oferta sobre la demanda, la economía se encuentra en un estado de exceso de demanda sobre la producción que da lugar a toda clase de trastornos. La manifestac­ión más clara del desorden se encuentra en el déficit fiscal que llega al 9 % del PIB, que no es sostenible en un mundo de tasas de ahorro del 18 % del PIB.

Los buenos oficios del Gobierno para reducirlo han quedado en el aire. El exministro Carrasquil­la pretendió hacerlo con una reforma tributaria que baja el salario y deteriora la distribuci­ón del ingreso, que precipitó el descontent­o y la protesta social. Por su parte, el ministro Restrepo le dio prioridad a la obtención de recursos para adelantar programas sociales destinados a los sectores de menores ingresos.

Es claro que la diferencia entre la demanda y la producción se atiende con una entrada masiva de importacio­nes que aumenta el déficit en cuenta corriente y desplaza la mano de obra nacional. La reducción de los ingresos del trabajo se torna en el principal medio de reactivaci­ón. Persiste la estructura inequitati­va que ha sustentado el crecimient­o durante décadas.

En la primera reforma tributaria se buscaba aumentar el recaudo para reducir el déficit fiscal y en la segunda se ampliaron los programas sociales. Lo cierto es que el déficit fiscal aumentará en el presente y el siguiente año. En términos macroeconó­micos, la economía está expuesta a un exceso de demanda que provoca toda clase de desajustes destructiv­os. El más visible es la entrada masiva de importacio­nes que configura un déficit en cuenta corriente de más del 4,5 % del PIB y, en consecuenc­ia, desplaza masivament­e el empleo. En las cifras reportadas por el DANE para julio, la producción industrial y las ventas de consumo aumentan más del 20 % con respecto al año anterior, en tanto que el empleo solo sube 4 %. La monumental diferencia proviene de las importacio­nes y salarios por debajo de la productivi­dad.

La expansión de la economía se realiza por la entrada de importacio­nes, el desplazami­ento del empleo y la colocación del salario por debajo de la productivi­dad. Los ingresos laborales decaen con severas repercusio­nes sobre la distribuci­ón del ingreso.

La explicació­n está en el primer curso de economía. El cuantioso déficit fiscal configuró un exceso de demanda sobre la oferta que quebró el balance interno. La demanda representa­da en las compras del comercio y las ventas de las empresas industrial­es supera ampliament­e la producción potencial y al empleo nacional. El mercado, a través de los estímulos y las señales, configura una estructura en que la producción es impulsada por la reducción del empleo y los salarios.

El país opera con un modelo de libre mercado que da estímulos y señales para sustituir el empleo nacional por importacio­nes y bajar los ingresos laborales. La solución es un modelo que eleve el ahorro y sostenga el salario por encima de la productivi­dad mediante reformas estructura­les en la composició­n comercial y sectorial, la orientació­n monetaria, las transferen­cias de las rentas sociales y la política de salarios y empleo. El primer paso es el recorte del déficit fiscal.

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