Sobre la crisis climática
Colombia aún no se sacude de semejante cambio climático. En el mejor de los sentidos, está recibiendo un buen par de cachetadas por la estúpida e inepta acción del Gobierno nacional con la política ambiental. Este panorama tan alterado y por ende inmisericorde con el sector agrícola y la población campesina y pobre, que es la que más sufre con este fenómeno de las lluvias y el deslizamiento de tierras, es hoy el punto perfecto para mirar con detenimiento cómo la política pública es hoy más un zafarrancho de ideas locas que un acuerdo entre las partes. Lejos están el Gobierno nacional y su presidente Duque de entender cómo solventar en algo esta situación que mantiene al país en ascuas y al sector productivo en un fondo de pobreza única. Si algo ha caracterizado a este Gobierno es que no ha sido capaz de leer en su carta de navegación el aporte de oro que da el sector del campo al PIB, que para algunos no es mucho.
Que Barranquilla se inunde, que Montería y el departamento de Córdoba estén en graves apuros, que Antioquia y el amado país de Álvaro Uribe y su corte pidan ayuda no es extraño, siempre sucede y la historia es la misma. Vale la pena mencionar a Hidroituango y su desastrosa inoperatividad que aun como elefante blanco se desea mostrar como algo valioso. Pregunto: ¿valioso qué? Así como en épocas pasadas, volvemos a andar por los caminos tortuosos de la insuficiencia e incapacidad de la acción gubernamental con un eje direccional muerto, con unas políticas de acción social vacías y pare de contar. Pero aun así Colombia se puede levantar, no se sabe cómo, pero lo podemos hacer. Mientras la política internacional de Biden y sus amigos se rasga las vestiduras por lo que está pasando con la crisis climática en el mundo, el país continúa a la deriva, el clima se enardece y las ayudas que ya deberían estar en las regiones no llegan. ¿Qué estará pensando la vicepresidenta sobre esta situación? Alejandro Centeno. Bucaramanga.