Cárcel, sin contemplaciones
NADA PARECE INTIMIDARLOS. NI EScándalos, ni renunciadas por presión mediática, ni muertes políticas, ni investigaciones podrán frenar la metástasis de corrupción que carcome con fiereza la función pública, el erario y el estado de ánimo nacional.
Nada, salvo la cárcel efectiva, a juzgar por la insultante patraña, que se volvió moda, de simular enfermedades repentinas, trastornos súbitos o dolencias por generación espontánea para no comparecer ante autoridades o no ir tras las rejas. La invocación de hipertensiones, malestares gastrointestinales o afectaciones mentales resulta tan indignante como la defraudación de la confianza con delitos que parecen no tener límites.
Urge cárcel sin beneficios para ellos, no obstante que males concomitantes como chantajes, sobornos y conexos merodeen el sistema penitenciario infestado de prebendas y privilegios ofrecidos al mejor postor. Algo es algo, en medio del escepticismo de que prosperen las mentadas reformas de la justicia y del sistema carcelario.
Lo mismo parece suceder con la otra delincuencia, tan común como la primera. De nada servirá militarizar, reseñar o hacer inteligencia a hampones y asaltantes, si las capturas no conducen a juicios y penas efectivas.
Disuadir con patrullajes o retenes en los lugares de siempre solo apunta a disminuir la percepción de inseguridad, como ocurrió con el embeleco de tanques de guerra acompañando a viajeros en carretera, en medio de la paranoia generalizada y el incremento de delitos que no saben de simbolismos.
Al aumento de pie de fuerza civil debe acompañarlo el refuerzo del sistema judicial, la construcción o adaptación de sitios de reclusión, y la veeduría y el seguimiento a condenas y excarcelaciones, así como seguridad para jueces y fiscales que castiguen con cárcel, el único escarmiento para pícaros callejeros y de cuello blanco… Así haya que habilitarles personal médico especializado en males imaginarios. Sin contemplaciones. @marioemorales y www.mariomorales.info